Con la observación de los sucesos pasados y de tantas transformaciones que se producen ahora, también el futuro es posible prever. Porque enteramente igual será su aspecto y no será posible salir del ritmo de los acontecimientos actuales.
Marco Aurelio
"Cuando llegaban a una ciudad los recaudadores de contribuciones, había una huida general a tierras extranjeras, temiendo arruinar su patrimonio, al obtener cualquier cargo.Registró los bienes de los ciudadanos más ilustres, instituyendo un impuesto,
al que llamó folles. Con este tributo arruinó las ciudades, por estar en vigor mucho tiempo después de Constantino. Las riquezas de la ciudad poco a poco se agotaron, y la mayoría de ellas se despobló."
Zósimo
«¿Quién desconoce los cargos de los impuestos, que abruman las tierras de
nuestros compatriotas, cuyo resultado es que numerosos propietarios se han marchado a otros lugares, que otros explotados han huido y que la mayoría de las tierras permanecen abandonadas?»
Teodoreto de Ciro.
"Durante este tiempo, los pobres se arruinan, las viudas gimen, los huérfanos son saqueados, aunque la mayoría de entre ellos proceden de familias conocidas y han recibido buena educación se refugian entre los bárbaros por no perecer bajo los golpes del castigo público (las contribuciones). Buscan, sin duda, entre los bárbaros la humanidad de los romanos, porque no pueden soportar entre los romanos la inhumanidad de los bárbaros. Aunque a las gentes a los que se acogen, se diferencian por la religión, por la lengua, y por así decirlo, por el olor fétido, que exhalan el cuerpo y los vestidos de los bárbaros, prefieren soportar entre ellos la
diferencia de costumbres que entre los romanos la injusticia cruel. Por ello emigran o a los godos, o a los bagaudas, o a otros bárbaros,que dominan por todos los sitios, y no se arrepienten de haber emigrado. Prefieren vivir en libertad bajo una apariencia de esclavitud, que ser esclavos, bajo apariencia de libertad. De este modo el título de ciudadano romano, antaño tan estimado, y comprado tan caro, ahora es despreciado y evitado; se le considera no sólo vil, sino abominable.»
Salviano de Marsella