dkd dijo:
No Delendaestdomus. El que te empeñas eres tú en ignorar el fraude bancario. Te lo he intentado mostrar por activa y por pasiva y no has comprendido nada de nada.
Tú escudas tus razonamientos en que como la economía funciona pues todos contentos. Y las cosas no son así. Existe algo llamado justicia y jovenlandesalidad.
Aquí te dejo un enlace que describe como se ha legalizado la estafa bancaria.
http://www.jesushuertadesoto.com/pdf_dinero/cap_III.pdf
Pero claro, por lo que he visto, sobre eso no os interesa hablar. Lo importante es enrevesar las cosas y que nadie se entere de que el sistema bancario hunde sus raices en la estafa y la ilegalidad.
Para que HAYA FRAUDE TIENE QUE HABER ENGAÑO, tanto desde el punto de vista de la justicia como del de la jovenlandesalidad.
Leyendo al señor Jesús Huerta, albricias al menos no condena la existencia del préstamo con intereses y recuerda el cachondeo que se llevaban en la Edad Media para camuflar los muy necesarios préstamos cuando éstos estaban prohibidos.
Según la opinión de dicho señor, la economía para funcionar necesita del préstamo y de los intereses. Algo es algo, al menos la mera existencia de estos dos fenómenos no es un fraude (y espero que le haga más caso al señor Huerta que a mí) como defiende la historia "Quiero toda la Tierra y un cinco por ciento"; en la que, por cierto, el préstamo comienza con las existencias de oro propiedad del orfebre, no hay nada de depósitos.
La objeción de Huerta consiste en que hay un fraude porque los depositantes entregan el dinero como si fuera un depósito de simple custodia mientras que los banqueros lo reciben como si fuera un contrato de préstamo (página 111 del enlace).
Bueno pues eso es falso.
Los depositantes SABEN que su dinero se empleará en conceder préstamos y que si esos préstamos no se pagan perderán cualquier cantidad superior a la que esté garantizada por el fondo de garantía de depósitos. En mi pueblo, al menos, hasta los abuelos de boina y traje de pana sabían que los bancos prestaban con el dinero que metía la gente en la cartilla y que cuando todo el mundo quería sacar el dinero de golpe, se quedaban sin nada. Por eso mismo, había algunos con aversión total al riesgo que iban el día uno a sacar su pensión de la cartilla y dejarla en la hucha para pasar el mes.
Si considera que la gente está mal informada sobre este punto en particular, no dudaría en apoyar que se incluyeran algunas horas de matemáticas financieras en algún curso de la ESO. Ahora mismo, no sé si se siguen estudiando los intereses, a mí me los explicaron así como que los bancos prestaban lo que metías en la cartilla en las matemáticas de la antigua EGB.
Por su parte, los banqueros reciben el dinero como un contrato de préstamo con limitaciones: el coeficiente de caja acota la cantidad máxima a prestar y, además, tienen la obligación de devolver los depósitos en tanto en cuanto el Banco Central no autorice a una limitación en la cuantía máxima de las retiradas. Eso también lo saben los banqueros y, si lo olvidan, lo normal es que terminen en la guandoca.
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El señor Huerta se queja de que la regulación sobre la banca moderna surgió a remolque de los hechos consumados. Las primeras operaciones de préstamo del dinero depositado por los orfebres británicos fueron ciertamente delictivas si se realizaron con engaño de los depositantes. Sin embargo, las nuevas realidades sociales obligan a cambios en la legislación y del mismo modo que fue necesario regular la objeción de conciencia primero y la supresión del servicio militar después; también se hizo necesario regular el préstamo por parte de la banca. Una vez regulado, deja de ser delito en tanto en cuanto se atenga a las normas.
Además, al encorsetar lo que antes se hacía por libre, se pudo incrementar la seguridad del sistema al introducir el coeficiente de caja como límite a la concesión de crédito. Algo que en un sistema basado en los créditos privados es incontrolable.
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El señor Huerta identifica correctamente lo que está pasando en realidad en la página 115: la disponibilidad por parte de los depositantes es en realidad aleatoria. Aunque eso tampoco es decir mucho, el 100 por cien de seguridad no es garantizable por ningún sistema. Guardando el dinero en casa existe el riesgo de robo o deterioro, en un depósito puro existe el riesgo de desfalco, en el depósito bancario existe además el riesgo de impago masivo. Lo que hace falta es un poco más de cultura financiera y saber que a mayor rentabilidad, mayor riesgo. Intuitivamente, los abuelos que retiran todo su dinero el día uno aplican esa máxima porque consideran que no se pueden permitir ningún riesgo ni aunque les paguen unos intereses por dejar dinero en la cartilla.
Discutir sobre que porcentaje de riesgo es asumible (subir o bajar el coeficiente de caja, cuánta parte de los beneficios tiene que ir destinada a cubrir posibles fallidos futuros, ...) es necesario y muy saludable. Pero que no nos quieran hacer comulgar con la idea de que todo el mundo pone la seguridad por encima de todo, renunciando a cualquier beneficio (no escasean precisamente los abuelos aficionados a la bolsa).
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Su problema y el del señor Huerta se soluciona de manera muy fácil. Hagan un estudio de mercado para ver cuánta gente estaría dispuesta a "fiarse" de un banco que no diese préstamos y que se limitase al depósito puro y duro (bajo unas comisiones) y con una cobertura de, digamos 200.000 euros, por parte del fondo de garantía de depósitos. Sospecho que se encontrarían con que los potenciales clientes son los que prefieren el colchón o la caja fuerte y que, ni por esas, confiarían en ustedes (desde mi punto de vista, con buen criterio, el verdadero riesgo de la banca reside en la falta de honradez de los banqueros que se puede manifestar tanto en los autopréstamos fallidos como en salir huyendo con el dinero a lo Dioni, mucho más que en el hipotético escenario de retirada masiva de fondos). En caso contrario, adelante y monten el negocio.