Moroga, se nota que no has estado mucho de alquiler y no conoces la máxima de que el casero JAMÁS devuelve la fianza. Siempre tendrá una excusa para quedársela, aunque la fundamental es que hace mucho tiempo que se la gastó. Cuando digo que si alquilas nunca tienes que ser tan simple como para pagar las últimas mensualidades que equivalgan a la fianza, no quiero decir que no negocies con el casero la salida del piso de forma limpia, pagando lo que efectivamente hayas roto, realizando un documento de cierre del contrato. Pero en esa negociación, tú con el dinero en el bolsillo, no al revés. Si no se llega a un acuerdo, ya me encargo yo de sacar fotos a toda la casa con testigos, enviar un burofax indicando el día de mi salida dándole un plazo para inspeccionar la casa y cancelar las deudas que cualquiera de las partes tenga con el otro (siguiendo excrupulosamente lo que estipule el contrato). Si llegado el día de la partida no ha aparecido, se le manda otro burofax, confirmando la salida, afirmando que el inmueble está en perfecto estado, alegando que ha sido imposible realizar la entrega de las llaves, dejando estas en depósito en la inmobiliaria tal (con documento de recepción) y declarando que no se debe nada e informándole de mi domicilio para las comunicaciones que crea pertinentes, y finalmente dando por cancelado el objeto del contrato.
Con eso se demuestra que él pudo ver el piso para realizar las demandas que creyera pertienentes, que no lo hizo en tiempo y forma, que fue informado de que el piso estaba en perfectas condiciones y no realizó alegación alguna y que por tanto todo destrozo que pudiera haber en el piso se produjo después de mi partida. En ese momento al propietario no le debo nada, dado que lo que
le he dejado de pagar es lo que él no me ha devuelto, la fianza.
Y todo esto no lo hago por LISTO, como se quiere dar a entender por ahí, si no por la experiencia de muchos alquileres en los que me han quitado la fianza sin ninguna justificación. Es simplemente preferir ser el demandado al demandante, postura que siempre es más cómoda y fuerte.