Conozco a uno que estuvo haciendo la Mili en Villa Cisneros, y le pilló la Marcha Verde.
No disparó ni una bala, pero me contó que estaba en mitad del desierto con tres más, cuando los jovenlandeses ya habían invadido todo, pero ellos estaban aislados y no se habían enterado. Se les había acabdo el agua y lllevaban varios días bebiendo su propia orina con azucar. Apareció una jovenlandesa vendiendoles agua a cambio de una morterada de dinero y vacilándoles, y le hizo a la jovenlandesa un tajo en el cuello.