lotengoclaro
Madmaxista
—¿Qué relación hay entre la enseñanza que usted expone y el Cristianismo tal como nosotros
lo conocemos? preguntó alguien.
—No sé lo que ustedes saben sobre el Cristianismo, contestó G., poniendo énfasis en esta
palabra. Seria necesario hablar durante mucho tiempo a fin de aclarar lo que ustedes entienden
por ese término. Pero para beneficio de los que ya saben diré, si así lo quieren, que éste es el
Cristianismo esotérico. Hablaremos a su debido tiempo sobre el significado de estas palabras.
Por el momento sigamos discutiendo nuestras preguntas.
"Entre las metas que se han expresado, sin discusión alguna la más justa es la de ser amo de si
mismo, porque sin esto nada es posible. En comparación con esta meta, todas las demás no
son sino sueños infantiles, deseos de los cuales un hombre no podría hacer el menor uso
aunque le fuesen concedidos.
"Por ejemplo, alguien dijo que quería ayudar a los demás. Para ser capaz de ayudar a los
demás, primero hay que aprender a ayudarse a sí mismo. Con la idea de ayudar a los demás,
un gran número de personas se deja llevar por toda clase de pensamientos y de sentimientos
simplemente por pereza. Son demasiado perezosas para trabajar sobre sí mismas; pero les
agrada mucho pensar que son capaces de ayudar a los demás. Esto es ser falso e hipócrita
consigo mismo. Cuando un hombre se ve realmente tal cual es, no le pasa por la cabeza
ayudar a los demás — tendría vergüenza de pensar en esto. El amor a la humanidad, el
altruismo, son palabras muy bonitas, pero no tienen significado sino cuando un hombre es
capaz, por su propia elección y de su propia decisión, de amar o de no amar, de ser un
altruista o un egoísta. Entonces su elección tiene un valor. Pero si no hay elección alguna, si él
no puede hacer otra cosa, si es solamente lo que la casualidad lo ha hecho o lo esta haciendo
— hoy un altruista, mañana un egoísta y pasado mañana nuevamente un altruista— ¿qué valor
puede tener todo esto? Para ayudar a los demás un hombre tiene que aprender primero a ser
egoísta, un egoísta consciente. Sólo un egoísta consciente puede ayudar a los demás. Tal
como somos no podemos hacer nada. Un hombre decide ser un egoísta y resulta regalando su
última camisa. Habiendo decidido regalar su última camisa, arranca la del hombre al que le
quería dar la suya. O bien al decidir dar su propia camisa, quiere dar la de otro, y se pone
furioso si éste se la rehúsa. Y así sigue la vida.
"Para hacer lo difícil, hay que aprender primero a hacer lo que es fácil. No se puede comenzar
por lo más difícil.
"Se me ha planteado otra pregunta: ¿Cómo detener las guerras? Las guerras no pueden ser
detenidas. La guerra es el resultado de la esclavitud en que viven los hombres. Estrictamente
hablando no se puede culpar a los hombres por la guerra. En su origen hay fuerzas cósmicas e
influencias planetarias. Pero los hombres no oponen ni sombra de resistencia a estas
influencias, y no pueden hacerlo porque son esclavos. Si fuesen hombres y fuesen capaces de
«hacer», serían capaces de resistir a estas influencias y de abstenerse de matarse entre ellos.
—Pero ¿seguramente aquellos que lo comprenden pueden hacer algo? interrogó el hombre
que había hecho la pregunta acerca de la guerra. Si un número suficiente de hombres llegase a
la conclusión categórica de que ya no debe haber más guerras, ¿no podrían influir sobre los
demás?
—Aquéllos a quienes disgusta la guerra han estado tratando de hacer eso casi desde la
creación del mundo, dijo G., y sin embargo, nunca ha habido una guerra como la presente.
Las guerras no están disminuyendo', están aumentando, y no pueden ser detenidas por medios
ordinarios. Todas estas teorías acerca de la paz universal, sobre conferencias sobre la paz, etc.,
son nuevamente simple pereza e hipocresía. Los hombres no quieren pensar en sí mismos, no
quieren trabajar sobre sí mismos, no piensan sino en los medios para llevar a los demás a que
sirvan a sus caprichos. Si se llegase a formar efectivamente un grupo suficiente de hombres
deseosos de detener las guerras, comenzarían primero por hacer la guerra contra aquellos que
no estuvieran de acuerdo. Y es aún más seguro que harían la guerra contra quienes también
quisieran detener las guerras, pero en forma diferente. Y así, ellos pelearían. Los hombres son
lo que son y no pueden ser diferentes. La guerra tiene muchas causas que son desconocidas
para nosotros. Algunas causas están en los hombres mismos, otras están fuera de ellos. Hay
que empezar por las causas que están en el hombre mismo. ¿Cómo puede el hombre ser
independiente de las influencias exteriores, de las grandes fuerzas cósmicas, cuando es
esclavo de todo lo que lo rodea? Está en poder de todas las cosas a su alrededor. Si fuese
capaz de liberarse de las cosas, entonces podría liberarse de las influencias planetarias.
"Libertad, liberación. Ésta debe ser la meta del hombre. Llegar a ser libre, escapar de la
servidumbre —es por esto por lo que un hombre debería luchar cuando haya llegado a ser,
aunque sea un poco, consciente de su situación. Es la única salida para él, porque nada es
posible mientras siga siendo un esclavo interior y exteriormente. Pero no puede dejar de ser
esclavo exteriormente mientras interiormente siga siendo un esclavo. Por consiguiente, para
llegar a ser libre tiene que conquistar la libertad interior.
"La primera razón de la esclavitud interior del hombre es su ignorancia, y sobre todo, su
ignorancia de sí mismo. Sin el conocimiento de sí, sin la comprensión de la marcha y de las
funciones de su máquina, el hombre no puede ser libre, no puede gobernarse y seguirá siendo
siempre esclavo, y el juguete de las fuerzas que actúan sobre él.
"Esta es la razón por la cual, en las enseñanzas antiguas, la primera exigencia al comienzo del
camino de la liberación, era:
«Conócete a ti mismo»."
En la reunión siguiente, G. comentó estas palabras: "Conócete a ti mismo".
—Esta fórmula, generalmente atribuida a Sócrates, en realidad se encuentra en la base de
muchas doctrinas y escuelas mucho más antiguas que la escuela socrática. Pero aunque el
pensamiento moderno no desconoce la existencia de este principio, no tiene sino una idea
muy vaga de su significado y de su alcance. El hombre ordinario de nuestra época, aun si se
interesa en la filosofía o en las ciencias, no comprende que el principio «Conócete a ti
mismo» se refiere a la necesidad de conocer su propia máquina, la «máquina humana». La
estructura de la máquina es más o menos la misma en todos los hombres; por lo tanto es esta
estructura la que el hombre debe estudiar primeramente, es decir las funciones y las leyes de
su organismo. En la máquina humana todo está ligado, una cosa depende de otra hasta tal
punto que es completamente imposible estudiar cualquier función sin estudiar todas las otras.
El conocimiento de una parte requiere el conocimiento del todo. Es posible conocer el todo
del hombre, pero esto exige mucho tiempo y mucho trabajo, exige sobre todo la aplicación del
método correcto, e igualmente la dirección justa de un maestro.
"El principio «Conócete a ti mismo» tiene un contenido muy rico." En primer lugar exige, del
hombre que quiere conocerse, que comprenda lo que esto quiere decir, en qué conjunto de
relaciones se inscribe este conocimiento, y de qué depende necesariamente.
"El conocimiento de sí es una meta muy alta, pero muy vaga y muy lejana. El hombre en su
estado actual está muy lejos del conocimiento de sí. Por eso, estrictamente hablando, la meta
del hombre no puede ser el conocimiento de sí. Su gran meta debe ser el estudio de sí. Para él
será más que suficiente el comprender que tiene que estudiarse a sí mismo. La meta del
hombre debe ser el comenzar a estudiarse a sí mismo, a conocerse a si mismo, de una manera
conveniente.
"El estudio de sí es el trabajo o la vía que conduce al conocimiento de sí.
"Pero para estudiarse a sí mismo es necesario ante todo aprender cómo estudiar, por dónde
comenzar, qué medios emplear. Un hombre tiene que aprender cómo estudiarse a sí mismo y
tiene que estudiar los métodos del estudio de si.
"El método fundamental para el estudio de sí es la observación de sí. Sin una observación de
sí correctamente conducida, un hombre no comprenderá jamás las conexiones y las correspondencias
de las diversas funciones de su máquina, no comprenderá jamás cómo ni por qué
en él «todo sucede».
P.D.Ouspensky
lo conocemos? preguntó alguien.
—No sé lo que ustedes saben sobre el Cristianismo, contestó G., poniendo énfasis en esta
palabra. Seria necesario hablar durante mucho tiempo a fin de aclarar lo que ustedes entienden
por ese término. Pero para beneficio de los que ya saben diré, si así lo quieren, que éste es el
Cristianismo esotérico. Hablaremos a su debido tiempo sobre el significado de estas palabras.
Por el momento sigamos discutiendo nuestras preguntas.
"Entre las metas que se han expresado, sin discusión alguna la más justa es la de ser amo de si
mismo, porque sin esto nada es posible. En comparación con esta meta, todas las demás no
son sino sueños infantiles, deseos de los cuales un hombre no podría hacer el menor uso
aunque le fuesen concedidos.
"Por ejemplo, alguien dijo que quería ayudar a los demás. Para ser capaz de ayudar a los
demás, primero hay que aprender a ayudarse a sí mismo. Con la idea de ayudar a los demás,
un gran número de personas se deja llevar por toda clase de pensamientos y de sentimientos
simplemente por pereza. Son demasiado perezosas para trabajar sobre sí mismas; pero les
agrada mucho pensar que son capaces de ayudar a los demás. Esto es ser falso e hipócrita
consigo mismo. Cuando un hombre se ve realmente tal cual es, no le pasa por la cabeza
ayudar a los demás — tendría vergüenza de pensar en esto. El amor a la humanidad, el
altruismo, son palabras muy bonitas, pero no tienen significado sino cuando un hombre es
capaz, por su propia elección y de su propia decisión, de amar o de no amar, de ser un
altruista o un egoísta. Entonces su elección tiene un valor. Pero si no hay elección alguna, si él
no puede hacer otra cosa, si es solamente lo que la casualidad lo ha hecho o lo esta haciendo
— hoy un altruista, mañana un egoísta y pasado mañana nuevamente un altruista— ¿qué valor
puede tener todo esto? Para ayudar a los demás un hombre tiene que aprender primero a ser
egoísta, un egoísta consciente. Sólo un egoísta consciente puede ayudar a los demás. Tal
como somos no podemos hacer nada. Un hombre decide ser un egoísta y resulta regalando su
última camisa. Habiendo decidido regalar su última camisa, arranca la del hombre al que le
quería dar la suya. O bien al decidir dar su propia camisa, quiere dar la de otro, y se pone
furioso si éste se la rehúsa. Y así sigue la vida.
"Para hacer lo difícil, hay que aprender primero a hacer lo que es fácil. No se puede comenzar
por lo más difícil.
"Se me ha planteado otra pregunta: ¿Cómo detener las guerras? Las guerras no pueden ser
detenidas. La guerra es el resultado de la esclavitud en que viven los hombres. Estrictamente
hablando no se puede culpar a los hombres por la guerra. En su origen hay fuerzas cósmicas e
influencias planetarias. Pero los hombres no oponen ni sombra de resistencia a estas
influencias, y no pueden hacerlo porque son esclavos. Si fuesen hombres y fuesen capaces de
«hacer», serían capaces de resistir a estas influencias y de abstenerse de matarse entre ellos.
—Pero ¿seguramente aquellos que lo comprenden pueden hacer algo? interrogó el hombre
que había hecho la pregunta acerca de la guerra. Si un número suficiente de hombres llegase a
la conclusión categórica de que ya no debe haber más guerras, ¿no podrían influir sobre los
demás?
—Aquéllos a quienes disgusta la guerra han estado tratando de hacer eso casi desde la
creación del mundo, dijo G., y sin embargo, nunca ha habido una guerra como la presente.
Las guerras no están disminuyendo', están aumentando, y no pueden ser detenidas por medios
ordinarios. Todas estas teorías acerca de la paz universal, sobre conferencias sobre la paz, etc.,
son nuevamente simple pereza e hipocresía. Los hombres no quieren pensar en sí mismos, no
quieren trabajar sobre sí mismos, no piensan sino en los medios para llevar a los demás a que
sirvan a sus caprichos. Si se llegase a formar efectivamente un grupo suficiente de hombres
deseosos de detener las guerras, comenzarían primero por hacer la guerra contra aquellos que
no estuvieran de acuerdo. Y es aún más seguro que harían la guerra contra quienes también
quisieran detener las guerras, pero en forma diferente. Y así, ellos pelearían. Los hombres son
lo que son y no pueden ser diferentes. La guerra tiene muchas causas que son desconocidas
para nosotros. Algunas causas están en los hombres mismos, otras están fuera de ellos. Hay
que empezar por las causas que están en el hombre mismo. ¿Cómo puede el hombre ser
independiente de las influencias exteriores, de las grandes fuerzas cósmicas, cuando es
esclavo de todo lo que lo rodea? Está en poder de todas las cosas a su alrededor. Si fuese
capaz de liberarse de las cosas, entonces podría liberarse de las influencias planetarias.
"Libertad, liberación. Ésta debe ser la meta del hombre. Llegar a ser libre, escapar de la
servidumbre —es por esto por lo que un hombre debería luchar cuando haya llegado a ser,
aunque sea un poco, consciente de su situación. Es la única salida para él, porque nada es
posible mientras siga siendo un esclavo interior y exteriormente. Pero no puede dejar de ser
esclavo exteriormente mientras interiormente siga siendo un esclavo. Por consiguiente, para
llegar a ser libre tiene que conquistar la libertad interior.
"La primera razón de la esclavitud interior del hombre es su ignorancia, y sobre todo, su
ignorancia de sí mismo. Sin el conocimiento de sí, sin la comprensión de la marcha y de las
funciones de su máquina, el hombre no puede ser libre, no puede gobernarse y seguirá siendo
siempre esclavo, y el juguete de las fuerzas que actúan sobre él.
"Esta es la razón por la cual, en las enseñanzas antiguas, la primera exigencia al comienzo del
camino de la liberación, era:
«Conócete a ti mismo»."
En la reunión siguiente, G. comentó estas palabras: "Conócete a ti mismo".
—Esta fórmula, generalmente atribuida a Sócrates, en realidad se encuentra en la base de
muchas doctrinas y escuelas mucho más antiguas que la escuela socrática. Pero aunque el
pensamiento moderno no desconoce la existencia de este principio, no tiene sino una idea
muy vaga de su significado y de su alcance. El hombre ordinario de nuestra época, aun si se
interesa en la filosofía o en las ciencias, no comprende que el principio «Conócete a ti
mismo» se refiere a la necesidad de conocer su propia máquina, la «máquina humana». La
estructura de la máquina es más o menos la misma en todos los hombres; por lo tanto es esta
estructura la que el hombre debe estudiar primeramente, es decir las funciones y las leyes de
su organismo. En la máquina humana todo está ligado, una cosa depende de otra hasta tal
punto que es completamente imposible estudiar cualquier función sin estudiar todas las otras.
El conocimiento de una parte requiere el conocimiento del todo. Es posible conocer el todo
del hombre, pero esto exige mucho tiempo y mucho trabajo, exige sobre todo la aplicación del
método correcto, e igualmente la dirección justa de un maestro.
"El principio «Conócete a ti mismo» tiene un contenido muy rico." En primer lugar exige, del
hombre que quiere conocerse, que comprenda lo que esto quiere decir, en qué conjunto de
relaciones se inscribe este conocimiento, y de qué depende necesariamente.
"El conocimiento de sí es una meta muy alta, pero muy vaga y muy lejana. El hombre en su
estado actual está muy lejos del conocimiento de sí. Por eso, estrictamente hablando, la meta
del hombre no puede ser el conocimiento de sí. Su gran meta debe ser el estudio de sí. Para él
será más que suficiente el comprender que tiene que estudiarse a sí mismo. La meta del
hombre debe ser el comenzar a estudiarse a sí mismo, a conocerse a si mismo, de una manera
conveniente.
"El estudio de sí es el trabajo o la vía que conduce al conocimiento de sí.
"Pero para estudiarse a sí mismo es necesario ante todo aprender cómo estudiar, por dónde
comenzar, qué medios emplear. Un hombre tiene que aprender cómo estudiarse a sí mismo y
tiene que estudiar los métodos del estudio de si.
"El método fundamental para el estudio de sí es la observación de sí. Sin una observación de
sí correctamente conducida, un hombre no comprenderá jamás las conexiones y las correspondencias
de las diversas funciones de su máquina, no comprenderá jamás cómo ni por qué
en él «todo sucede».
P.D.Ouspensky