Es cierto que el ruido independentista ha aumentado mucho en Cataluña de unos años a esta parte. Por un lado van llegando a la madurez las generaciones educadas por el sistema educativo nacionalista, con una visión del mundo completamente equivocada pero irreversible. Por otro, los medios de comunicación catalanes están completamente entregados para poder seguir recibiendo las millonarias subvenciones de que vive la casta paralela, que es la principal casta de Cataluña. Los medios públicos, como TV3, directamente emulan a TV Belgrado de los años gloriosos de la guerra balcánica. Es una cosa da repelúsnte.
Ahora, ante la ruina total a que han conducido al país, la casta política también se ha apuntado al independentismo como los nazis al antisemitismo, para disimular.
La completa estulticia de la clase política española, que es incapaz de ofrecer argumentos convincentes en pro de la unidad (los gruñiditos de cerdito de porquisoraya diciendo que perjudica a la prima de riesgo son grotescos) ha acabado de preparar el pastel.
La situación va de nuevo hacia el choque. El marco mental es de victimismo. Los análisis que reconducen la cuestión hacia los intereses de la burguesía yerran. El movimiento surge de mucho charnego reconvertido y renegado de sus orígenes, de mucho pueblerino convencido de la superioridad genética de la raza catalana (o mejor dicho, de la inferioridad de la española), en general de clases medias y medias bajas cuyo único acceso a la cultura ha sido la escuela nacionalista y TV3. Gente que considera a la Terribas una gran periodista y cosas semejantes.
En general, toda la gente que conozco que irá a la manifestación es muy mediocre, y va porque toca, no porque tenga raciocinio.