Cada español acumula una deuda media con bancos y cajas de 20.500 euros

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Cada español acumula una deuda media con bancos y cajas de 20.500 euros
Los compromisos de pago se han multiplicado por 2,5 en seis años Los especialistas consideran que aún no se ha llegado a niveles de riesgo
21.10.07 -
CÉSAR COCA

Cada español acumula una deuda media con bancos y cajas de 20.500 euros

Nunca hemos tenido tanto dinero y nunca hemos vivido tan endeudados. A día de hoy, las familias españolas acumulan una deuda de 900.000 millones, lo que equivale a una media de 20.500 euros por persona. Hace sólo seis años, eran 8.300. Dicho de otra forma: en lo que va de década, la deuda de los hogares se ha multiplicado por dos y medio. Los especialistas insisten en que no hay, de momento, motivo para la alarma. Pero lo cierto es que las obligaciones de pago de las familias siguen en aumento, incluso de forma un tanto paradójica: desde hace casi dos años el consumo crece a menor ritmo, y sin embargo el crédito destinado a ese fin se acelera. En la sociedad de la opulencia, como la bautizó Galbraith, se persigue tener cuanto antes lo que se desea, aunque ello suponga contraer más y más deudas. Hasta hace bien poco, nadie habría pensado en pedir una hipoteca para adquirir bienes de consumo. Sin embargo, cinco de cada cien euros concedidos en préstamos por bancos y cajas corresponden exactamente a ese modelo. Vivir a crédito no es hoy sinónimo de mala administración doméstica, como lo era en la generación de nuestros abuelos. Es simplemente normal.

La deuda de las familias equivale a aproximadamente el 90% del Producto Interior Bruto (PIB), cuando en el año 2000 apenas superaba el 54%. Es decir, para pagarla sería preciso reunir toda la riqueza creada en el país entre el 1 de enero y el 25 de noviembre. Visto desde una óptica más doméstica: una familia media necesita el 125% de su renta bruta disponible (antes de pagar impuestos, lo que significa que una vez liquidados éstos es preciso un porcentaje muy superior) de un año para hacer frente a la totalidad de sus obligaciones con el sistema financiero. La media de los países del euro está alrededor del 100%, así que en materia de endeudamiento también estamos a la cabeza de Europa.

La delgada línea roja

¿Han traspasado las familias españolas la delgada línea roja que las sitúa en peligro de quiebra? Todos los especialistas coinciden en responder con un 'no' rotundo. Una negativa que se basa en un dato tranquilizador: los activos financieros de esas mismas familias superan la suma de 1,8 billones de euros. Es decir, la cuantía total de su dinero en efectivo, los depósitos bancarios, las inversiones a plazo fijo, las acciones, los fondos de inversión y pensiones, las pólizas de seguro, etc. es el doble que la de la deuda. Lo que sucede es que la línea roja que no debe traspasarse a menos que se quiera asumir un riesgo cierto no está fija en un lugar.

Esa movilidad supone que no pocas familias pueden acostarse un día creyéndose a salvo y despertarse a la mañana siguiente envueltas en el sudor frío del miedo. La razón está en la parte de esos activos financieros que está invertida en acciones. Porque mientras que la deuda responde a las decisiones adoptadas por los particulares (pedir nuevos créditos o cancelar los existentes), la cotización de las acciones escapa de su control. El día que la Bolsa se vuelve loca y sube con entusiasmo irrefrenable, la situación financiera de muchas familias mejora. Cuando se desploma ante rumores o amenazas de crisis, el respaldo económico de esos mismos hogares disminuye. Y hay que tener en cuenta que el 42% de los activos financieros de los ciudadanos está directa o indirectamente (fondos de inversión y de pensiones) relacionado con el parqué.

«Estamos lejos del límite de riesgo, y además ya se han puesto las condiciones para que se frene el endeudamiento». Julián Cubero, economista jefe del Servicio de Estudios del BBVA para España, lanza un mensaje tranquilizador. Por un lado, recuerda que la riqueza total de los hogares multiplica por siete el PIB y está formado al 80% por propiedades inmobiliarias. Por otro, apunta que las condiciones para que se frene el endeudamiento ya están puestas. Los créditos hipotecarios descienden desde hace unos meses y ahora quien tira de la demanda es el crédito al consumo, mucho menos relevante para el resultado final, porque aunque ha crecido mucho supone sólo el 27% del total.

Inercias

Un total que es llamativo se mire como se mire: «Estamos en tasas de endeudamiento que se aproximan a las habituales en Estados Unidos y Reino Unido, y desde luego están por encima de las que se dan en la Europa continental», explica Xavier Segura, jefe del Servicio de Estudios de Caixa Catalunya. Pero lo más destacable a juicio de Segura es la velocidad a la que la deuda se ha acumulado, favorecida por una serie de circunstancias coincidentes: la estabilidad de precios causada por el euro, los bajos tipos de interés, la larga fase de crecimiento, las cifras históricas de población ocupada...

Los indicadores económicos empiezan a mostrar una desaceleración en la evolución de la deuda, pero las inercias continúan. Algunas de ellas son muy evidentes: así, mientras el consumo creció en 2005 al ritmo del 4,2%, bajó al 3,7 en 2006 y puede terminar el presente año con un 3,2%, según el Servicio de Estudios del BBVA, el crédito solicitado para financiarlo ha seguido en aumento. En 2006 se disparó nada menos que un 18%. Ello significa que las familias moderaban su afán de compra de bienes y servicios al tiempo que recurrían más y más a bancos y cajas para financiarlo. Incluso con fórmulas poco utilizadas hasta ahora.

Como explica Segura, es precisamente la flexibilidad de las entidades financieras a la hora de ofrecer fórmulas de financiación lo que explica el mayor recurso al crédito para el consumo. Es una de las razones por las que el saldo de los créditos hipotecarios para financiar consumo supera ya el 5% del total, según los últimos datos del Banco de España. Hace unos años, ningún ciudadano habría pensado seriamente en pedir un crédito hipotecario para comprar un coche o pagarse unas vacaciones. Ahora cada vez más gente lo hace, apoyada en el hecho incontestable de que un mayor patrimonio inmobiliario (por revalorización de la vivienda habitual o por posesión de una segunda residencia) permite recurrir a él para conseguir a crédito nuevos bienes de consumo o servicios.

De forma paralela, el ahorro se desacelera. Tanto que las familias españolas han dejado de financiar al sector empresarial -como tradicionalmente ha sucedido- y desde hace cuatro años sucede justo lo contrario: que para pagar sus gastos necesitan financiación del resto de la economía. En cuantía nada poco apreciable, por cierto. En 2006, según datos del Banco de España, el 2,2% del PIB se destinó a ese fin.

El dato tiene una explicación macroeconómica: la remuneración al ahorro ha sido tan baja en los últimos años que apenas era rentable, coinciden Segura y Cubero.

Más prudencia

Sin embargo, la subida de los tipos de interés y una cierta sensación de que el ciclo alcista de la Bolsa podía estar llegando a su fin hicieron que se rompiera la tendencia de los últimos años en este apartado: en 2006 por primera vez en la década, un número relativamente alto de ciudadanos empezó a rescatar su dinero de inversiones en renta variable para desviar el capital hacia productos de menor remuneración potencial pero mayor seguridad. Esa es la razón de que pese a las subidas de la Bolsa, a final de año fue más el dinero retirado de la misma que el que entró en ella. Los hogares optaron por la prudencia.

¿Hay detrás de esta aceleración del consumo un cambio de modelo en el comportamiento económico de los españoles? Los analistas coinciden en que la vieja máxima de los abuelos, que aconsejaba no adquirir un bien hasta que no pudiera pagarse con los ahorros acumulados, ya no es atendida hoy por nadie.

«Es natural que sea así y que ahora se ahorre menos que digamos hace 40 años, porque muchas de las contingencias que preocupaban a nuestros abuelos nosotros las tenemos cubiertas».

Juan Carlos Rodríguez, sociólogo y miembro del gabinete Analistas Socio-Políticos, se refiere a la posibilidad de una enfermedad, el desempleo o incluso la jubilación. Son cosas que creaban inseguridad y por eso las familias trataban de cubrirse acumulando ahorros que les permitieran superar esas contingencias. «En realidad, hoy estamos ahorrando para todo eso de forma indirecta, con unos impuestos que son los que financian la cobertura social ante esas situaciones», dice Rodríguez.

Esa menor preocupación por el futuro permite 'liberar' recursos para destinarlos al consumo, aunque no sólo a ello. Por ejemplo, ya no se considera tan importante dejar dinero a los hijos como darles en el momento adecuado la formación que les permita situarse en una posición de ventaja para conseguir un buen empleo con una adecuada remuneración.

Emulación

El sociólogo y ensayista Enrique Gil alopécico también cree que el aumento del consumo está accionado por la palanca del contagio. «Las personas se dejan contagiar por los demás, y hacen lo mismo que sus parientes, amigos, compañeros y vecinos». Un efecto que, sostiene, tiene tanto de «emulación como de competición. Emulación al imitar con esnobismo a los grupos de referencia. Competición al rivalizar por envidia para no ser menos que los demás». Una competición que lleva a comprar móviles, ropa de marca, motocicletas o vacaciones a lugares exóticos porque otros los tienen. Y un fenómeno, además, que «se ha intensificado mucho más porque el efecto contagio se transmite y propaga a través de la red multilateral de Internet», explica Gil alopécico.

La radiografía del consumo de los españoles le da la razón. En apenas siete años, los transcurridos entre el primer y el último estudio con el modelo actual de la Encuesta continua de Presupuestos Familiares que elabora el INE, ha disminuido el gasto relativo de los hogares en alimentación, bebidas y tabaco, vestido y calzado, mobiliario y equipamiento doméstico y enseñanza, mientras crece el destinado a vivienda, comunicaciones, hostelería y ocio.

Un análisis pormenorizado de los datos permite comprobar que la presencia de hijos menores en los hogares dispara el gasto en comunicaciones, hostelería, ocio y transportes. Sin duda, ahí está ese efecto emulación del que habla Gil alopécico, y que tanto impacto tiene entre los jóvenes. Y es esa emulación la que muchas veces lleva al consumo. Aunque sea endeudándose.

http://www.diariosur.es/20071021/economia/cada-espanol-acumula-deuda-20071021.html
 
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Bueno este tio da una vision global de la situacion, pero se equivoca en una cosa, si segmentamos la situacion nos damos cuenta que hay un trasbase de riqueza de una generacion a otra, con lo cual hay una parte de esta sociedad que esta en quiebra tecnica y son precisamente los que mas necesitan refinanciarse con unos activos que ya no cubren las espectativas.

Lo que a mi mas me flipa es el sistema piramidal que se ha montado, como se da por normal y logico que la siguiente generacion dedicara mas esfuerzo, la siguiente mas, y mas, mas... ¿Hasta donde?, hasta que no salga rentable vivir dentro del sistema???, creo que el chiringuito financiero no va a durar mucho por este camino, claro que hay otra forma de ver toda esta situacion.

En principio tambien podemos estar descolocados, y solo se trate de un movimiento resultado de la globalizacion, dejamos de ser ricos todos en occidente y dejan de ser todos pobres en oriente, quiza no nos damos cuenta y no estan permutando nuestro status, antes un pobre occidental vivia mejor que un rico oriental, ahora un rico oriental vive muchisimo mejor que un pobre occidental. Esto se parece a la peli de harry potter cuando el sombrero pone a cada niño en su sitio, tu rico y tu pobre...

Basandome en los modelos conocidos estoy suponiendo la forma de la distribuicion de la riqueza:

20% de la poblacion tiene 80% de los ACTIVOS y 80% tienen el 20% de los ACTIVOS. Lo puse en mayuscula, porque una segunda residencia o un piso vacio es PASSIVO.

Y justamente esta pasivo esta supermegagigavalorado.
Veo una distorsion tremenda, comparandolo con todos los paises desarollados incluyendo EEUU y Reino Unido.
 
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