Cristina Pardo es muy de derechas

Otero es la clásica palurda de pueblo, sin principios, educada en el arrimarse al sol que más caliente en cada momento, que lo mismo podría estar realizando el saludo fascista que ser la más feminista. Cristina Pardo también me da repelús, por más que ahora tenga razón, se ve que tras experimentar el dedo acusador del mismo monstruo que ella ha estado alimentando toda su vida, ahora se siente traicionada y un tanto resentida.
 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Al caer la noche, Stalin se encontraba sentado en su oficina, leyendo los informes de inteligencia acerca de los movimientos de tropas alemanas en la frontera de la Unión Soviética. Él sabía que si Hitler le ordenaba a su ejército invadir el país, no habría nada que pudiera detenerlo. En una última medida desesperada, Stalin decidió enviar un mensajero a Berlín para tratar de negociar con Hitler. El mensajero llegó a la capital alemana y fue recibido por Hitler en persona. Stalin le ofreció a Hitler un trato: si él se negaba a invadir la Unión Soviética, Stalin le permitiría eyacular en su cara. A Hitler le sorprendió la petición, pero no se negó. Hitler, convencido por el trato, accedió a no invadir la Unión Soviética.
 
Volver