M. Priede
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Jose Antonio Gallego
A diferencia de tantos foreros, me niego a jorobar el trabajo de otros copiándoselo, por eso no cuelgo el texto completo:
Texto completo: Trabajadores saboteadores. Cuando tu empleado es tu mayor enemigo
"Con mi flamante título universitario en el bolsillo y tras terminar el servicio militar (estamos hablando de principios de los 90) invertí todas mis energías y mis escasos ahorros en un proyecto empresarial que fracasó.
Sin ilusiones y sin dinero (aún no estaba de moda el término “emprendedor” ni dar charlas sobre el fracaso), en medio de una brutal crisis económica, me ví obligado a aceptar la primera oferta de trabajo que me surgió: responsable de sección en un centro comercial de una capital de provincias."
"Aquel almacén era “El Álamo” de los desmotivados, con torres de palets que se habían habilitado diversos espacios de ocio. En uno se jugaba a las cartas, en otro al frontón… Una mesa de despacho era el punto de reunión de los consumidores de drojas. Y estratégicamente escondida había una cama de matrimonio que Pikolín había mandado como muestra donde acudían las parejas a consumar su amor. La norma no escrita era cambiar las sábanas cuando la pareja terminase, sábanas que una vez usadas volvían a meterse en su paquete y se ponían de nuevo a la venta".
Pero otros demuestran un repruebo mucho más profundo: un empleado de confianza en un “think tank” conservador de Washington explica con orgullo cómo metía en la trituradora de papel los cheques que recibían de sus donantes, o un grupo de empleados de una planta de montaje de Detroit que durante años sabotearon los carburadores que se montaban en los coches con el único objetivo de que los clientes perdieran la confianza en la marca.
En sus propias palabras: “inspiré y enseñé a muchos otros. Estaban aburridos en su trabajo, y el poder coger el destornillador y estropear intencionadamente partes del coche sin ser atrapados era un alivio”.
¿Hasta dónde llega este fenómeno? ¿Se trata de casos aislados con los que solo la mala suerte nos puede hacer coincidir, o estamos arañando solo la superficie de un enorme iceberg?"
Sin ilusiones y sin dinero (aún no estaba de moda el término “emprendedor” ni dar charlas sobre el fracaso), en medio de una brutal crisis económica, me ví obligado a aceptar la primera oferta de trabajo que me surgió: responsable de sección en un centro comercial de una capital de provincias."
"Aquel almacén era “El Álamo” de los desmotivados, con torres de palets que se habían habilitado diversos espacios de ocio. En uno se jugaba a las cartas, en otro al frontón… Una mesa de despacho era el punto de reunión de los consumidores de drojas. Y estratégicamente escondida había una cama de matrimonio que Pikolín había mandado como muestra donde acudían las parejas a consumar su amor. La norma no escrita era cambiar las sábanas cuando la pareja terminase, sábanas que una vez usadas volvían a meterse en su paquete y se ponían de nuevo a la venta".
Pero otros demuestran un repruebo mucho más profundo: un empleado de confianza en un “think tank” conservador de Washington explica con orgullo cómo metía en la trituradora de papel los cheques que recibían de sus donantes, o un grupo de empleados de una planta de montaje de Detroit que durante años sabotearon los carburadores que se montaban en los coches con el único objetivo de que los clientes perdieran la confianza en la marca.
En sus propias palabras: “inspiré y enseñé a muchos otros. Estaban aburridos en su trabajo, y el poder coger el destornillador y estropear intencionadamente partes del coche sin ser atrapados era un alivio”.
¿Hasta dónde llega este fenómeno? ¿Se trata de casos aislados con los que solo la mala suerte nos puede hacer coincidir, o estamos arañando solo la superficie de un enorme iceberg?"
A diferencia de tantos foreros, me niego a jorobar el trabajo de otros copiándoselo, por eso no cuelgo el texto completo:
Texto completo: Trabajadores saboteadores. Cuando tu empleado es tu mayor enemigo