Cándido
Madmaxista
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Hoy, en la radio, he escuchado un anuncio sorprendente. Permitid que os lo resuma en lo esencial:
Hija (entusiamada): ¡Mamá, mamá! Por fin nos hemos decidido y hemos comprado la casa de nuestros sueños. Un adosado, tres plantas ... [bla-bla-bla] ... ¡Y por sólo 393.000 €!
progenitora (contentísima): ¡Qué alegría! ¡Ya verás cuando se lo diga a tu padre!
Hija (mimosona): Mamá... ¿me ayudarás con la hipoteca?
progenitora (resignada): Ya verás cuando se lo diga a tu padre...
Como puede comprobarse, la publicidad ya va a saco a por todo el patrimonio familiar. Ya no se cuenta con que los padres ayuden espontáneamente a sus hijos (claro: ¡ya no pueden!), sino que la urgencia por vender obliga a los expertos en márketing a inventar las campañas más violentas y rastreras que imaginarse cabe...
La siguiente será: "Mamá, ¿no puede papi volver a trabajar, aunque sea en B? ¿y el abuelito...?"
Hija (entusiamada): ¡Mamá, mamá! Por fin nos hemos decidido y hemos comprado la casa de nuestros sueños. Un adosado, tres plantas ... [bla-bla-bla] ... ¡Y por sólo 393.000 €!
progenitora (contentísima): ¡Qué alegría! ¡Ya verás cuando se lo diga a tu padre!
Hija (mimosona): Mamá... ¿me ayudarás con la hipoteca?
progenitora (resignada): Ya verás cuando se lo diga a tu padre...
Como puede comprobarse, la publicidad ya va a saco a por todo el patrimonio familiar. Ya no se cuenta con que los padres ayuden espontáneamente a sus hijos (claro: ¡ya no pueden!), sino que la urgencia por vender obliga a los expertos en márketing a inventar las campañas más violentas y rastreras que imaginarse cabe...
La siguiente será: "Mamá, ¿no puede papi volver a trabajar, aunque sea en B? ¿y el abuelito...?"