CIENCIA CIENTÍFICA: Arabia Saudí paga a científicos españoles para hacer trampas en el ‘ranking’ de las mejores universidades del mundo

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Arabia Saudí paga a científicos españoles para hacer trampas en el ‘ranking’ de las mejores universidades del mundo

Más de una decena de investigadores en España declaran falsamente que su trabajo principal es en instituciones árabes, para auparlas artificialmente en las clasificaciones académicas


La química Mira Petrovic, una de las científicas más citadas de España y del mundo, muestra todavía estupefacta la oferta que recibió de una universidad saudí justo antes de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. La investigadora percibiría cada año 70.000 euros en su cuenta bancaria si hacía constar esa institución árabe, la Rey Saúd de Riad, como su lugar de trabajo principal en una de las bases de datos que utiliza el influyente ranking de Shanghái para designar a las mejores universidades del planeta. Petrovic, que trabaja en Girona en el Instituto Catalán de Investigación del Agua, solo estaría obligada a pisar Arabia Saudí un par de veces al año, en escapadas de tres días. Ella rechazó sin dudar este ofrecimiento “indecente”, pero decenas de reputados investigadores de todo el mundo figuran como afiliados a universidades saudíes en primer lugar, aunque sea obviamente falso, disparando artificialmente a las instituciones árabes en las clasificaciones académicas internacionales. China, con 12 casos, y España, con 11, son los países con más investigadores que actualmente muestran un salto ficticio a un centro saudí.

El ranking de Shanghái es el más poderoso del mundo. Las universidades luchan cada año para escalar posiciones, ganando un prestigio que se puede traducir en influencia política o en más dinero por las matrículas de los alumnos. La número uno actual es la Universidad de Harvard, en Estados Unidos. Entre los factores decisivos para ascender peldaños figuran el número de ganadores del Nobel y la cantidad de profesores incluidos en los Highly Cited Researchers, una lista elaborada por la empresa inglesa Clarivate con los 7.000 científicos de todo el mundo cuyos estudios son más citados por otros colegas. Las universidades saudíes ofrecen dinero fácil a estos investigadores muy citados para que cambien su principal lugar de trabajo en la base de datos, un truco que solo se detecta en la web de Clarivate. En el mundo real, los científicos españoles siguen trabajando en España y firmando sus investigaciones con sus instituciones españolas.

El químico Rafael Luque aceptó en 2019 una oferta saudí y modificó sus datos, para figurar en primer lugar como investigador de la Universidad Rey Saúd, a espaldas de su auténtica empleadora, la Universidad de Córdoba. La institución española le ha expulsado de facto, con una sanción de 13 años sin empleo y sueldo, según reveló EL PAÍS. La Universidad de Córdoba se desplomó unas 150 posiciones en el ranking de Shanghái por aquel cambio a escondidas de Luque, según un detallado informe sobre el caso enviado a este periódico por la consultora SIRIS. Si Luque no se hubiese mudado falsamente al centro saudí, la Universidad de Córdoba estaría en torno al puesto 684 del ranking de Shanghái, en lugar del actual 837.

El químico Damià Barceló fue uno de los primeros investigadores españoles que aceptó una oferta saudí. Desde 2016, consta como científico de la Universidad Rey Saúd en primer lugar, pese a que su dedicación principal es ser director del Instituto Catalán de Investigación del Agua. Barceló asegura que a él le interesaba analizar los contaminantes en cultivos regados con aguas residuales en Arabia Saudí. “La solución para poder realizar estos estudios era que tuviésemos como primera afiliación la Universidad Rey Saúd. Era una condición sine qua non: sin afiliación a la Rey Saúd yo no podría recoger muestras en Arabia Saudí”, afirma.

Barceló, de 69 años, es uno de los científicos más prolíficos de España. Ha firmado más de 1.600 estudios en su vida, alcanzando algunos años un ritmo de un nuevo trabajo cada tres días. Para conseguir entrar en la lista de Highly Cited Researchers es importante la calidad, pero también influye mucho la cantidad. Ya en 2013, Barceló recibió de manos del actual rey saudí, Salmán bin Abdulaziz, un premio dotado con 500.000 riyales (unos 120.000 euros) por sus investigaciones sobre los contaminantes en el agua, por ejemplo, la presencia de cocaína en los ríos españoles.

El químico reconoce que solo ha ido a Arabia Saudí una vez al año a recoger muestras y dar una charla, pese a figurar como investigador de la Rey Saúd. Barceló niega recibir los 70.000 euros anuales ofrecidos a otros científicos, pero no revela las condiciones de su contrato con la universidad saudí, más allá de explicar que le cubren todos los gastos de sus “carísimos” experimentos y que le pagan hoteles de lujo, viajes en primera clase y hasta 2.000 euros por conferencia.

Arabia Saudí es una dictadura islamista que condena a fin cada año a decenas de personas, a menudo crucificadas o decapitadas con espada en plazas públicas. En las universidades Rey Saúd y Rey Abdaluziz las mujeres van habitualmente cubiertas con un niqab neցro, el velo integrista que tapa el rostro. Barceló recuerda dar charlas en las que la sala estaba llena de hombres y, segregadas en una habitación contigua, las estudiantes veían el acto en una pantalla.

Decenas de los científicos más citados del mundo han recibido una oferta saudí y la han rehusado. Mira Petrovic, también adscrita a la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA), explica abiertamente que rechazó los 70.000 euros anuales. Otros dos miembros españoles de la lista de Highly Cited Researchers acceden a hablar de sus casos, pero de manera anónima. No todas las propuestas son iguales. Uno de ellos cuenta que un profesor saudí le ofreció, cara a cara en una videoconferencia, unos 4.000 dólares al mes. “Me duplicaban el sueldo”, relata. El otro investigador recuerda que recibió un mensaje de un intermediario de una universidad española, que le trasladaba una oferta ridícula de la Universidad Rey Abdulaziz: unos 11.000 euros anuales de financiación para un proyecto de colaboración, con la escandalosa condición añadida de incluir en sus estudios a coautores saudíes que en realidad no harían nada.

El suizo Yoran Beldengrün, coautor del informe de la consultora SIRIS, recalca la opacidad de las transferencias saudíes. “Unos científicos usarán el dinero para adquirir un microscopio y otros para comprar una casa en la Costa Brava”, advierte. Su consultora, con sede en Barcelona, asesora a universidades de medio mundo. Beldengrün y sus colegas se enteraron al leer EL PAÍS de la sanción a Rafael Luque y decidieron analizar casos similares. “Hasta donde sabemos, es la primera vez que una universidad toma una decisión así [dejar sin empleo y sueldo al investigador]. Esta decisión tendrá, probablemente, una enorme repercusión no solo en España, sino en todo el mundo, haciendo a las universidades reconsiderar los derechos y obligaciones de su personal académico”, argumenta el informe.

El análisis de la consultora barcelonesa muestra que Arabia Saudí presume de 112 investigadores en la lista de los científicos más citados del mundo, una proporción que multiplica por cinco a la de Alemania. Otro de ellos es Luis Martínez, catedrático de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Jaén. Martínez cuenta que entró en la lista de los Highly Cited Researchers en 2017 e inmediatamente empezó a recibir ofertas de universidades árabes. Las rechazó durante un lustro, pero afirma que el año pasado no consiguió financiación pública española para sus proyectos y decidió aceptar un ofrecimiento saudí, con unos 60.000 euros anuales sobre la mesa.
 
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La ciencia ha quedado para esto. Publicar cosas que nadie lee para que tus amigos te citen para pillar la pasta de los estados.

Nunca puede haber verdadera ciencia, si hay unos burócratas meatintas metiendo sus narices
hacían más ciencia los presocráticos, Platón y Aristóteles que los """científicos""" hezpañordos de ahora.

La ciencia actual emana de centros de investigación muy muy muy contados. O de empresas privadas con altos niveles de I+D.

¿Alguien cree que los doctorandos, los posdoc, los catedráticos hezpañordos hubieran podido desarrollar ChatGPT? Ni en mil vidas. Como mucho aspiran a pedir su prohibición porque 'ejjjjjjjjjque entonces pa qué servimos?'
 
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