Burbuja no sé si será, pero en otras cosas tira con bala...
Dos miradas sobre La taberna Garibaldi Hoy, o quizá mañana aparezca en este mismo medio, The Objective, un largo artículo de Julio Tovar que habla sobre
theobjective.com
Montar un bar, si uno sabe llevarlo, es un negocio muy rentable. Un mojito, por ejemplo, apenas cuesta 70 céntimos menos si lo haces con ron de baja calidad tipo «El Alegre Corsario», le echas limón y hierbabuena y azúcar y ya lo vendes a nueve euros. Los cócteles en ese sentido siempre han sido un filón, porque no se necesita alcohol de marca.
Pero es que además
en los bares se blanquea, esto lo sabe casi todo el mundo. Porque, en hostelería, Hacienda permite pagar una cantidad fija al año de impuestos, que depende del numero de metros cuadrados, empleados, etc… La famosa tributación por módulos. De este modo y manera, el propietario no tiene por qué abonar el 35% del beneficio generado como harían otras empresas.
Imaginemos que un camello que pase un material particularmente bueno está haciendo quince mil euros al mes, o
imaginemos que a mí me ha llegado desde Venezuela una maleta con dólares, o que he conseguido de cualquier manera un dinero en metálico cuya procedencia no puedo explicar.
Lo más fácil es montar un bar, tributar por módulos, pagar una cantidad fija a Hacienda en concepto de impuestos y decir que mi dinero lo ha generado el bar. Yo diría que lo he ganado gracias a una actividad totalmente legalizada, la hostelería. Ahora que casi todo el mundo paga con tarjetas sería un poco más difícil, pero antes era lo más fácil del mundo. De todas formas aún sigue siendo el método más rápido y efectivo para blanquear dinero.