KUTRONIO
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¡Venga muchachos! Asustaros un poco con la realidad de la educación japonesa:
Rasgos específicos de la educación en Japón
Las condiciones establecidas en el sistema educativo japonés se basan en un alto grado de exigencias en todos los niveles y modalidades. El proceso educativo, impulsado por intensas presiones de padres y profesores, persigue un fin bien definido: inculcar en los espíritus de los estudiantes la noción de la competitividad y seleccionar mediante exámenes rigurosos a los aspirantes más aventajados, desde que tienen tres años de edad hasta que ingresan en una universidad.
Los estudiantes del nivel primario que asisten normalmente a 30 horas semanales de clases durante 240 días al año, incluyendo los días sábados, visten obligatoriamente atuendo de corte militar aunque estén fuera de la institución educativa o sea día de asueto.
Cuando los alumnos ingresan al bachillerato las presiones aumentan y, en la práctica, desaparecen todas las preocupaciones y actividades que no vayan encaminadas a fortalecer las posibilidades de éxito en el examen de admisión a la universidad. Los estudiantes no viven para otra cosa que no sea superar ese examen, conocido como "examen del infierno". Así, para mejorar su capacitación en las materias consideradas difíciles, el 40% de los alumnos del bachillerato asisten diariamente a clases nocturnas en academias privadas ad hoc llamadas "juku", cuya colegiatura por 60 horas de clases al mes asciende a 250 dólares. El dicho popular respecto al examen de admisión a una de las 2,130 universidades del país, destaca que el estudiante aprueba si duerme por día cuatro horas, pero reprueba si duerme seis.
El gobierno y las grandes empresas japonesas alimentan esta competitividad y se guían por el prestigio ("efecto halo") de las instituciones universitarias al seleccionar sus empleados.
La competencia rige también para los profesores del sistema educativo superior. Los docentes más capaces, que hayan realizado los mayores esfuerzos formativos y que cuentan con altas calificaciones ingresan al plantel académico de las mejores universidades y gozan en ellas las mejores remuneraciones del sistema.
De este modo, el estilo que se impone en la educación japonesa ha resultado particularmente efectivo para promover la disciplina, la tenacidad y la responsabilidad personales en lo que concierne a la calidad y eficiencia en el sistema educativo, así como también ha logrado establecer vínculos estrechos y fecundos entre los contenidos de la educación formal y las actividades productivas.
Rasgos específicos de la educación en Japón
Las condiciones establecidas en el sistema educativo japonés se basan en un alto grado de exigencias en todos los niveles y modalidades. El proceso educativo, impulsado por intensas presiones de padres y profesores, persigue un fin bien definido: inculcar en los espíritus de los estudiantes la noción de la competitividad y seleccionar mediante exámenes rigurosos a los aspirantes más aventajados, desde que tienen tres años de edad hasta que ingresan en una universidad.
Los estudiantes del nivel primario que asisten normalmente a 30 horas semanales de clases durante 240 días al año, incluyendo los días sábados, visten obligatoriamente atuendo de corte militar aunque estén fuera de la institución educativa o sea día de asueto.
Cuando los alumnos ingresan al bachillerato las presiones aumentan y, en la práctica, desaparecen todas las preocupaciones y actividades que no vayan encaminadas a fortalecer las posibilidades de éxito en el examen de admisión a la universidad. Los estudiantes no viven para otra cosa que no sea superar ese examen, conocido como "examen del infierno". Así, para mejorar su capacitación en las materias consideradas difíciles, el 40% de los alumnos del bachillerato asisten diariamente a clases nocturnas en academias privadas ad hoc llamadas "juku", cuya colegiatura por 60 horas de clases al mes asciende a 250 dólares. El dicho popular respecto al examen de admisión a una de las 2,130 universidades del país, destaca que el estudiante aprueba si duerme por día cuatro horas, pero reprueba si duerme seis.
El gobierno y las grandes empresas japonesas alimentan esta competitividad y se guían por el prestigio ("efecto halo") de las instituciones universitarias al seleccionar sus empleados.
La competencia rige también para los profesores del sistema educativo superior. Los docentes más capaces, que hayan realizado los mayores esfuerzos formativos y que cuentan con altas calificaciones ingresan al plantel académico de las mejores universidades y gozan en ellas las mejores remuneraciones del sistema.
De este modo, el estilo que se impone en la educación japonesa ha resultado particularmente efectivo para promover la disciplina, la tenacidad y la responsabilidad personales en lo que concierne a la calidad y eficiencia en el sistema educativo, así como también ha logrado establecer vínculos estrechos y fecundos entre los contenidos de la educación formal y las actividades productivas.