A mi es que nadie me cae bien. Con los años vas aprendiendo, tratando con gente, gentucilla y ralea y te vas impregnando de su cosa -que podía quedarse en ellos pero la gente es tan altruista que le gusta salpicar con su cosa-.
Pero, en el caso que nos ocupa, se me antoja una ofensa a la inteligencia que un tío tenga la osadía de pedir 300000 € por un cuchitril de cosa, con dos sillas y sin terraza, en un barrio de cosa, y en el que sentarse a comer un pincho de ¿tortilla? es jugársela a una gastroenteritis que ni los cagaplayas más morenos han conocido.