En mi ignorancia hay dos cosas que no acabo de comprender.
Una es el aparente fanatismo de la religión atea. No entiendo el extremismo y el desprecio explícito cuando precisamente la queja es la intransigencia e inmovilismo de la parte contraria.
Otra, es la también aparente apropiación de la moral por parte de los creyentes. El sistema de moral asociado al pensamiento judeocristiano no tiene, en mi opinión, nada de judeocristiano y sí mucho de un derecho romano pagano y por el que el mismo Jesucristo fue crucificado.
Yo personalmente me considero ateo, por cuanto no creo que exista ningún dios. Creo que el hombre por naturaleza necesita llenar un vacío existencial y en situaciones de crisis personal hay conversiones, renacimientos y compras de Harleys, pero eso son clavos a los que cada cual se agarra. Igual que cuando uno se va a morir rezaría al panteón rodista si es preciso. Nuestra educación occidental incluye de serie un paquete de miedos y costumbres muy asumidos que afloran cuando no queda mucho más, y es normal lo de los ateos que piden la extrema unción o rezan con una fe espeluznante en sus últimos momentos.
Los huecos misteriosos se han ido rellenando con ciencia, y la necesidad de un dios global que explique el mundo ha ido perdiendo peso, transformándose en la necesidad de un dios personal, que de sentido al lugar de cada uno en ese mundo. Creo que esa individualidad mal entendida, tanto material como, digamos, espiritual, es hacia donde se dirige el asunto.
Lo que la ciencia no puede explicar no implica un dios, sino que simplemente aún no se sabe. Es posible que la ciencia como tal llegue a un límite, un punto donde las matemáticas se vuelvan incomprensibles, o donde nuestra capacidad de cálculo o abstracción choque contra la barrera de la lógica o el sentido común. En el cristianismo hay que reconocer que lo incomprensible es algo cotidiano. La trinidad, la virginidad de María, los caminos del señor...
En nombre de la religión se han perpetrado verdaderas salvajadas. También en nombre de la revolución. O de la libertad. Es solo un medio para un fin. Por eso París valía una misa, por ejemplo. Y esa instrumentalización no creo que deba condenar el todo.