En la entrevista que Mariano Rajoy mantuvo con Albert Rivera el pasado martes en La Moncloa, el líder de Ciudadanos adelantó al presidente que había grandes posibilidades de que acabara apoyando a Cristina Cifuentes en Madrid y a Susana Díaz en Andalucía. Exactamente la misma información que Rivera transmitió al líder del PSOE, Pedro Sánchez. Según fuentes del Gobierno, Rivera se enfrenta a dos problemas inmediatos que tienen reflejo en el horizonte cercano de las elecciones generales: por una parte, está obsesionado con llegar a ellas como principal referente de la centralidad política, lo que implica no tomar decisiones anticipadas que sean interpretadas como una apuesta ideológica clara a favor de la izquierda o de la derecha. Por otra, empieza a tener miedo a la sobreexposición, ya que le puede acabar pasando lo mismo que a Podemos, al ser Ciudadanos una fuerza nutrida por una militancia de aluvión con multitud de puntos sensibles a poco que centren el foco en ellos los medios de comunicación.
La Comunidad de Madrid y la Junta de Andalucía son dos piezas claves dentro del gran puzzle postelectoral que entró en juego a partir del pasado 22 de marzo. Rivera y Cifuentes se conocen desde hace años y se caen bien, ambos se entienden porque comulgan con unas ideas muy parecidas y poco sectarias. La candidata del PP ha llegado a decir que le gustaría ver al líder de Ciudadanos en las filas de su partido y ha hecho todos los esfuerzos, con la ayuda de Rajoy, para despejar cualquier obstáculo que pueda impedir que Rivera le apoye en su investidura. La rápida dimisión de los consejeros madrileños Lucía Figar y Salvador Victoria, nada más ser imputados en la trama Púnica, se explican por estos motivos. Rivera ha abordado con Cifuentes, y también con Rajoy, el riesgo de verse atrapado por un respaldo al PP en la Comunidad de Madrid si decisiones judiciales de las próximas semanas/meses salpican a otros cargos del partido en la Comunidad. La respuesta de sus interlocutores ha sido tajante: en ese supuesto, se aplicaría el bisturí de forma automática. Para Pedro Sánchez, ver a Ángel Gabilondo cuatro años sentado en los bancos de la oposición sería un fracaso que ha intentado combatir por todos los medios, incluso advirtiéndole a Rivera de que pagará caro apuntalar al PP en esta comunidad.
Andalucía aprobará un paquete de medidas contra la corrupción
Para compensar el apoyo al PP en Madrid, nada mejor para Ciudadanos que facilitar al PSOE el gobierno andaluz, después del calvario que arrastra Susana Díaz desde hace más de dos meses para conseguir su investidura. Geometría variable para mantener inmaculada la centralidad política. Este es el guion que tiene escrito Rivera para Ciudadanos y el que ya ha trasladado también a Susana Díaz. Su equipo da por hecho que el acuerdo está cerrado. Se anunciará en breve un paquete de medidas para combatir la corrupción y garantizar que no volverán a producirse casos como el de los ERE, en el que se han desviado más de 700 millones de euros destinados a los parados a otros bolsillos. Rivera también teme verse pillado en su apoyo a los socialistas andaluces si nuevas detenciones o decisiones judiciales comprometen, como ya está ocurriendo, a otros exaltos cargos de la Junta. La respuesta andaluza ha sido parecida a la de Madrid: funcionará la cirugía sin contemplaciones. Con este presumible apoyo al PSOE andaluz, Ciudadanos intentará demostrar que no trabaja en clave de frentes y, sobre todo, que en la mayoría de las circunscripciones ha optado por apoyar a la lista más votada para facilitar la gobernabilidad. Para este martes, hay prevista una reunión entre Susana Díaz y Juan Marín, la cara visible de Ciudadanos en el sur.
Dentro del gran rompecabezas abierto hasta las generales, apuntan fuentes socialistas, para Ciudadanos es también importante lo que suceda en Cataluña después de las elecciones del 27 de septiembre, si finalmente llegan a celebrarse. Rivera comunicó tanto a Rajoy como a Sánchez que sería el momento de unir fuerzas con el PP y con el PSC en esta comunidad para formar un gran bloque antisoberanista, línea en la que también trabaja desde hace más de un año Sociedad Civil Catalana. Esta ofensiva ha quedado, de momento, en cuarentena.
En Madrid, a Cristina Cifuentes no le basta con la abstención de Ciudadanos. Necesita su voto a favor porque dispone de 48 diputados y entre el PSOE y Podemos suman 64. El PP más los 18 parlamentarios regionales de la formación de Rivera, suman 66, uno por encima de la mayoría absoluta en la Comunidad. En Andalucía, Susana Díaz podría llegar sobradamente con sus 47 escaños a los 55 de la mayoría absoluta con el apoyo de los 9 de Ciudadanos, sin tener que permanecer atada a los 15 de Podemos ni a los 33 del PP. Además, apuntan fuentes socialistas, es una apuesta que la distinguiría de la de Pedro Sánchez y otros barones socialistas, dispuestos a los atajos para conquistar poder territorial gracias al favor de la izquierda radical. De aquí al sábado, quedará despejado también el tablero municipal, donde el PP y el PSOE han desatado una batalla en el sur a cara de perro.
