Se traduce en la "pérdida de consenso" o, dicho de otro modo, en el hundimiento de los fascio-bolivarianos.
La estrategia de Iglesias es trivial, a un cerebro con ese número de neuronas no se le puede pedir más.
Iglesias expande su chuloputismo barato tratando de hacer imposible en el futuro cualquier "acuerdo en el centro": la posibilidad de que la CorruPSOE terminase llegando a un pacto nacional con PP, Ciutadans y PNV, por ejemplo. En la pueril mente del mini-mussolini, esto garantiza una "salida bolivariana de la crisis"
El problema es que sin reservas petrolíferas, ni multinacionales petroleras extranjeras a las que robar sus pozos ni cultivo de Cocaina en España, el mini-cacique no tiene fondos para materializar la compra de votos.
Confía en que los contribuyentes holandeses, austríacos, finlandeses o alemanes van a financiar durante años venideros la nueva Venezuela-Albania del Mediterráneo. Y eso, simplemente no va a suceder. Los Estados del norte no toleraron las imbecilidades del viejo Varoufakis y no van a tolerar, en medio de una grave crisis propia, las imbecilidades del nuevo Varoufakis.
Los sufridos contribuyentes del Norte no van a regalar centenares de miles de millones a los alegres países del Sur para que continúen con el despilfarro en Coca y cortesanas.
Las ayudas van a estar condicionadas a un "plan serio" a largo plazo, basado en la austeridad que logre el equilibrio de las cuentas estatales en unos pocos años.
Y en esto es donde está el problema de mini-mussolini: en el "plan serio"
Los compromisos que tendrá que adquirir el Estado español para recibir los fondos serán compromisos a largo plazo, compromisos que no solo competen al actual Gobierno precario y en patética minoría, sino "compromisos de Estado" que obliguen también al próximo Gobierno, y el siguiente, y al siguiente y así hasta dentro de 20 años.
No basta con que el caudillo de un partido al que ha votado el 8% de los ciudadanos españoles firme ese compromiso. Europa, la Europa que paga las facturas, exigirá un amplio respaldo parlamentario a ese acuerdo de modo que el acuerdo firmado obligue a cualquier posible Gobierno futuro en España, sea de derechas o de izquierdas.
Cuando mini-mussolini dinamita cualquier posibilidad de acuerdo amplio, está dinamitando la única posibilidad de financiación de su compra caciquil y chavista de votos.
Y no, hablar de Franco o de Jose Antonio Primo de Rivera no impresionará a los negociadores finlandeses o austríacos que se espera que paguen la Cocaína y las pilinguis a la izquierda española.