Ya sabes que el personal no se da cuenta de NADA.
Las teles pro-gobierno (que son TODAS) ya han preparado el publireportaje: sacan algún caso muy claro, fuera de discusión, alguien como Sampedro que dice clara y repetidamente que quiere morir pero no puede suicidarse porque es tetrapléjico. Apela a las emociones, quien esté a favor es bueno y el que no es malo. ¿Quien puede negarse frente a algo así? Y luego por la puerta de atrás te meten el verdadero contenido de la ley: qué hacer con las personas que no están en condiciones mentales de dar su consentimiento expreso.
Ser consciente de tu existencia como ser vivo es una cuestión sobrevenida. Nacemos y crecemos nuestros primeros años de vida sin capacidad para sobrevivir por voluntad propia ni de valorar el hecho de estar vivos.
Con el tiempo y las experiencias personales de todo tipo, vamos dibujando un mapa de lo deseable, lo admisible y lo insoportable. Casi todos viajamos por ese mapa visitando, de forma voluntaria o sin querer, las tres "provincias", cuando caes en la casilla de lo insoportable y pierdes la esperanza de salir de ella, en ese momento tu vida se convierte en una tortura.
La tortura no tiene buena prensa, aunque se practique habitualmente de forma hospitalaria (lenguaje Orwellino de 1984), por eso no se puede dejar en manos de los profesionales "especialistas" la valoración de la dignidad existencial de una persona cuyo sufrimiento físico y psíquico depende de su fracasado arte de curar y, a menudo, de quien le considera una carga para del erario público con el que se paga su salario.
Lo de Sampedro fue un desastre. Murió como un perro debido a la ineptitud de la piadosa protagonista.
Sampedro disponía de una mente lúcida y, aunque no fuese capaz de crear, disponía de la herramienta que les permitió a Einstein, Cervantes o Shakespeare convertirse en referentes para nuestra especie. Si bien es cierto que nunca podría emular a Mesi.
Si me tuviera como amigo y estuviera convencido de que esa era su elección, yo mismo le facilitaría la huida.
En cuyo caso habría de disponer de un certificado conforme estaba mentalmente sano y poder adquirir, para su uso inmediato y controlado, el veneno que le matara sin causarle sufrimiento.
Yo no puedo emular a ninguno de los referentes señalados y si la frustración me llevara a un sufrimiento insoportable, me gustaría poder disponer de una pócima que me librara de vuestros dedos acusadores.
http://si.easp.es/eticaysalud/sites...torno_a_la_asistencia_al_final_de_la_vida.pdf
Morir en casa con dignidad. Una posibilidad, si hay apoyo y cuidados de calidad | Gaceta Médica de Bilbao