Claudio de la Rosa
Madmaxista
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- Empecemos por su afición acérrima y de por vida a un equipo de fútbol cuya mayor gesta ha sido ganar segunda división para jugar en primera y del que ningún jugador ha sabido nunca el nombre de nuestro malhadado.
- Estudia una ingeniería, después contrato de prácticas, quién sabe si hasta hizo un máster y luego más prácticas, luego mileurista por un tiempo antes de tener un sueldo que le permita emanciparse. En resumen, años de comer cosa en este desierto laboral.
- Se emancipa junto a su pareja y consiguen hipotecarse para meterse en lo que le venden como un piso de lujo por ser moderno y un diseño muy chulo (cuestionable) pero que no es más que una chabola de cartón a decenas de metros del suelo y que paga a precio de lo que costaba un chaletazo de lujo hace 20 años
- Nuestro protagonista flipa con lo mermada que llega su nómina a la cuenta bancaria después de la batería de impuestos que le cargan, pero hay que pensar en Sanidad y Educación ® y entonces acepta.
- Llega la esa época en el 2020 de la que yo le hablo, el Gobierno le impone un arresto domiciliario de 99 días en su zulo. También acepta. Quizá hasta aplaude en el balcón lleno de confianza hacia esos funcionarios tan capaces que velan por los ciudadanos.
- Ya es padre, es el mejor momento de su vida, por fin parece que se ha hecho un lugar en este mundo y, aunque con más esfuerzo del que debiera haberse necesitado, todo empieza a dar sus frutos.
- A la segunda semana de estar de baja de paternidad, con la mujer convaleciente por una cesárea, pues España es líder en partos medicalizados y cesáreas (gracias, Sanidad y Educación ®), se declara un incendio en su edificio, la lógica le dicta salir de allí con sus hijos en brazos, pero uno de esos funcionarios que velan por nosotros le insta a que se encierre en casa, que ahí estará mejor. Acepta.
- Ya con el rugir del fuego haciendo temblar las paredes de su baño y el humo colándose por los conductos de ventilación, sabiendo que la fin de sus seres más queridos es inminente y que todo podría haberse evitado, se cuestiona esa confianza en el sistema y le hace saber a su amiga que está fuera que van a morir porque le ordenaron volver a casa.
Bonus track:
Ahora visualicemos una vida paralela de un ingeniero igual en EEUU: 120 mil al año desde el momento en el que sale de la universidad, 150 mil después de cuatro años de experiencia; su mujer, administrativa, aporta 60 mil; 210 mil al año. Se compran un casoplón con pedazo de backyard en una gated community en los suburbios por el coste de dos años de trabajo. Parto en hospital privado con habitación de lujo y menú a la carta. ¿Incendio en casa? No pasa nada, camionazo de bomberos rugiendo con Chad Bryton y Nick Casanova al frente, manguerazo al porche y todo queda en un susto, el hijo del matrimonio lo ve y decide que de mayor quiere ser bombero, cumple 21 y se hace bombero sin necesidad de pasar por los 12 trabajos de Hércules y cuatro años de humillación. Fin de la historia.
Que conste que la fin de esta familia me ha afectado muchísimo y que mi escrito no contiene ninguna intención de mofa hacia ellos, es más bien una crítica a esa bota que es la Administración Pública española que tiene a tantos oprimidos y que no deja respirar.
