«Cuando este piso sea mío, seré ya una vieyina; tendré sesenta y pico años. ¿Qué ardor de estomago, no?», comenta, entre risas, Isabel Gómez, de 33 años, mientras enseña su coqueto piso del barrio de Contrueces (Gijón), que comparte con su novio, Avelino Argüelles, de 25 años. Una vivienda de segunda mano, de 50 metros cuadrados -con dos habitaciones, baño, salón y cocina-, por la que Isabel ha pagado alrededor de 84.000 euros (14 millones de pesetas), con un crédito a pagar a 30 años. Ahora, su mayor ilusión pasa por venderlo y comprar, a medias con su novio, un piso a estrenar. Objetivo: 210.000 euros (35 millones de pesetas) como máximo, dos habitaciones y plaza de garaje. ¿Misión imposible?
«Habrá que sacrificarse un poco para pagar todos los recibos, pero tampoco será un drama para nosotros», comenta Avelino. «Este año nos fuimos de vacaciones una semana de hotel a Lanzarote. Cuando empecemos a pagar el piso nos tendremos que conformar con ir a Llanes o a León. ¿Y de camping, que es más barato!», añade, entre carcajadas, Isabel.
Si hay que ahorrar, además de invertir menos en las vacaciones, «habrá menos gastos en ropa», afirma la chica-que se confiesa adicta a las tiendas-, dirigiendo una mirada cómplice a su novio. «También saldremos menos a cenar», reconoce Avelino. «A mi no me queda más remedio que seguir trabajando de panadera, hasta la jubilación, para poder pagar en piso. ¿Que pena!. Con lo que me gustaría a mí ser 'maruja' y dedicarme sólo a mi casita», comenta, con simpatía, Isabel