Lo peor no es con la solidaridad nacional (que desconozco como funciona...), lo peor es cuando va para el tercer mundo. Que es ya de traca.
Con toda la buena voluntad la gente del primer mundo dona su paquete de arroz o sus garbanzos para que los niños pobres puedan comer. ¿Quién no lo haría si estuviese en su mano??
El problema es que ese niño está en un país a 7.000km, seguramente una dictadura. Y no vivirá en la capital, sino en una aldea a 800km de la que se llega por carreteras de barro y casi casi en burro.
Eso significa que ese kilo de comida habría que enviarlo a la otra parte del mundo. Por medio tienen que cobrar (a sueldo de primer mundo...) todos los de la ONG, a ver si nos creemos que lo hacen gratis.
Después el coste del envío puede ser de risa. Va a costar más el collar que el perro. Pero es que lo bloquearán en aduanas, y el sistema corrupto de turno pedirá su mordida.
En el caso extraño de que pueda pasar, casi siempre con burocracia que haga que esté semanas en puerto, habrá que hacer llegar esos alimentos a ese poblado perdido de las montañas. Un coste infernal, más días y días.
Al final, en el caso de que llegase (improbable...), habría costado mucho más de lo que esa persona de buen corazón ha donado. Y fíjate tú, dará de comer a una familia un día. O un par de días. ¿Y mañana????
Es una gran estafa, aunque un millón de personas (que es una cantidad inmensa) donasen un kilo de comida, aunque llegase sin ningún sobrecoste, significa que simplemente al otro lado del mundo un millón de personas comen un día. ¿Y el resto?
Pero es que la realidad no es así. La realidad es que apenas llega. Y cuando llega, muy a menudo inunda una zona concreta y pequeña de comida. Produciéndose un efecto perverso: el proveedor local cierra su negocio porque su competencia es gratuita. Acabada la ayuda, la situación es aún peor porque nadie suministra comida, te has cargado al que antes lo hacía a duras penas.
Es todo un puñetero timo, el negocio está en que el primer mundo se sienta culpable (más que culpable, responsable..) de la miseria en otras partes del planeta, y que crea firmemente que con su solidaridad pueden hacer algo. Hace poco en los pueblos de mi tierra había un programa público para concienciar a la gente contra el desperdicio de alimentos, estableciendo una relación (de forma sutil, no lo decían directamente...) entre su abundancia, ese desperdicio, y el hecho de que en otras partes del mundo se pase hambre.
Algo profundamente demencial, destinado a que esa culpabilidad provoque que la gente sea manejable.
Y no, no funciona así. Mejorar esas partes del planeta pasa por derrocar a sus dictadores, expulsar las religiones extremistas del poder, liberalizar su mercado, dar seguridad jurídica, conseguir atraer inversión, capitalizarse como país. Lo que han hecho todos y cada uno de los países que durante los últimos 200 años pasaron de pobreza general a ser ricos.
Si mantienes la quimera de que el primer mundo puede conseguir erradicar el hambre a base de donaciones, estarás controlando muchas cosas.
Pues no, si quieres hacer un favor a África, Latinoamérica profunda, la Asia más tercermundista, no te pongas a regalar kilos de arroz que nunca llegarán. Compra acciones de empresas que quieran invertir allí.