A ver, eso de ser hermanos es una merluzez, los españoles no consideramos a nadie como hermano (jorobar, solo hay que ver como nos odiamos entre nosotros, Puerto Urraco rules), pero eso de meterse con los centro y sudamericanos siendo español es tener falta de viajes y lecturas.
Para empezar, sois españoles, os guste o no. España no es la península ibérica, son también, todos los territorios de ultramar, en el imperio se definia como "las españas" siendo tan españa Cuba, Perú o Filipinas.
Nunca fuisteis colonos, legalmente fuisteis castellanos y posteriormente españoles desde el minuto cero que media docena de desarrapados con corazas, un fraile y un escribano de la Corona plantaban la bandera de Castilla y Leon en una playa. La gran visionaria Isabel de Castilla, rodeada de las más preclaras mentes políticas (me dejaba cortar un brazo por tener un Cisneros, un Chacón o una Galindo sentados en la Moncloa), estableció en las Capitulaciones de Santa Fe y refrendó en su Testamento la condición de subditos de la Corona de los habitantes de todas las tierras descubiertas (que no conquistadas, como explico) y las leyes de Indias que sucedieron fueron una receta perfecta para una "hispanización" integral.
Es decir, nunca o "conquistamos" o "vencimos" (imposible por una simple cuestión de números), os "convencimos" nuestra gran baza fue que llegamos allí con una civilización, cultura, legislacion y tecnología avanzada 1000 años o más sobre las bases de la Edad de los Metales que tenían los pobladores y civilizaciones locales. Siendo cuatro monos como era el tamaño de nuestras expediciones, siempre se llegaba a acuerdos con familias importantes de cada zona, que eran "adoptadas" por una familia equivalente de origen español y se mostraban entusiasmados en poder organizar los recursos de su territorio por los nuevos métodos españoles (la clave del imperio fue el arado de caja de hierro, no el mosquetón). Estos pactos se sustanciaban por via matrimonial, casando princesas locales con miembros de tal o cual casa Española. Por eso la escasa pervivencia de apellidos originales y la predominancia de apellidos españoles frente a los indigenas o españolizados.
Esta asimilación cultural tuvo igual energía que la romanización que tuvimos en España en la antiguedad. Llegaron los romanos con su cultura y tecnología muy superior. Es de imaginar que cuando llega Escipión y funda Itálica, con su perfecto trazado, su circo, su teatro, su foro y su ordenamiento jurídico, los habitantes de cultura de las vecinas ciudades turdetanas de Urso, Hispalis o Ilipa acostumbrados a hacer ciudades de cualquier manera y discutir los asuntos políticos a bastonazos ven en el modelo romano algo interesante. Esas grandes familias turdetanas empiezan a enviar a sus hijos a instruirse con romanos, a ir como aliados de las legiones en guerras, aprenden latín, un idioma sin dialectos con alfabeto y gramática fija que vale para comunicarse desde algecirás a estambul (y más allá). Es decir, en dos o tres generaciones, 100% romanos. Y esa romanización es tan profunda y que ante la propia caida de Roma, pervive. Los visigodos acaban romanizandose (el código de Recaredo es pura legislación romana con alguna que otra frikada), los arabes de Tarik se encuentran con ciudades organizadas a la manera romana y una población que habla en latín.
Pues en todo el territorio de los virreinatos sucede exáctamente lo mismo que ya nos sucedió a nosotros. Dificilmente verás a un español que renuncie a su herencia romana y se sienta várdulo, turdetano, carpetano o ilergete.