O sea, que hay que explicarla. Por Dios.
Pues que si esas ideas no son capaces de imponerse, de la forma que sea, y desarrollarse de modo racional y duradero, su fuerza es nula y su utilidad inexistente. Ideas sin fuerza, o sea, nada.
Lo de Cádiz quizá te haya producida la erisipela preceptiva al recordar que aquí, en España, nació la segunda generación de izquierda, heredera y enemiga -en pura dialéctica- de la primera, la izquierda jacobina francesa, y conformó una nación política sobre lo que ya era una nación histórica. Una izquierda nacional española. La primera y única que hubo en España.
Pero, nada, oye, vosotros seguid a vueltas con el fascismo y los nacionalismos, y Gordillo y la solución ante ETA, y demás cosillas. sencillada tras sencillada, la gente va tirando.