De Churchill a ZP: viaje a las antípodas Jesús Cacho en El Conficendial

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Madmaxista
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De Churchill a ZP: viaje a las antípodas - ElConfidencial.com


Jesús Cacho - 07/03/2010

Me regalan la biografía que Paul Johnson (Tiempos Modernos, La Historia de los Judíos, Intelectuales) acaba de publicar sobre Churchill (Viking Penguin, 2009), obrita deliciosa de apenas 170 páginas que se lee de un tirón sobre el que sin duda fue uno de los hombres de Estado más relevantes del siglo XX (“No man did more to preserve freedom and democracy”, según el propio Johnson), y que incluye el relato del que pasa por ser más importante debate habido en el Parlamento británico en todo el siglo pasado, el “Norway debate”, la sesión celebrada en los Comunes el 7 y 8 de mayo de 1940, tras el fracaso del cuerpo expedicionario británico enviado para auxiliar a la Noruega invadida ya por Hitler. En tan solemne ocasión, el viejo liberal Lloyd George (“The man who won the First World War”), pronunció su último discurso pidiendo la cabeza de Neville Chamberlain por su penosa dirección de la guerra: “No se trata de saber quiénes son los amigos del primer ministro, sino de una cuestión mucho más importante. Nos ha pedido un sacrificio y la nación está dispuesta a hacer cualquier sacrificio siempre y cuando haya un líder, siempre y cuando el Gobierno demuestre con claridad cuáles son sus objetivos (…) Afirmo solemnemente que el primer ministro debería dar un ejemplo de sacrificio, porque nada puede contribuir más a ganar esta guerra que su renuncia al cargo”.
Más dramática aun fue la intervención del conservador Leo Amery, lanzando un feroz ataque contra su propio líder y pidiendo un Gobierno de unidad, en un discurso que terminó con una conocida cita de Cromwell: “No obstante lo bueno que hayas podido hacer, has permanecido sentado demasiado tiempo. Lárgate, digo, y deja que te demos por terminado. En el nombre de Dios, vete…!” Una imprecación que 50 años después alcanzaría enorme eco sobre la piel de toro con aquel “Váyase, señor González” salido de la boca de Aznar. La debilidad de Charberlain, su buenismo, su pacifismo a ultranza, puso al mundo libre al borde del desastre. “Paz para nuestro tiempo”, dijo el pavo a su vuelta a Londres, agitando desde la escalerilla del avión el acuerdo alcanzado en Munich. En realidad, con la división de Checoslovaquia había sacrificado el destino del mundo libre a las fauces insaciables del tirano, siempre dispuesto a mofarse de cualquier tipo de appeasement. También Gran Bretaña vivió en los años treinta su ola de pacifismo. El entonces líder laborista George Lansbury llegó a escribir que “cerraría las oficinas de reclutamiento, disolvería el Ejército y desarmaría a la RAF. Aboliría la terrorífica maquinaria de guerra y le diría al mundo: sé todo lo malo que puedas”. Pero los grandes países producen grandes hombres de Estado cuando el dramatismo de la situación lo reclama. Dos días después de aquel debate, Churchill era investido primer ministro con plenos poderes para dirigir la guerra.



Su genio imperecedero salvó a la Gran Bretaña y al mundo libre (“Diré a la Cámara lo que he dicho a quienes se han incorporado al Gobierno: no puedo ofrecer más que sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas”. Terminada la guerra se retiró a su finca de Chartwell –su botella de champán (unas 20.000 trasegadas a lo largo de su vida) y sus 12 habanos diarios-, después de que sus compatriotas le volvieran la espalda en las elecciones de 1945, ganadas por el laborista Attlee. Algunos han alabado la sabiduría del votante británico: quién les había conducido en la guerra no era el más adecuado para liderarlos en la paz. Las comparaciones con la situación española son obvias, por sideral que parezca la distancia que nos separa de aquel país a punto de sucumbir ante el horror nancy. Hecha la salvedad, es evidente que también España está aquí y ahora reclamando la aparición de esos grandes líderes, ese gran hombre de Estado capaz de sacarla del atolladero en que se encuentra. Porque, lejos de una amenaza exterior de la arboladura comentada, el país se enfrenta a una de esas encrucijadas históricas que cada medio siglo se presentan ante una nación para determinar su futuro inmediato. El problema español viene marcado por una crisis, quizá terminal, del sistema político salido de la transición; por un fallo múltiple del Estado autonómico que entonces nos dimos, incapaz de servir los intereses colectivos por encima de las miserias de la elites políticas regionales, y por una crisis económica de dimensión desconocida, que se prolongará, temen los expertos, en una década de estancamiento al final del cual todos seremos mucho más pobres. España es un país enseñoreado por una corrupción galopante, incapaz de ofrecer alternativas de futuro a sus generaciones jóvenes y, por tanto, enfrentado a un horizonte de creciente decadencia.
Por ningún lado se perciben esos líderes capaces de ponerse al timón de la nave, pregonar los sacrificios necesarios y embarcar a los ciudadanos en un gran proyecto de regeneración colectivo. Aunque la responsabilidad principal en la última etapa de la crisis política- que no económica, o no solo económica- que vivimos corresponde al Gobierno socialista, todo es medianía a derecha e izquierda. Todo cortoplacismo. Todo quítate tú para ponerme yo. Cualquier signo de grandeza ha sido aquí sacrificado en el altar del uso y abuso del poder con fines partidarios. Zapatero encarna como nunca nadie el gran viaje español hacia la marginalidad y la pobreza. Perfecto anti Churchill, es el Charberlain que a los españoles nos ha tocado en suerte, un mentecato que ha demostrado desconocer algunas de esas verdades elementales que todo padre de familia entrado en sazón practica en la gobernación diaria de su propio hogar.
Encerrado en la torre de su egolatría, (“no escucha a nadie; solo hace caso a lo que le dice Cándido Méndez”, asegura un miembro de la Oficina Económica en Moncloa), el edificio de la Presidencia empieza a lucir grietas que amenazan ruina, como perfecta metáfora de la situación de ese edificio mayor que es la nación entera. La situación de la vicepresidenta De la Vega se ha hecho insostenible y ha terminado por estallar esta semana por el eslabón más débil de la secretaria de Estado de Comunicación, un florero acorde con la calidad alfarera de casi todo el Gabinete. Parece ya seguro que el Presidente acometerá una profunda crisis de Gobierno al término de esa presidencia europea a estas alturas convertida más en pesadilla que en el bálsamo de fierabrás que algunos imaginaron, crisis que supondrá la salida de la número dos, una mujer que ha ardido en la pira de los dislates de un hombre todo incoherencia.
Zapatero, obligado a un cambio de Gobierno antes del verano
Dicen que el problema de Moncloa no es de comunicación, sino de coordinación, la herida por la que sangra un Gobierno que organiza cumbres a las que no puede asistir el ministro de Exteriores o anuncia sacrificios salariales para los funcionarios que desmiente media hora después. Y aseguran que, dos por el precio de una, no solo De la Vega saldrá del Ejecutivo, sino también una Elena Salgado que -blanda por fuera, dura por dentro- ha dejado de encantar a Zapatero una vez cumplida la etapa de manga ancha con el dinero público para la que fue llamada, algo a lo que Solbes se mostraba renuente (“¡No me digas, Pedro, que no hay dinero para hacer política!”). El señor presidente necesita un nuevo perfil de ministro de Economía, un hombre capaz de dirigirse en correcto inglés a los mercados financieros, perfil que parece cumplir fielmente José Manuel Campa, actual secretario de Estado, un tipo que se ha desempeñado con eficacia en los viajes al exterior (“tiene recorrido internacional y nos ha dado un aire serio fuera”), la mercancía que no es capaz de vender la falta de sustancia del propio ZP. Y como nuevo vicepresidente y factótum don José Blanco, antes Pepiño, ahora hombre fuerte y primer candidato a sustituir al propio ZP en el cartel electoral socialista.
Porque de nuevo surgen impetuosos los rumores de que el de León ha comunicado ya a su círculo íntimo que no piensa ser candidato a una tercera reelección. Y otra vez la mercancía de que Sonsoles ha dicho “no aguanto más” y que “ocho años de sacrificio” por la patria son más que suficientes. ¿Demasiado bello para ser cierto? Dice el rumor que circula con la fuerza del Jet Stream que hasta que eso ocurra, hasta el anuncio liberador capaz de convertir en el trazo largo de la Historia a este orate en un mal sueño, ZP se apresta para un último esfuerzo, dispuesto a liderar la salida de la crisis y el retorno al crecimiento. En abril podrá presumir de un primer trimestre de crecimiento, siquiera testimonial, del PIB, y en mayo la creación de empleo podría también darle alguna alegría, igualmente puntual. Con esos datos cual muletas, el de León se subirá al monte de los telediarios y desde allí pregonará el final de la gran crisis gracias a sus desvelos.
Y mientras se agrieta Moncloa, el país entero asiste estupefacto al desarrollo de esos episodios de corrupción institucional que acompañan la degradación de todo sistema político cuando la virtud es sustituida por la rapiña y el respeto a la Ley por el sálvese quien pueda. El ministro del Interior saltó el viernes a la palestra para defender a Garzón. Parece que el juez bonito ha estado duro con los testigos del caso Faisán con los que se ha careado. ¿Y qué necesidad tiene de ponerse farruco quien ha tenido el caso guardado en el cajón, tras haber querido darlo carpetazo? Pues enviar un recado a Rubalcaba, en cuyo ministerio sostienen que “Garzón está muerto”. Garzón se ha enterado y ha enviado a don Alfredo un mensaje en una botella. Y éste se ha apresurado a tranquilizar al juez de las tres cruces, a quien no puede rescatar ya de la marea la sola y vomitiva campaña diaria del Grupo Prisa, con El País a la cabeza.
El triste papel de los ex presidentes del Gobierno
El caso Garzón y la llamada con acierto “enmienda Florentino”, o el poder del dinero de los constructores amigos de Moncloa, dispuestos a usar al Gobierno cual clínex para zafarse de la deuda que les ahoga. Hablamos de la modificación de la Ley de Anónimas destinada a eliminar los blindajes societarios que impiden a los accionistas votar de acuerdo con su participación accionarial. Que un ex presidente como José María Aznar se dedique a trabajar de lobbysta para el señor Pérez (el de ACS sigue manejando públicamente el nombre de Zapatero como su gran aliado en este asunto) es el botón de muestra de las miserias de la democracia española. Felipe González haciendo de secretario para todo de ese padrone azteca que es Carlos Slim, y Aznar proponiendo business a toda gran empresa española que se deje. ¿Y el séptimo descansó? No, los domingos Franquito da doctrina, porque esa es la diferencia entre ambos: el sevillano no se reclama propietario de la marca PSOE, y además no quiere salvarnos la vida. Parece tener suficiente con vivir la suya propia.
Estos son los “grandes hombres” que han contribuido a hacer de la democracia española el proyecto fallido y desnortado que es hoy. Todos han fallado. Ninguno ha estado a la altura de las circunstancias, empezando por el Rey. Zapatero es, por eso, la guinda que corona un pastel pasado de fecha hace bastantes años. La noche del 10 al 11 de mayo de 1940, Churchill se fue a la cama a las 3 de la madrugada. Doce horas antes, los nazis habían invadido Francia. El nuevo primer ministro dejó escrito en sus memorias el siguiente párrafo: “Una profunda sensación de alivio me embargaba. Por fin tenía la autoridad suficiente para dirigirlo todo. Sentía que marchaba con el destino y que toda mi vida pasada había sido apenas un ejercicio para afrontar esta hora y esta prueba. Diez años de ostracismo político me habían medicado contra los habituales antagonismos de partido. Mis advertencias de los últimos seis años habían sido tan numerosas, tan detalladas, y se habían revelado tan certeras, que nadie podía contradecirme. Nadie podía acusarme tampoco de querer la guerra, ni de no haber pedido que nos preparáramos para ella. Estaba seguro que no fallaría. Por tanto, aunque impaciente porque llegara la mañana, dormí profundamente y no necesité de sueños capaces de levantarme el ánimo. Los hechos son mejores que los sueños”. En España, por el contrario, los sueños se han convertido en quimera y los hechos, en pesadilla.
 

patroclus

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Yo no creo que Churchill fuera tan buen político. Metió a su país en una guerra que costó al mundo millones de muertos -podía haber negociado-, arrasó media europa, produjo que la URSS se hiciera con el control de media continente, arruinó a su país, destruyó su economía, hizo de Gran Bretaña perdiera sus colonias, su flota quedó diezmada, dejó el lugar de potencia mundial a otro países, como potencia militar bajó a 2ª división.

Y cuando acabó la guerra fué apartado él y su partido del gobierno de Gran Bretaña por el electorado.

El gran vencedor de la guerra no fué GB sino la URSS.
 

midway

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y tras estudiar detenidamente las frases históricas del sr churchill podemos concluir que,definitivamente,la intrépida y harto brillante sra pajín no es su descendiente:D
 

Taliván Hortográfico

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Yo no creo que Churchill fuera tan buen político. Metió a su país en una guerra que costó al mundo millones de muertos -podía haber negociado-, arrasó media europa, produjo que la URSS se hiciera con el control de media continente, arruinó a su país, destruyó su economía, hizo de Gran Bretaña perdiera sus colonias, su flota quedó diezmada, dejó el lugar de potencia mundial a otro países, como potencia militar bajó a 2ª división.
Churchill no tenía ningún poder cuando Gran Bretaña entró en la 2ª Guerra Mundial. Es justo lo que están comentando aquí: la guerra comenzó a final de verano en 1939 y él fue nombrado Primer Ministro en primavera de 1940.

De todas formas, es cierto que él hubiera declarado la guerra a Alemania, y lo hubiera hecho en 1938, o incluso antes. Y con motivo. Y si se hubiera iniciado antes, probablemente hubiera durado mucho menos y hubiera costado muchos menos muertos.

Por cierto que casi todas las élites británicas tenían claro que meterse en una nueva guerra les arruinaría, la ganaran o la perdieran. Y aún así lo hicieron. No simpatizo demasiado con esa gente, pero merecen un respeto sólo por eso.

Y cuando acabó la guerra fué apartado él y su partido del gobierno de Gran Bretaña por el electorado.

El gran vencedor de la guerra no fué GB sino la URSS.
Se olvida usted de los EE.UU. La U.R.S.S. ganó mucho en esa guerra, pero lo pagó muy caro. Los U.S.A. tuvieron muy pocas bajas, relanzaron su economía y se erigieron en el nuevo imperio mundial (un imperio más a la ateniense que a la romana), todo de una tacada.

Aún así, pese a que discrepe con usted, yo tampoco soy partidario de canonizar a Churchill. En muchos aspectos militares era un incompetente, y en muchos otros, políticos, era un imprudente, y lo demostró de sobra en las dos guerras mundiales. Pero era un líder, en un momento en el que los ingleses necesitaban liderazgo.

El quid de la cuestión, es, ¿la situación española la solucionamos simplemente con liderazgo? Eso no se lo cree ni Jesús Cacho. Lo que pasa es que todo el mundo tiene ya claro, hasta en el PSOE, que Zapatero es incapaz de afrontar esta crisis. Ni siquiera es capaz, aún ahora, de actuar como si hubiera crisis. Éste no es el terreno en el que aprendió a desenvolverse, y es un cantante de una sola canción.

Las comparaciones de Churchill con Zapatero las vengo leyendo en Libertad Digital desde hace cinco años, sólo que eran a cuenta del terrorismo o de la política exterior. Ahora toca con la economía, donde no necesitamos tanto liderazgo como sensatez y consenso por parte de un montón de sectores clave. ¿De verdad queremos más liderazgo en un país donde casi todo el mundo, cuando venga el próximo líder, lo único que sabrá pedirle es "¡Nuevo líder, colócanos a todos!"?
 
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melchor rodriguez

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Churchill no tenía ningún poder cuando Gran Bretaña entró en la 2ª Guerra Mundial. Es justo lo que están comentando aquí: la guerra comenzó a final de verano en 1939 y él fue nombrado Primer Ministro en primavera de 1940.

De todas formas, es cierto que él hubiera declarado la guerra a Alemania, y lo hubiera hecho en 1938, o incluso antes. Y con motivo. Y si se hubiera iniciado antes, probablemente hubiera durado mucho menos y hubiera costado muchos menos muertos.

Por cierto que casi todas las élites británicas tenían claro que meterse en una nueva guerra les arruinaría, la ganaran o la perdieran. Y aún así lo hicieron. No simpatizo demasiado con esa gente, pero merecen un respeto sólo por eso.



Se olvida usted de los EE.UU. La U.R.S.S. ganó mucho en esa guerra, pero lo pagó muy caro. Los U.S.A. tuvieron muy pocas bajas, relanzaron su economía y se erigieron en el nuevo imperio mundial (un imperio más a la ateniense que a la romana), todo de una tacada.

Aún así, pese a que discrepe con usted, yo tampoco soy partidario de canonizar a Churchill. En muchos aspectos militares era un incompetente, y en muchos otros, políticos, era un imprudente, y lo demostró de sobra en las dos guerras mundiales. Pero era un líder, en un momento en el que los ingleses necesitaban liderazgo.

El quid de la cuestión, es, ¿la situación española la solucionamos simplemente con liderazgo? Eso no se lo cree ni Jesús Cacho. Lo que pasa es que todo el mundo tiene ya claro, hasta en el PSOE, que Zapatero es incapaz de afrontar esta crisis. Ni siquiera es capaz, aún ahora, de actuar como si hubiera crisis. Éste no es el terreno en el que aprendió a desenvolverse, y es un cantante de una sola canción.

Las comparaciones con Churchill con Zapatero las vengo leyendo en Libertad Digital desde hace cinco años, sólo que eran a cuenta del terrorismo o de la política exterior. Ahora toca con la economía, donde no necesitamos tanto liderazgo como sensatez y consenso por parte de un montón de sectores clave. ¿De verdad queremos más liderazgo en un país donde casi todo el mundo, cuando venga el próximo líder, lo único que sabrá pedirle es "¡Nuevo líder, colócanos a todos!"?
Cuando el ajuste del sector público se haga y se muestra la crudeza máxima de la crisis española -los años pasan y el país no se recupera- pues la tentación de un liderazgo populista autoritario xenéfobo, donde el papel del papá-Estado seguirá aunque desde un poder central fuerte con el chivo expiatorio de la inmi gración, va ser muy alto.

Mi sensación es que no va ser uno de los cachorros de la "derecha tradicional" sino alguien que procede de la izquierda de toda la vida (hijo de republicanos represaliados) que se siente decepcionado y abraza con la fe del converso a las ideas que se suponen de la extrema derecha europea: populismo con toques de liberal pero a la vez el papá-Estado te protege. Va ser más creíble que un Anglada o compañía.

No tiene nada que ver -los condicionantes históricos eran otros- pero hay una famosa frase de Reagan para entender la segunda gran reubicación ideológica entre las dos grandes coaliciones electorales yanquis -la republicana y la demócrata- a partir de la contracultura de los 60. Reagan era demócrata. Para justificar su cambio ideológico: "Yo no cambié, fue el partido demócrata el que cambió".

En España con el estallido final de la crisis -fin de la deuda pública e imposición de medidas impopulares- podemos ver una gran reubicación ideológica entre el espectro ideológico y político español. El mapa político que nació tras la Transición puede cambiar: ¿desde sistema orientado al centro -lo que vale una cosa, vale para otra-, a otro más centrado a los extremos de ambas orillas ideológicas?
 

kemao2

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Como siempre genial Cacho. Me quedo con una cita histórica que perfectamente se podría adaptar a ZP, y su penosa gestión de la crisis.

*******************************
En tan solemne ocasión, el viejo liberal Lloyd George (“The man who won the First World War”), pronunció su último discurso pidiendo la cabeza de Neville Chamberlain por su penosa dirección de la guerra: “No se trata de saber quiénes son los amigos del primer ministro, sino de una cuestión mucho más importante. Nos ha pedido un sacrificio y la nación está dispuesta a hacer cualquier sacrificio siempre y cuando haya un líder, siempre y cuando el Gobierno demuestre con claridad cuáles son sus objetivos (…) Afirmo solemnemente que el primer ministro debería dar un ejemplo de sacrificio, porque nada puede contribuir más a ganar esta guerra que su renuncia al cargo”.
 

ludd_v

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El análisis de la situación española lo ha clavado, la comparación con Churchill supongo que tiene que ver con la incapacidad que ha mostrado Zapatero cuando ha llegado un problema realmente rellenito, un problema que han estado alimentando irresponsablemente durante años.Parece que dentro de poco Zapatero nos va a anunciar el n-ésimo final de la crisis ...
 

Raider

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Solo un apunte: Los U.S.A. tuvieron 400.000 muertos en la Segunda Guerra Mundial, aproximadamente 200.000 en Europa y otros tantos en el Pacifico.
 

umbalator

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No soy muy entendido en historia pero siempre he tenido curiosidad por saber que opino Chamberlain una vez desatada la segunda guerra mundial ¿reconocio que su filtro politica del avestruz contribuyo al desastre subsiguiente ? ¿vivio el resto de sus dias triste y amargado? ¿se sabe algo?.
 

Rain dog

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Hispanistán
Conparar Gran Bretaña con España es comparar el tocino con la velocidad. Sería lo primero a tener en cuenta. Tienen sus lados oscuros, y su sociedad en general no es algo para envidiar, pero organizativamente, y a nivel de sentido común -y bemoles bien entendidos- nos dan sopas con onda.

La supuestamente maravillosa Transición fue una fruta hez desde el principio. Un país que había terminado sus graves problemas con el nacionalismo -entre muchos otros- en una Guerra Civil no tuvo otra feliz idea que diseñar un sistema que le llevara, con el tiempo, a un callejón sin salida con el mismo tema.

A partir de aquí, los sucesivos gobiernos han sido, de una forma u otra, básicamente catastróficos organizativa y económicamente hablando. La famosa -infame- Moratoria Nuclear era algo que desconocía -me pilló pequeñito y feliz-; el otro día leí sobre ello y pensé: jorobar, si es que esto ha sido siempre lo mismo, lo que pasa es que yo aún no me enteraba.

Este país es un desastre y funciona, renqueante, a pesar de su clase política. Esto ha sido, es y será un sálvese quien pueda, y es todo lo que se puede decir. Es un gran país para disfrutar, pero para disfrutar primero te tienes que salvar. Y esto es lo dolido.
 

burbunova

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Gallaecia
es el pragmatismo, menso

Lo más admirable de la sociedad inglesa son su pragmatismo y flexibilidad, virtudes que les han llevado a lo más alto y cuando les llegó la hora de la decadencia, tener una digna que les permitió salvar muchos muebles[1]. A lo largo de la historia de esta nación, hay ejemplos de sobra. Drake era un vulgar pirata, y en una sociedad marcadamente clasista ocupaba un lugar más bien bajo. Sin embargo, como pirata era de primera y la muy clasista sociedad británica procedió a hacerlo noble. En la España de aquella época, llena de hidalgos - baja nobleza con pretensiones y sin dinero - que preferían pasar hambre que a trabajar, éso no hubiese sido posible.

En este sentido, la sociedad española sigue estando en las antípodas de la del Reino Unido. El que ellos hubiesen tenido a un inepto como Chamberlain o nosotros a uno como Zapatero es poco importante; nadie está libre de cometer errores, incluso graves. Lo relevante es que el pragmatismo y la flexibilidad de la sociedad del Reino Unido permitieron tomar pronto medidas correctoras enviando a Chamberlain a su casa y dejar paso a una persona, Churchill, manifiestamente más adecuado para dirigir al país en tiempos de guerra.

¿España? España ni es pragmática, ni es flexible. Glorificamos las oposiciones y el estar fijos en un puesto pase lo que pase; servidor tiene que trabajar con funcionarios incapaces de enviar un correo electrónico y que siguen utilizando planos impresos en papel. Tenemos más de tres millones de funcionarios imposibles de despedir, mientras que el Reino Unido tiene unos 600.000 public servants en similares condiciones laborales; y ello a pesar de que la población del Reino Unido es sensiblemente mayor que la española.

El propio Rajoy, única alternativa que se divisa al incompetente de Zapatero, es toda una metáfora de esta renuencia española al cambio y al sentido común. Profesionalmente, sus méritos consisten en haber opositado con éxito a un puesto bastante dolido. Y su peregrinar electoral hace que le recuerde a uno la trayectoria de esos eternos opositandos que pacientemente chapan y esperan a la próxima convocatoria - elecciones -, a ver si suena la flauta... y mientras el mundo gira y cambia.

[1] Un ejemplo es Gibraltar: a lo único que optamos es tomarlo cuando se vayan; hacerlo por la fuerza, ni lo soñamos.
 

Fmercury1980

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Hay una frase del primer ministro Chamberlain que es clave en toda esta historia: "A war, whatever the outcome, will result certainly in the decomposition of the British Empire" ("Una guerra, cualquiera que sea el resultado, conllevará ciertamente a la descomposición del Imperio Británico").

Si nos ceñimos a los datos de hecho, la entrada del Reino Unido en la II Guerra Mundial fue catastrófica. La campaña de Francia de 1940 resultó en una aplastante victoria militar de la Wehrmacht, no sólo sobre las tropas francesas, sino también sobre las británicas. Y fue Hitler, ciertamente, el que salvó a los británicos de su derrota total cuando ordenó a sus tropas detenerse durante tres días en los alrededores de Dunkerque, posibilitando la evacuación del ejército británico mediante la Operación Dynamo. Si se hubieran seguido los consejos de Guderian y de Von Mannstein, 400.000 británicos y todo su material de guerra habrían sido capturados por la Wehrmacht, y la isla de Gran Bretaña habría quedado completamente desguarnecida, y de poco les habría servido el poder de su aviación. Los historiadores discuten acerca de los motivos de Hitler para ordenar la detención de sus tropas, pero lo más probable es que pretendiera así facilitar un acuerdo con el Imperio Británico.

Había ministros en el gabinete de guerra británico partidarios de alcanzar un acuerdo de paz con Alemania, sabedores de que los intereses de Alemania yacían en Europa Oriental y que una guerra de desgaste conllevaría la ruina y la destrucción del Imperio Británico. Es conocida una frase de un ministro británico que tras conocer las noticias del frente oriental comentó sarcásticamente: "Es una pena que no puedan perder los dos".

La II Guerra Mundial supuso un desastre, una hetacombe para la nación británica: Más de medio millón de jóvenes murieron en la contienda y el Reino Unido sólo se salvó de la ruina gracias a un préstamo de emergencia de los Estados Unidos en 1946, que sólo se terminó de pagar en 2006. Tras la guerra, los ingleses tuvieron que conceder la independencia a la India, salieron por patas de Palestina, concedieron la completa independencia a Egipto y a Irak y pocos años después vieron cómo las monarquías probritánicas de estos dos países fueron sustituidas por regímenes panarabistas y prosoviéticos. Incluso los irlandeses les pegaron una bofetada en la cara cuando De Valera presentó sus condolencias por la muerte de Hitler en la embajada alemana en Dublín y cuando el gobierno de Cosgrave proclamó la República de Irlanda en 1949.

La II Guerra Mundial acabó, pues con el Imperio Británico que tantos siglos había costado construir, con la soberanía de los reyes ingleses sobre Irlanda, que duraba ya ocho siglos. Acabó con las vidas de cientos de miles de jóvenes obreros ingleses, que fueron reclutados forzosamente, sin cobrar un sólo duro, mientras que las industrias armamentísticas se cobraron hasta la última bala. Un usuario de este hilo afirma que las élites británicas se arruinaron durante la guerra. Que se lo digan a los fabricantes de material bélico.

En resumidas cuentas, como decía Napoleón: La religión es muy útil porque permite justificar las enormes diferencias existentes en la sociedad. Tras el lento declive del cristianismo, ha surgido una nueva religión laica en Europa Occidental, entre cuyos "dioses" incuestionables se encuentran Churchill y otros líderes de las potencias aliadas occidentales durante la Segunda Guerra Mundial, que no están sujetos a crítica precisamente porque dichas personas son el fundamento del sistema actual.

Ellos nos trajeron la democracia a nosotros, los pobrecitos europeos continentales. Poco importa que los europeos diéramos la espalda a los regímenes parlamentarios durante los años 20 y apoyáramos cálidamente a los nuevos regímenes autoritarios que los sustituían: Metaxas en Grecia, Lenin en la URSS, Pildsulski en Polonia, Primo de Rivera en España. Las tropas angloamericanas nos impusieron regímenes cuya ausencia de contenido democrático se ha puesto de manifiesto en políticas tan dispares como los servicios secretos (que están fuera de todo control ciudadano y son incompatibles con estado verdaderamente democrático), la política migratoria (que se ha llevado a cabo contra la opinión de la inmensa mayoría de los europeos) y la política financiera-monetaria (bancos centrales independientes de los parlamentos democráticamente electos y bajo el control fáctico de la banca, rescates bancarios aprobados contra una opinión popular manifiestamente contraria a ello).

Pero ya se sabe que la historia la escriben los vencedores, y tendremos Churchill, "democracia" y "libertad" para rato.
 
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