Albert Pike, fundador de la logia de rito Escocés, Ku Klux Klan (1867)

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Gonzalo Carlos Novillo Lapeyra
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El Ku Klux Klan (1867) es una organización terrorista responsable de cientos de crímenes en EEUU y cuyos líderes fundadores fueron conocidos masones: Albert Pike, Bedford Forrest, William J Simmons, Hiram Evans y Hugo Black. El Ku Klux Klan es una logia masónica.

“El Secreto Masónico Desvelado”, por José Antonio Ullate fabo.
«Como cuenta el ex maestro masón John Salza, «la masonería no es extraña al racismo. La mayor parte de los principales jefes del Ku Kluix Klan fueron masones. El General Confederado Nathan Bedford Forrest, el fundador del Klan y su primer Mago Imperial, era francmasón. El Coronel William J. Simmons, que en 1915 restableció el Klan en Atlanta, donde se convirtió en Mago Imperial, era masón y caballero templario. El doctor Hiram Evans, que sucedió al Coronel Simmons como Mago Imperial del Klan era un masón de grado 32. Albert Pike fue el Juez Jefe del Ku Klux Klan al mismo tiempo que era Soberano Gran Comendador del Rito Escocés para la juridicción del Sur de los Estados Unidos. El juez del Tribunal Supremo Hugo Black era también miembro del Klan y masón grado 33.» – José Antonio Ullate fabo, «El Secreto Masónico Desvelado», pág.100.
Derecho a voto de los personas de color sureños (1867)

Los personas de color de Tennessee obtuvieron el derecho al voto en febrero de 1867. A partir de la primavera de ese mismo año, Albert Pike y un pequeño grupo de generales confederados (todos masones) celebraron varias reuniones en Nashville, en el Maxwell House Hotel, para formar los Caballeros del Ku Klux Klan.


Imágenes de las décadas de 1950 y 1960.

Ku Klux Klan (1867)

El nombre fue tomado del griego, (kuklos), que significa “círculo”. En toda esa amalgama de logias y títulos que se dan a sí mismos en la masonería, Albert Pike fue nombrado director judicial del Imperio Invisible. Se dice que escribió el manual y el ritual militar del Klan, y que era el experto del Klan en el secreto de la organización: sus apretones secretos, signos y contraseñas.


En una de las reuniones posteriores de Nashville, el general Nathan Bedford Forrest fue elegido Mago Imperial del Klan. Albert Pike organizó el Ku Klux Klan en Arkansas después de que el general Forrest nombrara a Pike el Gran Dragón de ese Reino. Los líderes de Tennessee del Klan en el momento de su fundación eran prominentes masones subordinados al Gran Comandante Pike.

El presidente norteamericano Ulysses Grant dijo que el Klan trabajó “por la fuerza y el terror para evitar toda acción política que no esté de acuerdo con las opiniones de los miembros; privar a los ciudadanos de color del derecho a portar armas y del derecho al voto libre; suprimir [es decir, quemar] las escuelas en las que se enseñaba a los niños de color y reducir a la gente de color a una condición similar a la de la esclavitud «.

Es decir, la masonería sureña sentía como una gran amenaza que la población negra se emancipara, y trató de defender sus intereses creando el Ku Klux Klan para, de alguna manera, con terror y coacción, que continuase el orden social tal como había sido hasta entonces, manteniendo así privilegios, haciendas, ingresos, posición dominante, en fin, todo. Recordemos que la masonería entonces como hoy no sólo la integraban los terratenientes. También había mucho masón raso de aspecto normal, con su pequeño negocio, su trabajo a dedo, su familia, etc.

Albert Pike como editor en su propio periódico (The Memphis Daily Appeal), escribió el 16 de abril de 1868 el siguiente texto, donde curiosamente proyecta en la población afroamericana el sentir y el actuar de la propia masonería; es decir, cree que la población negra sureña actuará como hace la masonería.
«Con personas de color como testigos y jurados, la administración de justicia se convierte en una burla blasfema. Una Liga Leal de personas de color puede hacer que cualquier hombre blanco sea arrestado». … «y puede probar cualquier cargo que decida haber hecho contra él.» … “El pueblo privado del derecho al voto del Sur… no puede encontrar protección para la propiedad, la libertad o la vida, excepto en la asociación secreta … Uniríamos a todo hombre blanco del Sur que se oponga al sufragio oscuro, en una gran Orden de la Hermandad del Sur, con una organización completa, activa, vigorosa, en la que unos pocos deben ejecutar la voluntad concentrada de todos, y cuya existencia misma debería ocultarse a todos menos a sus miembros». – Albert Pike.

Linchamientos vecinales de la logia Ku Klux Klan. Sacaban a sus víctimas de sus propias casas y se los llevaban para asesinarlos. Y no sólo mataban a personas de color americanos, sino también a mejicanos (la primera imagen (década de 1950) de las dos siguientes (la segunda es de 1911)).



En fin...

Terrible e inmunda secta satanista de la masonería, auténtica mafia criminal.
 
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"El espíritu que habita en mí".


(bitchute), (rumble), (odysee).

«La banca Rothschild pide disculpas por su relación con el tráfico de esclavos en el siglo XIX.»
lavozdegalicia.es, (2009), (copia).



«Rothschild y Freshfields se beneficiaron de la esclavitud.»
informacion.es, (2009), (copia).



Collar de esclavos (1852).
https://uncatolicoperplejo.com/wp-content/uploads/2022/10/Rutas-de-esclavos-controladas-por-alubios-scaled.jpg

 
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Masonería y niños
La sexualidad como vehículo de invocación
O cómo iniciar a los niños en las prácticas masónicas de invocación y solapamiento con demonios

Ese banco de material pedófilo (siguiente tuit) de imágenes, vídeos, de 100.000 niños seguramente sean, en su mayoría, de propios los hijos de la gente de la masonería (ejemplo), (ejemplo), (ejemplo), ya que los inician en los 'estados alterados de conciencia' o gnosis a través de la sexualidad, ya que el sesso es la forma vehicular más sencilla y rápida para alcanzar estos estados de invocación y solapamiento con estas entidades demoníacas. El siguiente ejemplo de Youtube (plataforma judía/masónica) son todos niños de la masonería, y esto se ve en que varios de ellos hacen mudras o signos masónicos, que no se pueden conocer si no estás dentro.


(bitchute) (Copia)

NOTA: la sexualicación de los niños en las escuelas públicas es práctica masónica, y recogida por la Agenda2030 en su plan de imponer un Nuevo Masónico Orden Mundial.
https://uncatolicoperplejo.com/wp-content/uploads/2023/03/Chupete-berenjena-Pederasta-masoneria-en-la-Administracion-publica-octubre-2018.jpg

¿Recuerdan las prácticas de "la élite" de esta gente de la secta masónica?





Y esto hacen con los niños desamparados, que dicho mal y pronto: un masón es un saco de hez que a sí mismo se define como "de naturaleza divina". (Carcajada).
En fin... Esta es la gente tras la Agenda2030 y la genocida esa época en el 2020 de la que yo le hablo/lluvia de mentiras.



Freemason Ritual Abuse


He metido el audio en una web gratuita que te lo transcribe de mp3 a texto. Tendrá muchos errores.

Speaker 1 (00:00):
This is me as a kid. I was about 11 or 12 years old at the time when these images were taken. I was going to school every day. I had on the surface a normal life, but since I was a young child, I was being raped by my father. But it got a lot worse as I got older. And my father is a Freemason. I was taken to a lot of rituals in Central London, in the Grand Lodge, or sometimes more locally in the local area where I lived, which was in Richmond Pennington.

Speaker 2 (00:33):
What was the main way in which the Freemasons abused children and you specifically?

Speaker 1 (00:38):
The main way was rape, but the worst ways were using your hand to kill another being.

Speaker 2 (00:45):
What was that abuse? Just so that we can then understand what you are acting out here as children.

Speaker 1 (00:53):
I saw a little boy being murdered by the free Masonic group, and in this particular ritual, which is in the ground lodge in London, I've talked about it in other videos, there were many little boys. I saw how there was rape in different rooms of the free Masonic building where the little boys and me were taken into rooms and rape by these men and this boy, he was lying on the altar and then they made each little boy in turn come up and stab him with a knife in the heart to kill him.

Speaker 2 (01:30):
Why do you think they did that? To

Speaker 1 (01:31):
Have power over you so that you won't speak

Speaker 2 (01:34):
Out. So in this footage that we're gonna see, there is footage that includes your father, who was the man who took you to these free lodges and participated in rituals in which you were abused together with other children. What is your intention with this video and what is your intention in showing your father in this video? I

Speaker 1 (01:51):
Hope this video can help people identify children that are being abused in order to help those children find support and help is especially important to see the ways in which children play by playing. They often show what's happening to them. Actually, children who've faced extreme violence, they are masters at hiding what's been done to them because their life depends on it. This

Speaker 2 (02:16):
Reenactment, you are playing the role of the murderer. Yes. Which is a role that you were forced into as a child. Yes. With other children, yes. It sounds like. Yes. So at some of these rituals, yes. You were forced by this free masonic group to commit acts of violence on other children. Yes. In order to traumatize you

Speaker 1 (02:32):
As a child or as a normal human being, you feel immense feelings of guilt and disgusted. And horror because you feel responsible. You feel like you have committed this murder, and it's the the worst feeling in the world to be carrying around. And it's impossible for you as a child to realize that you were not the murderer, that it was the group, that it was the people who forced you into that position. So you see me, the murderer, going into the house and into a cupboard. I miccionan, I'm wearing a long black robe, black gloves. My face is covered. This was exactly the sort of attire that the Freemasons would wear in their rituals.

Speaker 2 (03:13):
So in this opening scene of the reenactment with your friends, you are, as the Freemasons were dressed in the rituals. Yes. So in a sense, you are both showing how it was that they appeared. You are processing the trauma by assuming the role of the aggressor in order to understand and process what it was that happened to you. Yes.

Speaker 1 (03:30):
I go into the cupboard. The cupboard again, is a really important part in the house because in this cupboard there were loads of shoes in different bags. In the shoes. He was keeping a lot of drugs, which again, were administered to me in the ceremonies to further increase my confusion and disorientation.

Speaker 2 (03:49):
So he hid the drugs that he was using to sedate you before you were taken to rituals in which you were abused. Mm-hmm. <affirmative> and rapes and tortured. He was hiding those drugs in the shoes and the shoe cupboard. What do you know what type of drugs he was using?

Speaker 1 (04:00):
Wants to sedate or wants to make you alert? I go into a bag and I open it and inside is a document and on it, it's written the testament. I think the word the testament is very apt because I feel this is a testament to what happened. This is an account of the truth, the testament to me as a child. This is showing a detective who's looking into the computer. I was, again, never actually normally allowed access to the computer. My father had a lot of pronographic films on the computer, images of child abuse.

Speaker 2 (04:34):
So this outline of the body on the floor and the blood on top of it, you said, do you understand this now is your means of processing as a child what was happening in these rituals? Yes. So you've described how a little boy was murdered through the forced participation of other children in that murder coerced by the Freemasons. Yes. At the Grand Lodge in London. Yes. Not some small local lodge. No. But the Grand Lodge. The Grand Lodge isn't some tiny splinter group of the Freemasons.

Speaker 1 (04:59):
No. And this Grand Lodge, it's connected to the the establishment, the government.

Speaker 2 (05:04):
Prince Philip, for example, is a extremely high ranking. Freemason, prince Philip, of course, husband to the queen, father to Prince Andrew. We now know a man who rapes traffic children. Prince Philip was also best friends. Jimmy Savile. As we've described in a previous video, prince Philip was patron of the camp where I was richly abused, called Outward Bound. That Camp Outward Bound and the group Outward Bound was under the directorship of Jimmy Savile. You can look this up. On Company's house, Jimmy Savile was the director of a group of camps. When you have a secret society running a police force, headed by Prince Philip, who we now know was associated closely with Jimmy Savile, ran a network of camps called Outward Bound at which children were raped and abused. Prince Charles, very close friends with Jimmy Savile, was marriage counselor to Charles and Diana had intimate access to all of the royal family's properties among other properties. We also know Prince Phillips, other son, prince Andrew rapes, sex Trafficks children supplied by Jeffrey Epstein. This is all public information. Now, when you have a police force in which two thirds of those in the police force are members of the Freemasons headed by these people, the so-called royal family, it's not very surprising that when a child or an adult reports the abuse of children, that the members of the police force turn the survivors into the criminal.

Grand Lodge of London

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Los hombres se han olvidado de Dios, esa es la causa de todo
Aleksandr Solzhenitsyn (1918-2008).



Aleksandr Solzhenitsyn (1918-2008), es recordado como un eminente novelista, escritor e historiador ruso. En palabras del New York Times:

«Alexander Solzhenitsyn es un genio literario cuyo talento coincide con el de Dostoievski, Turgueniev, y Tolstoi»

Su discurso en la entrega del Premio Templeton:

Siendo ya niño, hace más de medio siglo, muchas veces oí decir a las personas mayores, para explicar las terribles convulsiones que habían quebrantado Rusia: «los hombres se han olvidado de Dios, esa es la causa de todo».

Desde entonces, he dedicado casi medio siglo al estudio de nuestra revolución. He leído cientos de libros. He reunido centenares de testimonios personales, y —para empezar a despejar los escombros— he escrito ya ocho volúmenes.

Ahora bien, si me pidieran hoy precisar en forma breve, la causa principal de esa revolución devastadora, que nos ha devorado más de 60 millones de individuos, no encontraría nada mejor que repetir: «los hombres se han olvidado de Dios, esa es la causa de todo».

Pero, todavía hay algo más: los sucesos de la revolución rusa no pueden entenderse hoy, en este fin de siglo, sino sobre el marco de fondo de lo que ocurre en los demás países. Hay un proceso universal que se perfila claramente. Si se me exigiera señalar, en una fórmula breve, el rasgo principal de este siglo XX, nuevamente no encontraría nada más exacto, más sustancial que decir: los hombres se han olvidado de Dios.

Privada de la lucidez divina, la conciencia humana se deprava y ha sido esta depravación la que ha cometido los mayores crímenes de este siglo, empezando por la primera guerra mundial, de la que deriva en gran parte la realidad que vivimos. Esta guerra está a punto de ser olvidada. Pero ella vio una Europa próspera, floreciente, llena de savia vital, precipitarse en la locura, para destruirse a sí misma, comprometiendo su futuro por más de un siglo y tal vez para siempre.

Solo puede explicarse esta guerra por un oscurecimiento de la razón, en dirigentes que habían perdido la noción de una fuerza suprema situada por encima de ellos. Solo el furor, olvidado de Dios, pudo llevar a Estados aparentemente cristianos a usar los gases químicos en una clara manifestación de barbarie.

La misma depravación de la conciencia humana —privada de su luz divina— fue la que permitió después de la segunda guerra mundial, sucumbir a la tentación del «paraguas nuclear». Es decir: despreocupémonos y liberemos a la juventud de sus deberes y obligaciones, no hagamos ningún esfuerzo por defendernos ni mucho menos por defender a los otros; tapémonos los oídos para no oír los gemidos que vienen del oriente; instalémonos en la competencia desenfrenada por el bienestar y si la amenaza estalla sobre nuestras cabezas, la bomba atómica nos protegerá, y ¡si no que todo el mundo se vaya al diablo!

La lamentable debilidad que oprime hoy a Occidente es consecuencia notoria de este error fatal: creer que la defensa del mundo puede depender, no de la firmeza de los corazones ni de la valentía de los hombres, sino solamente del armamento nuclear.

Era necesario que Occidente hubiera perdido la noción suprema de la divinidad, para asistir sin conmoverse, después de la Primera Guerra mundial, a la lenta agonía de Rusia despedazada por una banda de caníbales, y —después de la Segunda Guerra— al derrumbamiento de toda la Europa Oriental.

Sin embargo fue allí donde empezó la ruina del mundo entero. Occidente no solo no lo comprendió sino incluso contribuyó a este proceso.

Una sola vez, en el curso de este siglo, Occidente reunió sus fuerzas: fue para combatir contra Hitler. Pero los frutos de ese esfuerzo se malgastaron hace ya mucho tiempo.

En la lucha contra los antropófagos, este siglo impío ha descubierto un método anestesiante: ¡comerciar! He aquí el pequeño montículo al que alcanza hoy nuestra sabiduría.

Si los siglos que nos precedieron hubieran podido ver tan solo los umbrales de nuestro mundo, habría resonado un clamor unánime: ¡es el Apocalipsis! Pero nosotros ya estamos habituados, formamos parte de él.

Dostoievski había advertido: «pueden sobrevenir acontecimientos que sorprendan de improviso nuestras facultades intelectuales». Esto ya ha ocurrido. Y predijo también: «el mundo se salvará tan solo después de haber sido visitado por el espíritu del mal». ¿Se salvará verdaderamente? Esto es lo que nos corresponderá ver a nosotros. La salvación va a depender de nuestra conciencia, de nuestro don de penetración, de nuestros esfuerzos individuales y colectivos frente a una situación catastrófica.

Algo hay que ya ha ocurrido: el espíritu del mal triunfante gira en torbellino por sobre los cinco continentes…

Somos los testigos de la ruina del mundo: en algunos países, se la sufre como una desgracia; otros se entregan libremente a ella. Todo el siglo XX se sumerge en el torbellino del ateísmo y de la autodestrucción.

Esta caída en el abismo tiene rasgos comunes
que no dependen de los sistemas políticos ni de los niveles económicos ni de las características nacionales. La Europa actual, tan poco semejante en apariencia a la Rusia de 1913, se equilibra al borde del mismo abismo, pero ha llegado a él por otro camino. Las diversas regiones del mundo han seguido vías diferentes, pero todas están llegando al umbral de su propia ruina.

Anteriormente Rusia conoció épocas de su historia en que la sociedad tenía por ideal no el rango, ni la riqueza, ni el éxito material, sino la santidad de la vida. La Rusia de entonces estaba irrigada por la ortodoxia, fiel a la Iglesia primitiva de los primeros Siglos. Esta ortodoxia venerable supo preservar a su pueblo, a pesar de 2 o 3 siglos de dominio extranjero, y rechazó al mismo tiempo los viles asaltos de los cruzados abanderados de Occidente. En esa época la ortodoxia moldeaba la mentalidad, el carácter, la conducta, las estructuras familiares, la vida cotidiana y el calendario de trabajo desde la semana hasta las estaciones. La fe era el vínculo de unión de la nación y el fundamento de su poder.

Pero en el Siglo XVII un cisma con poca gracia minó nuestra ortodoxia, y en el XVIII Rusia fue quebrantada por las reformas tiránicas de Pedro el grande, que ahogaron el espíritu religioso y la vida nacional, para fortalecer al estado, la guerra y la economía. Con la unificación de la enseñanza impuesta por Pedro el Grande, se nos infiltró la sutil brisa venenosa del secularismo, que en el Siglo XIX penetró hasta las clases más cultas y abrió amplio paso al marxismo. En Vísperas de la Revolución, la fe había desaparecido de los círculos instruidos. Entre los monjes eruditos incluso estaba ya debilitada.

Dostoievski —siempre él— juzgando por el repruebo encarnizado que la revolución francesa profesó a la Iglesia, había sacado en conclusión: «la Revolución debe comenzar necesariamente por el ateísmo». Verdaderamente es así. Pero el ateísmo como el marxista —organizado, militarizado y encarnizado— el mundo no lo había conocido hasta ahora. En el pensamiento filosófico y en el corazón mismo de la psicología de Marx y de Lenin, el repruebo a Dios constituye el impulso inicial, previo a todos los proyectos políticos y económicos. El ateísmo militante no es un detalle, un elemento periférico ni una consecuencia accesoria de la política comunista: es su eje central. Para alcanzar su fin diabólico, ella necesita disponer de un pueblo sin religión y sin patria.

Debe por lo tanto abatir la religión y la nacionalidad. De hecho, esta doble política los comunistas la proclaman y la practican abiertamente. La tela de araña de atentados, tejida últimamente en torno al Papa, nos muestra hasta que punto el mundo ateo tiene necesidad de dinamitar la religión; hasta que punto ésta parece habérsele quedado atravesada en la garganta.

La década de los años 20 en Rusia es una larga procesión de mártires: casi todo el clero ortodoxo; dos Obispos metropolitanos fusilados, el de Petrogrado, Benjamín, había sido elegido por el pueblo. El propio patriarca Tikhon, después de haber caído en manos de la Tcheka y de la GPU, murió en circunstancias misteriosas. Docenas de arzobispos y obispos fueron asesinados. Decenas de miles de sacerdotes, que los tchekistas quisieron hacer abjurar, fueron torturados, fusilados en los sótanos, enviados a campos de concentración, exiliados en las tundras desérticas del gran norte donde —ancianos hambrientos— fueron abandonados a la intemperie. Todos estos mártires cristianos afrontaron valerosamente la muerte por la fe. Los que vacilaron y renegaron constituyeron casos excepcionales. Decenas de millones de fieles se vieron privados del derecho de asistir a la Iglesia, del derecho de inculcar a sus hijos principios religiosos: a menudo se arrojaba a la prisión a los padres para poder arrancar la fe a los niños mediante mentiras y amenazas.

La absurda destrucción de la agricultura rusa, alrededor de los años 30 —llamada dekulakización y colectivización— que significó la muerte de 15 millones de campesinos, fue impuesta en forma implacable —según podemos comprobar ahora— con el fin de destruir las formas de vida nacional y de extirpar la religión de los campos. La perversión de las almas se extendió al atroz archipiélago, donde se empujaba a los hombres a sobrevivir unos a costa de otros. Y solamente ateos semi-enloquecidos han podido resolverse a suscribir el proyecto reciente, que se propone masacrar totalmente la naturaleza en Rusia: anegar bajo las aguas todo el norte; invertir el curso de los ríos y perturbar la vida en el océano Ártico, arrojando las aguas hacia las regiones meridionales, que otras iniciativas descabelladas del comunismo no menos absurdas han ya arruinado.

Presionado por la necesidad de unir todas las fuerzas de Rusia contra Hitler, Stalin halagó en forma cínica a la Iglesia, y ese juego equívoco, prolongado por la espectacular propaganda brezneviana, Occidente lamentablemente lo ha tomado por la verdad auténtica. Pero hasta qué punto el repruebo a la religión es inseparable del comunismo, podéis juzgarlo por el ejemplo del más liberal de sus jefes, Kruchev: él, que dio pasos decisivos hacia la liberación, volvió a encontrar el mismo celo furioso de Lenin en la persecución de la fe religiosa.

Y sin embargo, contra lo que era de esperar —en un país despojado de Iglesias, donde el ateísmo ha triunfado desde hace dos tercios de siglo, donde los obispos son rebajados hasta privárseles de toda voluntad, donde los vestigios de la Iglesia se toleran nada más que con fines de propaganda dirigidos a Occidente, donde hoy todavía la fe es un delito castigado con campos de concentración, donde incluso en los campos se arroja al calabozo a los que se reúnen a rezar el día de Pascua— la tradición cristiana ha resistido al aniquilamiento comunista.

Sí. Entre nosotros el ateísmo impuesto por el poder ha destruido y pervertido a millones de fieles reducidos hoy al silencio, pero —como ocurre con frecuencia en la persecución y en el sufrimiento— el sentido de Dios ha alcanzado en mi patria una penetración muy profunda.

Vemos aquí la primera luz de una esperanza: en vano el comunismo está erizado de cohetes y de tanques. En vano obtiene éxitos en la conquista del planeta: está condenado a no triunfar jamás sobre el cristianismo.

Occidente no ha sufrido todavía la invasión comunista; la religión aquí es libre. Pero su itinerario histórico ha desembocado en un agostamiento del sentimiento religioso. Ha sufrido también cismas desgarradores, enfrentamientos y sangrientas guerras religiosas.

Y —casi no hay necesidad de decirlo— desde la baja Edad Media, Occidente ha sido invadido de forma progresiva por el secularismo. Para la fe, esta amenaza —no de un exterminio exterior sino de una anemia internapuede ser todavía más grave.

Imperceptiblemente en Occidente el sentido de la vida se ha desgastado en el curso de los años hasta reducirse a la sola «conquista» de la felicidad, que se inscribe incluso en las Constituciones. No es solo en este siglo que se han desvalorizado las nociones del bien y del mal, hábilmente sustituidas por argucias sin fundamento, ya sean éstas de clase o de partido. Desde entonces se tiene vergüenza en apelar a conceptos inmutables. Se tiene vergüenza en admitir que el mal anida en el corazón del hombre antes de penetrar en los sistemas políticos; pero nadie tiene vergüenza de ceder habitualmente al mal integral. Y sobre la pendiente de estas concesiones, en el espacio de una generación, Occidente está a punto de deslizarse sin remedio en el abismo. Las sociedades occidentales pierden cada vez más su sustancia religiosa, y abandonan alegremente su juventud al ateísmo. ¿Es necesario dar ejemplo de impiedad? ¡Ved a los Estados Unidos que pasa sin embargo por ser una de las naciones más religiosas del mundo, pero donde se proyecta una película injuriosa para Cristo, y donde un diario de circulación nacional publica en forma desvergonzada una caricatura de la Madre de Dios! Cuando todos los derechos formales están de vuestra parte, ¿por qué privarse voluntariamente de cometer una acción indecente?

¿Por qué en estas condiciones habría de moderarse el ardor del repruebo, sea este racial, clasista o ideológico? Este repruebo corroe muchas almas hoy día. Los maestros ateos educan a la juventud en el repruebo hacia la sociedad en la que viven. En su permanente actitud crítica, pierden de vista el hecho de que los vicios del capitalismo son vicios inherentes a la naturaleza humana, a los que se les ha dado libre curso siguiendo la huella de los otros derechos del hombre; que, bajo el comunismo (y éste apremia a las demás formas de socialismo que no son nada sólidas) estos mismos vicios no conocen ni freno ni control en todos aquellos que poseen una migaja de poder (en cuanto al resto de la población, efectivamente ha conquistado la igualdad pero en la esclavitud y en la miseria).

Este repruebo, atizado sin cesar, impregna hoy toda la atmósfera del mundo libre; la extensión de las libertades personales; el auge de las conquistas sociales e incluso del confort no hacen paradojalmente otra cosa que acrecentar este repruebo ciego. Las sociedades desarrolladas de Occidente prueban hoy día que la salvación del hombre no está en la abundancia material ni en el éxito económico.

Este repruebo, atizado sin cesar, se extiende a todo lo viviente, a la vida en sí misma, a sus colores, a sus sonidos, a sus formas, al cuerpo humano; y el arte exacerbado del siglo XX se muere de este repruebo monstruoso, porque el arte sin amor es estéril.

En Oriente, el arte ha decaído porque ha sido aplastado y pisoteado; en Occidente ha decaído por sí mismo, al convertirse en una búsqueda cerebral y pretensiosa en la cual el hombre no pretende manifestar a Dios sino sustituirlo.

Una vez más constatamos el desenlace común de un fracaso universal, la convergencia de resultados en Oriente y en Occidente. Y nuevamente, hay una sola razón para todo esto: los hombres se han olvidado de Dios.

Frente a la presión del ateísmo universal, los creyentes se encuentran divididos y muchos de ellos desorientados. Y sin embargo el mundo cristiano —o lo que una vez fue el mundo cristiano— haría bien en no perder de vista el ejemplo del extremo oriente. Recientemente he tenido ocasión de constatar que en Japón o en China libre (Taiwan), aunque las concepciones religiosas sean más tenues, la sociedad y la juventud —con igual libertad de elección que en Occidente— están menos dañadas por el espíritu destructor del secularismo.

¡Y qué decir de la separación existente entre las diversas religiones, si el propio cristianismo se encuentra tan fragmentado! En estos últimos años, las principales Iglesias cristianas han dado algunos pasos hacia la reconciliación. Pero estos son demasiado lentos, y el mundo corre a una velocidad 100 veces mayor hacia el abismo. Incluso sin esperar una fusión de Iglesias ni una modificación del dogma, sino tan solo una simple resistencia común frente al ateísmo, los progresos son demasiado lentos.

Es verdad que existe un movimiento organizado para la reunificación de las Iglesias, pero éste es bien singular. El consejo ecuménico de Iglesias, aparentemente preocupado más que nada del éxito de los movimientos revolucionarios en los países del tercer mundo, permanece ciego y sordo ante las persecuciones religiosas, ahí donde ellas son más sistemáticas: en la URSS. Sería imposible no verlas, pero por cálculo político se prefiere ignorarlas y no intervenir. Pero ¿en qué queda entonces el cristianismo?

 

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Con profunda amargura debo decir aquí (no puedo callarlo) que mi predecesor titular en este premio, el año último (se trata del predicador bautista Billy Graham), ha apoyado públicamente la mentira comunista justamente durante los meses de la recepción del premio, declarando contra toda evidencia que no se habían comprobado persecuciones religiosas en la URSS. ¡En nombre de todas las víctimas que han sido pisoteadas o asesinadas, que el cielo lo juzgue!

Hoy vemos cada vez en mayor escala el hecho de que a pesar de las más sutiles maniobras políticas, el nudo corredizo se cierra en torno de la humanidad en forma inexorable, y no hay escapatoria para nadie en ninguna parte; ni atómica, ni política, ni económica, ni ecológica. Parece verdaderamente ser así.

Frente a las grandes cumbres de los acontecimientos mundiales, puede parecer inadecuado y absurdo recordar que la llave fundamental de nuestra existencia y de nuestro aniquilamiento se encuentra en el corazón de cada uno de nosotros, en la preferencia que le otorguemos al bien o al mal en concreto. Sin embargo, hoy como ayer, esta clave sigue siendo la más segura. Las prometedoras teorías sociales están en banca rota, y nos han traído a un callejón sin salida. Los hombres libres de Occidente deberían comprender que alrededor de ellos se han acumulado demasiados engaños libremente consentidos, y deberían negarse a seguir aceptándolos pasivamente.

Es inútil intentar buscar una salida a la situación del mundo sin volver nuestra conciencia arrepentida hacia el creador de todas las cosas. Ninguna puerta se abrirá para nosotros. No la encontraremos. Los medios de que disponemos son demasiado perversoss.

Hay que ver primero el mal terrible —no el que podrían hacernos desde afuera los enemigos de nuestro país o de nuestra clase— sino el que está dentro de cada uno de nosotros; en el seno de cada sociedad, incluso y principalmente en las sociedades más libres y más desarrolladas, porque es ahí donde lo hemos cometido con pleno consentimiento. Si el nudo corredizo que nos asfixia se cierra cada día más, es por culpa de nuestra incuria y nuestro egoísmo.

Interroguémonos a nosotros mismos: ¿no serían mentirosos los ideales de nuestra época? ¿Y nuestra terminología a la moda tan llena de suficiencia? De esa suficiencia emanan todas esas soluciones superficiales que pretenden rectificar nuestra situación. En cada ámbito, antes de que sea demasiado tarde, hay que reconsiderarlas, purificada nuestra mirada. La solución de la crisis no se encuentra en esos caminos trillados por conceptos machacones repetidos a diario.

Nuestra vida consiste en buscar no el éxito material sino un progreso espiritual digno de tal nombre. Toda nuestra existencia no es sino una etapa intermedia hacia una vida más alta: se trata entonces de no rodar hacia abajo de este estadio y de no estancarse en forma estéril.

Las leyes de la física y de la fisiología no nos revelarán jamás la verdad irrefutable de que el creador participa de forma constante y cotidiana de la vida de cada uno de nosotros. Él nos entrega fielmente la energía del ser: cuando esta ayuda nos falta, nosotros perecemos. No es menor su participación en el desenvolvimiento de la vida en todo el planeta y en esta época oscura y amenazante, es necesario empaparnos de esta verdad.

Las esperanzas desmedidas de los dos últimos siglos nos han traído a este caos, al borde de la muerte atómica o de otra naturaleza. No podemos oponerles sino la búsqueda porfiada de la dulce mano de Dios, que en medio de nuestra inconsciencia habíamos rechazado. Entonces nuestros ojos se abrirán sobre este desdichado siglo XX y nuestras manos se tenderán para reparar tantos errores. Nada más puede detenernos sobre la pendiente que lleva al abismo: todos los pensadores de la Ilustración nos han dejado las manos vacías.

Nuestros cinco continentes están envueltos en el ciclón. Pero pruebas semejantes a éstas son capaces de revelar las más altas virtudes del alma humana. Si hemos de perecer, si hemos de perder nuestro mundo, será tan solo por culpa nuestra.

Traducido de la Revista “Le Point” del 16 de Mayo de 1983.




 

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Gonzalo Carlos Novillo Lapeyra
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