Las cruzadas se hicieron en un momento en el que los reinos fiel a la religión del amores del medio Oriente estaban divididos y militarmente fragmentados y en Europa había unas relaciones relativamente buenas. Cuando los jovenlandeses se recuperaron se acabó.
En 1453 el imperio Otomano no era una fuerza débil sino una potencia emergente y poderosa y unida. A eso añadir las constantes peleas entre ortodoxos y Católicos, de hecho, en el asedio a Constantinopla se propuso mandar refuerzos y al final sólo a Venecia mandó unas naves
Con la batalla de Lepanto se volvió a sacar la idea, pero aún así pese a la victoria se concluyó que seguía siendo demasiado para liberar a Europa del Este y Constantinopla de los turcos, así como las discrepancias entre Roma, Venecia y España.
La mejor oportunidad fue ya en la guerra de Crimea en el siglo XIX con los turcos ya en plena decadencia, Rusia podría haber llegado a capturar Estambul. Pero en aquel momento preocupaba más a los ingleses y franceses que el imperio ruso tuviese acceso al Mediterráneo y se aliaron en contra del Zar.