Dios Franco Bernabéu
adiós, adiós, el capitán se va. 5/2021
En el caso de España su uso no empezó a generalizarse hasta después de 1975, tras la muerte de Francisco Franco y el comienzo de la Transición a la democracia, donde se vivía una atmósfera y anhelo de absoluta libertad donde prevalecía el «todo vale» tras la dictadura. Unido a ello se produjo, sobre todo desde comienzos de la década de 1980, una fuerte reconversión industrial, que disparó el desempleo en las antiguas regiones industriales como Madrid, Cataluña y en especial el País Vasco, cuya economía dependía de la industria pesada, principal objetivo de la reconversión, que acabó prácticamente con todo el sector sin ofrecer alternativas.
En estas regiones fue precisamente donde la epidemia de heroína más se cebó con la población; en 1979 se estimaba que en Barcelona había 30.000 heroinómanos, un 1% de la población y algunas estimaciones apuntaban a que en toda España su número podía rondar los 80.000 en 1984, concentrados la mayoría en Barcelona, Madrid (6000 jóvenes consumidores habituales) y el País Vasco. Solo entre 1982 y 1984, las muertes de adictos se duplicaron. En 1984 algunas estimaciones cifraban en 117.000 millones de pesetas (unos 700 millones de EUR) el dinero que este mercado movía al año. En España la epidemia afectó a toda la sociedad y en las regiones más afectadas el tráfico y consumo de drojas estuvo entre las principales preocupaciones de la población hasta bien entrada la década de 1990. Su incidencia se dejó sentir en la criminalidad, que aumentó considerablemente y alcanzó sus máximos durante la epidemia; en 1985, el Ministerio del Interior estimaba que el 75% de los delitos comunes estaban asociados al tráfico o consumo de drojas.
En estas regiones fue precisamente donde la epidemia de heroína más se cebó con la población; en 1979 se estimaba que en Barcelona había 30.000 heroinómanos, un 1% de la población y algunas estimaciones apuntaban a que en toda España su número podía rondar los 80.000 en 1984, concentrados la mayoría en Barcelona, Madrid (6000 jóvenes consumidores habituales) y el País Vasco. Solo entre 1982 y 1984, las muertes de adictos se duplicaron. En 1984 algunas estimaciones cifraban en 117.000 millones de pesetas (unos 700 millones de EUR) el dinero que este mercado movía al año. En España la epidemia afectó a toda la sociedad y en las regiones más afectadas el tráfico y consumo de drojas estuvo entre las principales preocupaciones de la población hasta bien entrada la década de 1990. Su incidencia se dejó sentir en la criminalidad, que aumentó considerablemente y alcanzó sus máximos durante la epidemia; en 1985, el Ministerio del Interior estimaba que el 75% de los delitos comunes estaban asociados al tráfico o consumo de drojas.