El principal problema es que hasta que las empresas se empezaron a pasar el estatuto de los trabajadores y los convenios por el forro, la ropa de trabajo no salía de la empresa y la empresa estaba obligada a:
- Proporcionar el número de uniformes necesarios para su correcta rotación y repuesto en caso de rotura o limpieza (la empresa debía encargarse de la correcta limpieza e higienización del uniforme y demás elementos de trabajo).
- Dotar la empresa de taquillas y vestuarios y considerar el tiempo prudencial para el cambio de ropa (normalmente un cuarto de hora) tanto a la entrada como a la salida como tiempo efectivo de trabajo.
Parecen medidas Paco, pero dichas medidas a parte de dar dignidad e intimidad al trabajador (recogidos en los artículos 10 y 18 de la CE) ya que no te obligan a ir por la calle con el uniforme de EULEN o similar, sirven para evitar trasladar problemas higiénicos y enfermedades profesionales a familiares e incluso a personas con las que estas personas comparten transporte público.
Antes era inconcebible que la gente fuera con su uniforme en el metro, ahora te tienes que sentar donde alguien se ha sentado con ropa que ha usado para pintar (y las manchas de pintura están frescas), alguien que ha estado alquitranando o enyesando. Y eso no es lo peor, si esa persona lleva el uniforme de limpieza y puede a los restos y olores de disolventes y otros productos químicos, puede haber estado limpiando en un hospital o váteres llenos de gérmenes.
Muchas personas en contacto con amianto, han esparcido su veneno con gente con la que han compartido transporte (exposición leve y corta), pero también con su familia al obligarles a lavar el uniforme en casa (tranferencia y exposición más prolongada).