Iñigo
Madmaxista
Lo mio fue tempranero, debió ocurrir en séptimo u octavo de la EGB.
Resulta que ya finalizando el curso y con los calores veraniegos ya apretando, apareció en el libro de ciencias sociales un cuadro en el cual se detallaba el numero de turistas que visitaba anualmente España, ordenados según número y nacionalidad. El cuadro era tal que así, en primer lugar británicos; cuatro millones, en segundo alemanes: dos millones y medio, la cuestión es que aparecían los portugueses en digamos cuarto lugar con ochocientos mil y los marroquíes en sexto con digamos cuatrocientos mil turistas. Cuando alguien comentó al profesor su extrañeza por aquellas cifras que nosotros no percibíamos en el ambiente, este se puso de muy mala leche, y dijo que aquello era una tontería, que aquella gente ni eran turistas ni eran nada, solamente eran gentes que cruzaban las fronteras en verano para regresar desde centroeuropa a sus tierras patrias, por lo tanto la estadística era rotundamente falsa.
En aquel momento me enfrenté a mi destino, "creer lo que me decía un profesor pimpollo", "creer lo que me decía un libro de cosa" o "no creerme nada". Desgraciadamente creo que la decisión que tomé no fue la adecuada.
Resulta que ya finalizando el curso y con los calores veraniegos ya apretando, apareció en el libro de ciencias sociales un cuadro en el cual se detallaba el numero de turistas que visitaba anualmente España, ordenados según número y nacionalidad. El cuadro era tal que así, en primer lugar británicos; cuatro millones, en segundo alemanes: dos millones y medio, la cuestión es que aparecían los portugueses en digamos cuarto lugar con ochocientos mil y los marroquíes en sexto con digamos cuatrocientos mil turistas. Cuando alguien comentó al profesor su extrañeza por aquellas cifras que nosotros no percibíamos en el ambiente, este se puso de muy mala leche, y dijo que aquello era una tontería, que aquella gente ni eran turistas ni eran nada, solamente eran gentes que cruzaban las fronteras en verano para regresar desde centroeuropa a sus tierras patrias, por lo tanto la estadística era rotundamente falsa.
En aquel momento me enfrenté a mi destino, "creer lo que me decía un profesor pimpollo", "creer lo que me decía un libro de cosa" o "no creerme nada". Desgraciadamente creo que la decisión que tomé no fue la adecuada.