Los proyectos sutiles de domesticación que nos convirtieron en rebaño obediente, sin ideas propias, incapaces de pensar y deducir
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Por Magdalena del Amo.- ¡Cómo es posible que personas inteligentes y cultas, algunas con premios de prestigio y honrosos galardones, con grandes puestos en empresas punteras o funcionarios de alto nivel sean capaces de creer la gran farsa de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo con su misterioso bichito quimera y demás parafernalia covidiana! Es de no creerse, pero es real. Por eso, una vez más, me atrevo a decir que el “despertar”, es decir, abandonar la caverna platónica y caer en la cuenta de nuestra realidad ilusoria –utilizando los símbolos de la alegoría—, no está relacionado con el nivel intelectual o cultural ni con la clase social. Me inclino a pensar que el “clic” misterioso que activa el resorte está más en consonancia con esas hélices que los “sabios” del genoma han bautizado como ADN basura y que, a la luz de lo que vamos sabiendo, contiene los genes inactivos de poderosas cualidades que traspasan la mente cognitiva y nos adentran en el propio reino del espíritu, en el gran campo cuántico. De esto trata la epigenética. Los amos del mundo lo saben. Por eso llevan décadas en su proyecto de “atontamiento obligatorio”, que decía Adorno, y han ido a destajo hasta conseguir el tipo de sociedad del presente, manipulada hasta la zombificación, sin capacidad de análisis, dispuesta a comulgar con las mentiras y patrañas del sistema.
Este proyecto de control se ha ido implementando, no a base de decretos, sino de forma mucho más lúdica y sutil. Los medios de comunicación, sobre todo la televisión y el mundo de la imagen en general han jugado un importante papel en este control de masas. El eje Estados Unidos-Inglaterra fue el germen y de ahí se extendió al resto del mundo.