No estoy en contra de la eutanasia, pero extenderla a enfermos mentales ya rebasa el límite de la eutanasia para entrar en otra cosa.
Si es una enferma mental de verdad no está en condiciones de decidir sobre su muerte.
Si un enfermo mental severo no está en condiciones de decidir sobre su patrimonio y para eso la ley puede incapacitarle, ¿cómo va a permitir la ley que decida sobre su muerte, que es más importante que su patrimonio?
Pero claro, es que estamos hablando de Bélgica, país que perdió todo sentido común hace muchos años. El país que tenía una de las universidades más prestigiosas del mundo, la Universidad de Lovaina, y la partió en dos (alumnos, profesorado, bibliotecas, laboratorios, etc.) para que unos hablaran francés y otros neerlandés. Y ahora, en vez de una gran universidad tienen dos chiringuitos cutres. Bélgica, el país que acogía a asesinos de ETA como refugiados políticos. Bélgica, la patria de Puigdemont. Bélgica, ese sitio poco agradable con unos canales muy bonitos.