Los banderilleados andan por ahi anunciando su pinchazo a los cuatro vientos, lo suben a Instagram, lo comentan por los grupos de whatsapp… sólo hace falta apuntar los que no lo publican y sacar los datos por descarte.
No será un dato oficial pero sabrán perfectamente quién está y quien no.
Claro, y en la Administración la gente no tiene otra cosa que hace rque andar mirando el facebook de los compañeros o de lo subordinados. Y si no tienen otra cosa que hacer, irán a tomar cafelito o a leer el periódico o de compras: que son funcionarios.
Y muchos funcionarios no tienen Facebook, ni tienen a otros en los grupos de whatsapp. Y de los que lo tienen, muchos no tratan esos temas. (Entre los funcionarios hay muchísimo autista laboral, y como no tienen que reírles las gracias a los jefes o a los compañeros, no tienen relaciones fuera de lo laboral)
No, en general no tienen ni idea, salvo preguntando directamente, y cualquier funcionario que tenga dos dedos de frente, no va a preguntar eso a un subordinado porque se expone a un lío importante.
Cualquiera que haya trabajado en ambientes de ese tipo, sabe que los funcionarios son alérgicos al trabajo (como la mayoría de los seres humanos), pero antes que a eso, lo son a correr cualqueir tipo de riesgo. Únicamente los cargos políticos a dedo (eventuales) tienen algo que ganar con esto. Y aún esos aprenden muy, muy rápido que sólo están de paso y que no les conviene en absoluto meterse para nada en temas de personal.
Si alguien de arriba les ordena (contundentemente) que pasen una hoja anotando banderilleados y no banderilleados, puede que lo intenten. Pero en cuanto alguien les cante las cuarenta y le suelte la más mínima amenaza velada, se la envainarán. Vaya si se la envainarán. Incluso si en un que sindicato son todos provacunas, les viene un compañero diciéndoles que un "jefe" ha intentado abusar de su autoridad (cuando más bajo sea el nivel del compañero abusad, más fuerte la reación), se lo van a comer vivo alegando todo tipo de derechos vulnerados, y le quitarán las ganas de meterse a preguntar insensateces de por vida.