En el fondo todo es fruto del postureo absurdo y de la necesidad de aparentar ante los demás, por eso hay gente que corre maratones sin estar capacitado para ello aunque las haga andando, o sube un 8.000 aunque jamás haya subido a las montañas cercanas a su casa y contratan a un par de serpas para que les suban a cuestas mientras les enchufan la botella de oxígeno, en definitiva la sociedad instagramera absurda que hemos creado. Cuanto más exaltación de la felicidad se transmite, más depresiones, ansiedad, y consumo de antidepresivos y benzodiacepinas. Es lo que hay.