A quien le gusten estos temas, seguro disfrutarán del contenido del vídeo, discretamente dramatizado pero apoyado en opiniones de expertos historiadores y militares.
Destaco una cualidad que no había mencionado en mi anterior escrito en el que refería a los motivos digamos grandes de los soldados españoles y era su honor y con él, la defensa del honor del rey y del reino. ¿Alguien que pone su honor y luego el de lo que defiende, encajaría con ese modelo truhan, borracho, pendenciero y finalmente sanguinario y bruto?
¿Alguien capaz de morir por Dios, por el rey y por el reino, incluso sin haber recibido la paga, encaja en esa figura leyendanegrista que construye Reverte con gran gusto por su parte y el de los enemigos? Y sin embargo, ¿sería acaso ese sentido del honor tan elevado propio de gentes ignorantes y brutas? Ya quisieran los actuales gobernantes contar entre los de su pueblo con esa enseña magnífica que los hace leales sin renunciar a su propio fuero interno. Quien sabe que su destino final es elevado y que a tanta elevación no se llega por atajos ni apariencias sino por caminar erguido y elevado, es lo más alejado del cliché revertiano del cliente, el borracho y el sanguinario cuya única virtud parece consistir en la lealtad para con sus amigos, a la sazón figuras igual que él, como bandas de cuatreros y asesinos.
En todas estas interpretaciones falaces de aquella España victoriosa encuentro una mezcla de admiración y envidia que no suele quedar neutralizada, adquiriendo siempre y como resultado final el resquemor de quien íntimamente se siente ofendido porque sabe cuán lejos está de verse él mismo con esas cualidades que inicialmente admira pero enseguida es la envidia la que acaba poniendo las cosas en orden... Y miren sus señorías que son este tipo de personajes incapaces de reconocer la grandeza cuando la tienen delante los que con más saña acusan a los españoles de ser un pueblo envidioso.
Hay momentos y personajes en la historia cuyo brillo no soportan los espíritus pequeños que como los murciélagos prefieren la seguridad de la penumbra. ¡¡¡Y son los mismos que hablan de prometos y luciferes, y de la luz de la ilustración y de los saberes de las ciencias!!! ¿no ven clara la burda inversión de valores que convierte al fistro en líder y al valiente en mito?
El vídeo.