Decidme que ESTO NO PUEDE SER VERDAD.......¿prohibido comer un bocata en la fruta calle?

El problema de las leyes absurdas es que la gente las acata. Lo que más le gusta al humano medio es obedecer.
 
Muchos etnianos rumanos, se ponen en la acera y montan todo un ágape en el mismo suelo lleno de cosa, extienden un mantelito, unas latas y a comer con la mano. Eso lo he visto yo en pleno centro de Madrid. Y da un poco de ardor de estomago que queréis que os diga.


Una cosa es esa marranada que describes y otra el comerse un bocadillo, empanadilla o helado por la calle. Desde luego que hay gente que esta metida de lleno en la matrix esta de cosa, va a ser muy complicado salir por el lastre que suponen, muchísimo más pesado que el lastre que suponene los "dirigentes".
 
Si es que tienen uds mala leshe eligiendo el lenguaje...
aprendan de los neolibegales, la querida progenitora de Mayor Oreja, de la Cospedal y la comepollas de la Cifuentes...

Se dise "modular"...

Repitan conmigo no se dise ni prohibir, ni recortar...
se dise rasionalisar y ahora ultimamente, modular...

Están modulando el consumo de bocadillos y la libertad de manifestasión...
Y están modulando por encima de sus posibilidades...
Modulando la pobreza y hasta EL SILENCIO DE LOS CORDEROS...



Menos mal que la Audiencia Nacional ha dictaminado que los terroristas están dentro del Congreso...
Los han modulado bien modulados... el desenmodulador que los desenmodule buen desenmodulador será...
 
Dos cosas que se me han venido a la cabeza:

1.- "si no pueden comer bocadillos que coman pasteles": Mª Antonieta (guillotinas y tal)

2.- Tema de conversación que van a poner en la tele, radio, en el sálvame y en misa que no es más que otra cortina de humo chorra para distraer al personal mientras siguen meándonos encima con el rescate, el banco malo, la crisis, los recortes, los cierres de hospitales, los despidos y su querida progenitora.
 
Madrid no descarta prohibir los bocadillos en la calle, como Roma

Aplaudo la medida.

Estoy harto de ver bocadillos abandonados en las calles, que se acaban juntando en manadas y, asilvestrados, pueden acabar por atacar a los transeúntes a poco que se queden sin relleno entre pan y pan. Representan un peligro para la higiene y la seguridad de nuestras vías públicas.

Los de lomo o ternera aún tienen un pase, pues de cuando en cuando dejan entrever un poco de carne, así, en plan pícaro. En cambio los de calamares son un horror, porque en su reptar por la vía pública bien pareciera que van arrastrando los intestinos. Y ya no os cuento los de chaka: diríase que les han pasado la sesera por el turmix. Con todo, eso no es nada comparado con los de Nocilla, cuya descripción y similitudes me abstendré de detallar al ya espantado lector.

Pero en ningún caso debería permitir una capital que aspira a grandes fastos y brillar en la Historia, como la nuestra, el dantesco espectáculo de hordas de almuerzos y merendolas rebrincando alegremente por la acera sin respetar las más mínimas normas de convivencia ciudadana, como si en su delirio se creyeran progresistas rodeando el Congreso.

No obstante, hay que aclarar que entre los bocadillos salvajes también se pueden distinguir clases y etnias. Tome nota el señor vicealcalde, de cara a las posibles medidas a aplicar:

Por un lado tenemos los bocadillos autóctonos, españoles, hechos con chapata o recias hogazas de pueblo. No son lo que eran antes, porque ahora nacen todos en obradores industriales, pero aún conservan algo de su porte e hidalguía. Su abolengo se evidencia en la dureza de su corteza conforme envejecen, su sequedad castellana, su relleno momificado...

Al contrario que los bocatas pagapensiones, descastados, hechos con una masa gasificada, blandengue y dulzona que ni se puede llamar pan, y estará cubierta de moho y verdor así pasen dos días de su abandono. Ni identidad les queda, pues ya han olvidado su origen. ¿Cómo puede concebirse si no que ese retaco abultado y grasiento que viene de Estados Unidos se quiera hacer pasar por "hamburguesa"? ¿Y qué decir de la incontinencia de los kebab, que van soltando sus tripas y jugos poniéndolo todo perdido a su alrededor al compás de la célebre marcha de Mozart? ¿Para esto se habla en Bruselas de dejar entrar a Turquía en la UE? ¿Para que sus más viles criaturas nos barnicen las calles con salsa de yogur?

Hay que tomar medidas con los bocadillos, no se puede permitir que sigan en ese limbo legal, o acabará por haber una desgracia. Quizá un día terminen por perdernos el miedo y devoren a una anciana para reponer sus nutrientes. O provoquen, con su insolencia y falta de respeto por los semáforos, un accidente en el que acabe volcado e incendiado un autobús escolar que llevaba a la flor y nata de nuestros infantes a un buen colegio concertado. O, en el paroxismo de la desgracia, acaben por espantar a los turistas y provocando con ello daños irreparables al estratégico sector de las tiendas de souvenirs.

Y esperemos que no acaben infiltrándose entre ellos bocadillos salafistas o separatistas vascongados. No quiero imaginar de lo que sería capaz una talúa con chistorra suelta por el Metro de Madrid.

Si estuviera Esperanza, sin duda sabría qué hacer. Ella sí que sabe tratar a los bocadillos: tira el pan y se queda con la tortilla. O el chorizo. Pero el caso es que nos ha dejado para que nos hagamos mayores como ciudadanos, así que tendremos que solventar este desafío por nosotros mismos.

Por ello, propongo establecer a las afueras de nuestra ciudad unos campos de internamiento para bocadillos, donde se separe a los nacionales, que serán reelaborados y se les buscará locales de acogida, de los extranjeros, que deberán ser deportados inmediatamente a sus lugares de procedencia. O exterminados, si tal cosa fuera menester. A las palomas con ellos.

Confío, señor vicealcalde, en que no le tiemble el pulso a la hora de tomar decisiones valientes, porque así es como una vez se hizo grande nuestra Nación.

Rezaré por usted. Dios le guíe.
 
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Ciudades= prisiones.

Sois presos y no os habeis enterado.


Lo que tiene que hacer la gente es comer en la calle. Y cuando vengan las multas, no pagarlas. Punto.

Si uno no la paga, le pueden jorobar. Pero si no las paga ni dios, no pueden hacer una cosa.
 
Esta es la democracia española.


Aprobar TODAS LAS SEMANAS nuevas leyes para CONTROLAR a la gente, sin que la gente APRUEBE esas medidas.

En España no hay referendums para nada. No se pregunta a la gente nada.

Simplemente toman las medidas POR DECRETO. Por imposicion.


Que vuelva Franco por favor. Era una dictadura , como ésta, pero al menos no te engañaban con el cuento chino de la democracia.
 
Aplaudo la medida.

Estoy harto de ver bocadillos abandonados en las calles, que se acaban juntando en manadas y, asilvestrados, pueden acabar por atacar a los transeúntes a poco que se queden sin relleno entre pan y pan. Representan un peligro para la higiene y la seguridad de nuestras vías públicas.

Los de lomo o ternera aún tienen un pase, pues de cuando en cuando dejan entrever un poco de carne, así, en plan pícaro. En cambio los de calamares son un horror, porque en su reptar por la vía pública bien pareciera que van arrastrando los intestinos. Y ya no os cuento los de chaka: diríase que les han pasado la sesera por el turmix. Con todo, eso no es nada comparado con los de Nocilla, cuya descripción y similitudes me abstendré de detallar al ya espantado lector.

Pero en ningún caso debería permitir una capital que aspira a grandes fastos y brillar en la Historia, como la nuestra, el dantesco espectáculo de hordas de almuerzos y merendolas rebrincando alegremente por la acera sin respetar las más mínimas normas de convivencia ciudadana, como si en su delirio se creyeran progresistas rodeando el Congreso.

No obstante, hay que aclarar que entre los bocadillos salvajes también se pueden distinguir clases y etnias. Tome nota el señor vicealcalde, de cara a las posibles medidas a aplicar:

Por un lado tenemos los bocadillos autóctonos, españoles, hechos con chapata o recias hogazas de pueblo. No son lo que eran antes, porque ahora nacen todos en obradores industriales, pero aún conservan algo de su porte e hidalguía. Su abolengo se evidencia en la dureza de su corteza conforme envejecen, su sequedad castellana, su relleno momificado...

Al contrario que los bocatas pagapensiones, descastados, hechos con una masa gasificada, blandengue y dulzona que ni se puede llamar pan, y estará cubierta de moho y verdor así pasen dos días de su abandono. Ni identidad les queda, pues ya han olvidado su origen. ¿Cómo puede concebirse si no que ese retaco abultado y grasiento que viene de Estados Unidos se quiera hacer pasar por "hamburguesa"? ¿Y qué decir de la incontinencia de los kebab, que van soltando sus tripas y jugos poniéndolo todo perdido a su alrededor al compás de la célebre marcha de Mozart? ¿Para esto se habla en Bruselas de dejar entrar a Turquía en la UE? ¿Para que sus más viles criaturas nos barnicen las calles con salsa de yogur?

Hay que tomar medidas con los bocadillos, no se puede permitir que sigan en ese limbo legal, o acabará por haber una desgracia. Quizá un día terminen por perdernos el miedo y devoren a una anciana para reponer sus nutrientes. O provoquen, con su insolencia y falta de respeto por los semáforos, un accidente en el que acabe volcado e incendiado un autobús escolar que llevaba a la flor y nata de nuestros infantes a un buen colegio concertado. O, en el paroxismo de la desgracia, acaben por espantar a los turistas y provocando con ello daños irreparables al estratégico sector de las tiendas de souvenirs.

Y esperemos que no acaben infiltrándose entre ellos bocadillos salafistas o separatistas vascongados. No quiero imaginar de lo que sería capaz una talúa con chistorra suelta por el Metro de Madrid.

Si estuviera Esperanza, sin duda sabría qué hacer. Ella sí que sabe tratar a los bocadillos: tira el pan y se queda con la tortilla. O el chorizo. Pero el caso es que nos ha dejado para que nos hagamos mayores como ciudadanos, así que tendremos que solventar este desafío por nosotros mismos.

Por ello, propongo establecer a las afueras de nuestra ciudad unos campos de internamiento para bocadillos, donde se separe a los nacionales, que serán reelaborados y se les buscará locales de acogida, de los extranjeros, que deberán ser deportados inmediatamente a sus lugares de procedencia. O exterminados, si tal cosa fuera menester. A las palomas con ellos.

Confío, señor vicealcalde, en que no le tiemble el pulso a la hora de tomar decisiones valientes, porque así es como una vez se hizo grande nuestra Nación.

Rezaré por usted. Dios le guíe.

Felicidades. Comentario brillante y afilado que denota agudeza e inteligencia. Permita que comparta su opinión y la ensalce. Estas sabias palabras, irónicas y mordaces a la vez, hirientes para su destinatario, deberían, en mi opinión ser publicadas en todos los periódicos. Merece usted mi reconocimiento y mi público aplauso.
 
Es por higiene y por vuestra seguridad alimentaria. Es que no entendéis que los políticos miran siempre por el interés del pueblo. Y tal y tal.
 
qué simples son, con lo facil que sería cobrarnos 4€ por cada bocata, como hacen en el cole con los tuppers. Están perdiendo reflejos.

Bueno, ahora en serio. Dejémonos de chistes amigos, porque esto ya es muy serio:

HIJOS DE frutaAAAA!!
fin! TORTURA! MUTILACIÓN!!
Todo es poco para esta castuza inmunda!!!

Guillotina? NO! Demasiado rápida!
 
Bien, puestos a disparatar: Villanueva de la Torre.


El equipo de gobierno de Villanueva de la Torre ha aprobado un “disparatado catálogo de prohibiciones” como por ejemplo exigir a los perros que no ladren por la noche ni en la hora de la siesta. Los socialistas piden una ordenanza de convivencia razonable.

El equipo de gobierno ha aprobado un "disparatado catálogo de prohibiciones absurdas", con el que puede multar a un niño con 750 euros por jugar en la calle, exige a los perros que no ladren por la noche ni en la hora de la siesta, ordena conductas en lagos, lagunas, hospitales y museos sin que Villanueva de la Torre tenga ninguno de estos espacios, impide tener artículos domésticos en terrazas particulares e, incluso, prohíbe verter residuos radiactivos en el pueblo, por poner sólo algunos ejemplos.


TRIBUNA MUNICIPAL - Una ordenanza municipal permite multar a un nio con 750 euros por jugar en la calle

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Adelanto el próximo: prohibición absoluta a los gallos para que canten antes de las 9 a.m. VºBº Exmo. Sr. Alcalde Presidente.

NO ES PAIS PARA CUERDOS
 
Aplaudo la medida.

Hay que tomar medidas con los bocadillos, no se puede permitir que sigan en ese limbo legal, o acabará por haber una desgracia. Quizá un día terminen por perdernos el miedo y devoren a una anciana para reponer sus nutrientes.

Si estuviera Esperanza, sin duda sabría qué hacer. Ella sí que sabe tratar a los bocadillos: tira el pan y se queda con la tortilla. O el chorizo.

jorobar Destroyo, qué sobrada. HAHAHA!!
 
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