La feria de Sevilla es lo más cutre que vi nunca (fui una vez y no he querido ir más... y aguanté hasta la tercera sevillana, diez minutos... y me marché). Sitio pueblerino, cutre, absurdo, sucio, carente de estilo, huele mal -sobre todo las que bailan sevillanas y les abandonó el desodorante y siguen bailando sevillanas-... Es todo muy sucio, cutre, pueblerino, propio de gente estulta, como vi... Tal vez por todo eso es tan apreciado por muchos de nuestros gobernantes, banqueras, ministras, actrices, gobernantas, actores, ministros y algunos banqueros -cada vez menos-.
Me gustó más la feria de Málaga, la del centro, la que es como cualquier día de los años ochenta en el centro de Madrid, pero sin restricciones... cuando había menos asaltos, navajeos, violaciones y, encima, parece ser, que una tasa de vida mayor que ahora (por el el bichito, sin duda), pero mayor tasa de supervivencia, como en Japón, el país con la mayor esperanza de vida, aunque se pueda fumar en cualquier sitio... menos en la calle. Curioso y da qué pensar (o debiera).