Las cajas de ahorro, moneda de cambio. De aquellos barros estos lodazales (back to 1977 inside)

D´Omen

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A día de hoy con las cajas de ahorro en la cresta de la ola por los motivos ya conocidos, aqui un texto un pelin larguito pero interesante relatando hechos y circustancias del "decreto de liberalización de cajas de ahorros de 1977". Otras hipótesis o datos posteriores bienvenidos.

Las cajas de ahorro, moneda de cambio

Con los pactos de la Moncloa, Enrique Fuentes Quintana se convirtió en el economista más influyente de la época y probablemente en uno de sus peores políticos. Las discrepancias, por no hablar de peleas con Fernando Abril Martorell fueron sonadas, y no por motivos ideológicos, sino por razones de mera supervivencia política.

Con sus concesiones a la izquierda, Fuentes Quintana había provocado un duro enfrentamiento entre el gobierno y la derecha económica. Cuando decidió liberalizar las cajas para que compitiesen con los bancos, a los empresarios ya les pareciño el colmo. Sin embargo, lo que acabó con su paciencia fue la propuesta de nacionalizar la red de alta tensión por razones de ahorro y eficiencia energética. Aquello lo electrocutó. Los señores del dinero no estaban dispuestos a financiar a quienes iban en contra de sus intereses. Ésa fue la razón por la que el gran ministro de Economía español de la Transición apenas duró nueve meses en el gobierno. La reforma de las cajas de ahorro fue “demasiado” para los intereses de los bancos. Don Enrique, que provenía de la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA), metió a los bancos un gol por toda la escuadra sin que se diesen cuenta.

Hasta 1977, las cajas eran poca cosa en el mundo financiero. Habían sido creadas en la primera mitad del siglo IXX por filántropos de la aristocracia y de la iglesia contra la usura que ejercían los prestamistas. Fueron concebidas como entidades sin ánimo de lucro dirigidas a ayudar a los pobres. Inicialmente, las cajas recogían pequeñas cantidades de dinero en depósito y las depositaban en un banco grande y un sacerdote se encargaba de llevar la cuenta de los que tenia cada uno, siguiendo el modelo británico.

Durante más de un siglo se habían dedicado a guardar ahorros de las clases populares para canalizarlos después a créditos hipotecarios, de consumo o a pequeños negocios; en definitiva, hacia una economía doméstica que entonces no resultaba interesante para los bancos.

En la medida en que el país fue prosperando y se configuró una clase media muy amplia y con cierto poder adquisitivo, las cajas se convirtieron en auténticas máquinas de hacer dinero. Sin embargo, sus limitaciones eran grandes, el sector bancario nunca las dejó desarrollarse. No podían salir de su territorio de origen, y su operativa se limitaba a captar ahorro de sus clientes. Con parte de estos recursos se prestaban dinero al Estado y a las grandes empresas, de acuerdo con los coeficientes de inversión obligatoria que decidía en cada momento el gobierno de turno. – los bancos también estaban obligados a invertir una parte de sus activos, pero en menor medida que las cajas -. Otra parte del dinero captado lo dedicaban a atender pequeños créditos que pedían sus cliente, fundamentalmente familias y pymes. Y el sobrante lo prestaban a los bancos con un pequeño interés, que a su vez lo canalizaban para financiar grandes operaciones. Las cajas querían trasladar a la legislación española el modelo alemán, que les autorizaba mayores funciones.

A iniciativa de Fuentes se aprobó el 27 de agosto de 1977 un real decreto que cambiaba la naturaleza de las cajas de ahorro y las convertía en competidores de de primera línea de los bancos.

Desde el punto de vista económico y social fue un enorme éxito, ya que al introducir competencia en el sector financiero lo dinamizó y, de alguna manera, contribuyó a bancarizar la sociedad española. Sin embargo, a los poderosos banqueros les sentó fatal. El decreto equiparaba a las cajas con los bancos en todo lo referente al negocio financiero, con una ventaja añadida consistente en que no tenían ningún impedimento para comprar bancos, sin embargo éstos no podían comprar cajas por su naturaleza semipública. También introdujo un elevado grado de libertad para que expandiera su negocio fuera de su territorio.

Salvador Arancibia - autor de “El dinero de la discordia" y "De crisis en crisis" - Sostiene que, en aquellos años, “el grupo de presión de las cajas pudo más que el de la banca. Puede que no fuera ajeno el hecho de que Enrique Fuentes procediese de la CECA y que, muy poco tiempo antes, Luis Coronel de Palma hubiera sido gobernador del Banco de España y al dejar ese puesto volviera a su lugar de origen”, como haría Fuentes cuando “le dimitieron” hicieron la ley de cajas y como es lógico la diseñaron a la medida de intereses de éstas.

El problema es que en el decreto se coló el bichito de la politización. En él se establecieron las normas para que los órganos de gobierno de cajas tuvieran mayor representatividad. “Dio un primer paso que luego fue seguido por otros de la mano de los gobiernos socialistas encaminados hacia la apertura a la sociedad de los órganos de las cajas. Ahí fue posiblemente donde Fuentes se equivocó”, se dice que el Banco de España a la vista del fiasco que se produjo en la gran crisis financiera de 2010 y se colocó el sistema cajario al borde de la quiebra, en buena medida por culpa del control político de su gestión. Con el paso de los años se convirtieron en bancos de desarrollo regional y su gestión quedó supeditada a los intereses políticos autonómicos. La crisis y la presión de los mercados obligaron al presidente Zapatero en 2010 a convertirlas en bancos ya reducir su número de cuarenta y cinco a diecisiete.

Fuentes se defendió años después argumentando que el problema de las cajas provenía de la ley de 1985 del gobierno de Felipe González, que eliminó el papel de director general de la caja como último elemento a la hora de decidir la inversión. Puede ser cierto, pero de lo que no cabe duda es que el “decreto fuentes” estableció el sistema por que necesariamente tenía que haber representantes de las instituciones políticas en los ámbitos en los que se movían las cajas.

Arancibia mantiene que “hay quien piensa que el decreto Fuentes es en realidad un apéndice de los Pactos de la Moncloa y que junto a los sacrificios en materia económica que se pusieron en marcha y la modernización fiscal del país, se alcanzó un segundo pacto por el que los partidos políticos decidieron acceder al poder de las cajas. Sería algo que favorecería extraordinariamente al Partido Socialista, al que se vería como claro vencedor en las elecciones municipales y autonómicas que se empezaban a dibujarse en el horizonte”. Desde esta perspectiva, el decreto trataba de eliminar de los órganos rectores de las cajas a los representantes del régimen o a los viejos “dioses del poder”, aunque no fuesen franquistas, para sustituirlos por otros más jóvenes y abiertos a los tiempos modernos.

texto extraído de "El Declieve de los Dioses"

espero que no me persiga nadie por ponerlo aquí.
 
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Ese es el problema, los intelectuales de hoy están a sueldo de los partidos, no hay nadie que con el suficiente prestigio e independencia que le abra lo ojos al País y ponga las cosas en su sitio. Los que había seguramente ya se han ido de este País.

Justamente leí esa apreciación hace poco en aquel libro "El Sistema". Al margen de quien sea Mario Conde creo que en ese aspecto no se equivocaba, su postulado era que como podía ser que allá por 1994 el único organismo de inteligencia económica del país fuera el "banco de españa", curiosamente hoy puesta en cuestión la independencia del ente, produciendo una especie de monopolio en la materia careciendo de la circulación o disponibilidad a otras ideas o postulados alternativos.

Entiendo con esto que hoy la entrada de otras organizaciones independientes como el "Instituto Juan de Mariana" podrian ser muy positivas en ese aspecto.
 
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