Aquí no se muere nadie.
Menudo desastre.
Tras la inscripción en Burbuja quedan nuestros cuerpos a cargo de la compañía (netknow). Claro, aquí la peña se piensa que esto es un foro con nicks, avatares atascados e hilos corrompidos con insultos en negrita, y que dando al botoncejo de apagar o huyendo hacia yermas tierras, el rollito burbujista se acaba, pero NO: esto es
mes que un fòrum; es un complejo experimento intracorpóreo donde alcanzamos diferentes grados de superinmortalidad, en un multiverso de tochos y subforos, en el cual el lider supremo lleva coexistiendo e interaccionando con la materia desde tiempos primigenios. De hecho, ahora -según sus últimas fotos- se está haciendo biónico y nanotecnológico; en las conferencias tiene voz de robot pero la gente se lo calla porque lo mismo induce al pánico. Silencio comprado con iPads.
Y notaremos, dentro de muchos años, tras acontecer incontables octubres apocalípticos, que aún seguimos aquí, en plan McLeod, pero en vez de lucir katanas y caganos en el Kurgan -porque mató a un español, que en realidad era un escocés tras hacer el referéndum- operaremos entre orgasmatrones cortocircuitados, esperando lapsos de caídas cada vez más frecuentes y deseando morirnos; y nada.
El conserje del cementerio nos tratará como a un hermano, de la de personas que hemos enterrado para acto seguido, dar un resoplido de resignación, y centrarnos en el reciente viaje de Davitín a Neobolivia, capital mundial, de terrenos revalorizados gracias a la especulación, mientras se carcajea acompañado de su alpaca trasgénica multiusos (incluyendo el sensual) en su garita de oro macizo.