Hay una frase del primer ministro Chamberlain que es clave en toda esta historia: "A war, whatever the outcome, will result certainly in the decomposition of the British Empire" ("Una guerra, cualquiera que sea el resultado, conllevará ciertamente a la descomposición del Imperio Británico").
Si nos ceñimos a los datos de hecho, la entrada del Reino Unido en la II Guerra Mundial fue catastrófica. La campaña de Francia de 1940 resultó en una aplastante victoria militar de la Wehrmacht, no sólo sobre las tropas francesas, sino también sobre las británicas. Y fue Hitler, ciertamente, el que salvó a los británicos de su derrota total cuando ordenó a sus tropas detenerse durante tres días en los alrededores de Dunkerque, posibilitando la evacuación del ejército británico mediante la Operación Dynamo. Si se hubieran seguido los consejos de Guderian y de Von Mannstein, 400.000 británicos y todo su material de guerra habrían sido capturados por la Wehrmacht, y la isla de Gran Bretaña habría quedado completamente desguarnecida, y de poco les habría servido el poder de su aviación. Los historiadores discuten acerca de los motivos de Hitler para ordenar la detención de sus tropas, pero lo más probable es que pretendiera así facilitar un acuerdo con el Imperio Británico.
Había ministros en el gabinete de guerra británico partidarios de alcanzar un acuerdo de paz con Alemania, sabedores de que los intereses de Alemania yacían en Europa Oriental y que una guerra de desgaste conllevaría la ruina y la destrucción del Imperio Británico. Es conocida una frase de un ministro británico que tras conocer las noticias del frente oriental comentó sarcásticamente: "Es una pena que no puedan perder los dos".
La II Guerra Mundial supuso un desastre, una hetacombe para la nación británica: Más de medio millón de jóvenes murieron en la contienda y el Reino Unido sólo se salvó de la ruina gracias a un préstamo de emergencia de los Estados Unidos en 1946, que sólo se terminó de pagar en 2006. Tras la guerra, los ingleses tuvieron que conceder la independencia a la India, salieron por patas de Palestina, concedieron la completa independencia a Egipto y a Irak y pocos años después vieron cómo las monarquías probritánicas de estos dos países fueron sustituidas por regímenes panarabistas y prosoviéticos. Incluso los irlandeses les pegaron una bofetada en la cara cuando De Valera presentó sus condolencias por la muerte de Hitler en la embajada alemana en Dublín y cuando el gobierno de Cosgrave proclamó la República de Irlanda en 1949.
La II Guerra Mundial acabó, pues con el Imperio Británico que tantos siglos había costado construir, con la soberanía de los reyes ingleses sobre Irlanda, que duraba ya ocho siglos. Acabó con las vidas de cientos de miles de jóvenes obreros ingleses, que fueron reclutados forzosamente, sin cobrar un sólo duro, mientras que las industrias armamentísticas se cobraron hasta la última bala. Un usuario de este hilo afirma que las élites británicas se arruinaron durante la guerra. Que se lo digan a los fabricantes de material bélico.
En resumidas cuentas, como decía Napoleón: La religión es muy útil porque permite justificar las enormes diferencias existentes en la sociedad. Tras el lento declive del cristianismo, ha surgido una nueva religión laica en Europa Occidental, entre cuyos "dioses" incuestionables se encuentran Churchill y otros líderes de las potencias aliadas occidentales durante la Segunda Guerra Mundial, que no están sujetos a crítica precisamente porque dichas personas son el fundamento del sistema actual.
Ellos nos trajeron la democracia a nosotros, los pobrecitos europeos continentales. Poco importa que los europeos diéramos la espalda a los regímenes parlamentarios durante los años 20 y apoyáramos cálidamente a los nuevos regímenes autoritarios que los sustituían: Metaxas en Grecia, Lenin en la URSS, Pildsulski en Polonia, Primo de Rivera en España. Las tropas angloamericanas nos impusieron regímenes cuya ausencia de contenido democrático se ha puesto de manifiesto en políticas tan dispares como los servicios secretos (que están fuera de todo control ciudadano y son incompatibles con estado verdaderamente democrático), la política migratoria (que se ha llevado a cabo contra la opinión de la inmensa mayoría de los europeos) y la política financiera-monetaria (bancos centrales independientes de los parlamentos democráticamente electos y bajo el control fáctico de la banca, rescates bancarios aprobados contra una opinión popular manifiestamente contraria a ello).
Pero ya se sabe que la historia la escriben los vencedores, y tendremos Churchill, "democracia" y "libertad" para rato.