De mi cliente... chaval de 32 años. La semana pasada se desvaneció en una tienda, luego otro día le volvió a pasar. Tenía la presión arterial por las nubes y el corazón con agujetas. Al parecer no ha sido parrake covidano sino parrake psicológico covidiano, la presión de estar encerrado en casa, el aislamiento.
Esta movida es para gente dura y sociópata como yo, para autistas y para foreros comedoritos. La gente normal no lo va a soportar.
Que un sueco, con los largos inviernos suecos, lleve peor la presión de estar encerrado en casa que los hispanistaníes acostumbrados a nuestros pacobares y mamoneo social... Será el gen pepitil y nuestro duro entrenamiento habituados a los zulitos y los francoblocks de toda la vida.
Es curioso, yo a estas alturas una de las cosas que peor llevo o más echo de menos es sencillamente el poder dar un abrazo a un amigo o conocido para despedirme, o un simple apretón de manos al inicio o final de una reunión (de las escasas que todavía hay, claro) a alguien incluso con quien no haya tenido trato previo. Curioso, ya digo. Esta claro que los mediterráneos al final somos "tocones", como Berlusconi frente a Frau Merkel.
P.D. No os había contado otra Pacoanécdota de esta semana "extra" en Santander al no poder volver a la siberia nevada mesetaria. En Cantabria creo que no se revocó la orden del BOC sobre la posibilidad de ir sin mascarilla en las playas, así que se podía pasear sin ella por los arenales estos días (o si no, todos el mundo se hacía el longuis). Resultó agradable, aunque se hacía extraño el ver a tanta gente vestida en invierno andando por la arena (tampoco mucha, medio centenar en toda la 1ª playa del Sardinero y tras casi dos semanas lloviendo casi sin parar, pero desde luego más que cualquier otro año en invierno, que siempre hay alguien animado pero no tantos). Un poco distópico, pero prueba de que las costumbres se modifican y el ser humano se adapta a todo.