No son ni Galgos ni Podencos, fulastres

De Elea

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“en serio que estas liao hombre, que no hay nada menos abstracto que la estadistica. La unica matematica abstracta es el algebra que podria ser la herramienta de los austriacos, su logica hipotetico deductiva y su patron oro. La estadistica es la base del metodo cientifico friedmanita tranfsormado en economia positiva cuya implementacion fue el monetarismo, justo lo que tenemos hoy (PIB/inflacion/empleo -> tipos -> PIB/inflacion/empleo -> tipos ...).”
Es lastimoso observar cómo te quedas sin argumentos, e ignorando lo general te agarras a lo anecdótico. Evidentemente si estoy hablando de un concepto general y no de uno concreto es natural que pueda usar la palabra abstracto, es, buen hombre algo similar a quien habla del Hombre como concepto abstracto general, evidentemente el Hombre no es algo abstracto, allí están Pepito, Juanito y Maripepis, hombres de carne y hueso ¿lo entiendes criatura?

Así mismo ocurre con el concepto Patrón, los hay concretos, y lo hay en general abstracto. Mira te lo pongo en plan Wikipedico para hasta que tú lo entiendas:
“Un patrón abstracto es una forma o modelo o simulación o paradigma (o, en general, un conjunto de reglas) que pueden ser usadas para crear o generar entidades o partes de una entidad, especialmente si las entidades generadas tienen lo suficiente en común como para que sea posible inferir o discernir el patrón, en cuyo caso se dice que exhiben el patrón. La detección de los patrones subyacentes se denomina reconocimiento de patrones.”

Patrón abstracto - Wikipedia, la enciclopedia libre

Lógicamente esta salida de tono nada tiene que ver con el asunto, se trata simplemente de intentar coger el rábano por las hojas, dándonos desgraciadamente un espectáculo tan ridículo como gratuito.

“la historia no demuestra nada, y mas para quien pretende pensar abstracto. Los hechos nunca pueden demostrar teorias, solo falsearlas.”
¿Pero tú te das cuenta las tonterías que dices?

“a deuda privada, no a deuda colectiva. Si alguien quiere endeudarse pa respaldar al pocero y lo hace con su dinero, yo encantao. Si lo hace con el dinero de todos me pillo un rebote que flipas. Em 1929 los que se tiraban por la ventana eran los banqueros. Hoy son los ciudadanos aborregados.”
La deuda era privada y colectiva, nacional, y esto desde aumentado desde finales del XVII, coincidiendo principalmente con el nacimiento del Banco de Inglaterra y con el oro como “patrón” y las crisis ha sido no una ni dos ni tres sino muchas más, por eso las llaman cíclicas…….. Es realmente lamentable juntar tanta ignorancia con tanta verborrea.

Por otro lado, buen hombre, los que se tiraron por las ventanas fueron los pequeños inversores y los rentistas, a los que llevaron a la ruina los estafadores que dominaban el sistema financiero, de hecho ahora mismo no recuerdo ninguna crónica periodística hablándonos de los saltos por la ventana de los Rothschild, Morgan, Schiff, Warburg, Rockefeller, Kuhn, Loeb, etc, etc……

Mientras, los ciudadanos “aborregados” …… la gente decente y trabajadora, pasaban hambre y miseria entre la abundancia.

En fin solo espero que en realidad no seas tan simple como aparentas, y que en el fondo solo seas el típico listillo que ha gastado algunos ahorrillos en oro físico o lo que sería todavía más cómico es activos (papelitos) relacionados con el oro. Esto al menos justificaría tanta tontería, en el mismo sentido que justificaría a un tipo que teniendo unos terrenos o fincas tuviese en su interior una gran cantera de mármol, y dijese que lo suyo sería el patrón lítico, el patrón Mármol. De un tipo así no diría que es simple del todo sino simplemente un espabiladillo……….

Así que ale, ale, usted a soltar mantras liberaloides y otros a pensar en los problemas sin prejuicios…… cada uno a lo suyo.

---------- Post added 11-feb-2016 at 11:38 ----------

Menudo berenjenal lleva el pobre zagal :XX:
Menos mal para España y para la humanidad que te tenemos a ti, campeón, que eres un campeón.
 

pericoporro

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Mata al perro (galgo o podenco) y se acabó la rabia. El dinero como fuente de poder debe desaparecer. Ni patrón oro ni religión ni poder.

El dinero impide la lógica expansión de la humanidad hacia el único camino correcto. La unión de esfuerzos para el beneficio mutuo (de TODOS los seres humanos).

La tierra se muere. La disfrutan los muchimillonarios. Pero para ellos también se acaba.
 

sociedadponzi

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Es lastimoso observar cómo te quedas sin argumentos, e ignorando lo general te agarras a lo anecdótico. Evidentemente si estoy hablando de un concepto general y no de uno concreto es natural que pueda usar la palabra abstracto, es, buen hombre algo similar a quien habla del Hombre como concepto abstracto general, evidentemente el Hombre no es algo abstracto, allí están Pepito, Juanito y Maripepis, hombres de carne y hueso ¿lo entiendes criatura?

Así mismo ocurre con el concepto Patrón, los hay concretos, y lo hay en general abstracto. Mira te lo pongo en plan Wikipedico para hasta que tú lo entiendas:
“Un patrón abstracto es una forma o modelo o simulación o paradigma (o, en general, un conjunto de reglas) que pueden ser usadas para crear o generar entidades o partes de una entidad, especialmente si las entidades generadas tienen lo suficiente en común como para que sea posible inferir o discernir el patrón, en cuyo caso se dice que exhiben el patrón. La detección de los patrones subyacentes se denomina reconocimiento de patrones.”

Patrón abstracto - Wikipedia, la enciclopedia libre

Lógicamente esta salida de tono nada tiene que ver con el asunto, se trata simplemente de intentar coger el rábano por las hojas, dándonos desgraciadamente un espectáculo tan ridículo como gratuito.



¿Pero tú te das cuenta las tonterías que dices?



La deuda era privada y colectiva, nacional, y esto desde aumentado desde finales del XVII, coincidiendo principalmente con el nacimiento del Banco de Inglaterra y con el oro como “patrón” y las crisis ha sido no una ni dos ni tres sino muchas más, por eso las llaman cíclicas…….. Es realmente lamentable juntar tanta ignorancia con tanta verborrea.

Por otro lado, buen hombre, los que se tiraron por las ventanas fueron los pequeños inversores y los rentistas, a los que llevaron a la ruina los estafadores que dominaban el sistema financiero, de hecho ahora mismo no recuerdo ninguna crónica periodística hablándonos de los saltos por la ventana de los Rothschild, Morgan, Schiff, Warburg, Rockefeller, Kuhn, Loeb, etc, etc……

Mientras, los ciudadanos “aborregados” …… la gente decente y trabajadora, pasaban hambre y miseria entre la abundancia.

En fin solo espero que en realidad no seas tan simple como aparentas, y que en el fondo solo seas el típico listillo que ha gastado algunos ahorrillos en oro físico o lo que sería todavía más cómico es activos (papelitos) relacionados con el oro. Esto al menos justificaría tanta tontería, en el mismo sentido que justificaría a un tipo que teniendo unos terrenos o fincas tuviese en su interior una gran cantera de mármol, y dijese que lo suyo sería el patrón lítico, el patrón Mármol. De un tipo así no diría que es simple del todo sino simplemente un espabiladillo……….

Así que ale, ale, usted a soltar mantras liberaloides y otros a pensar en los problemas sin prejuicios…… cada uno a lo suyo.

---------- Post added 11-feb-2016 at 11:38 ----------



Menos mal para España y para la humanidad que te tenemos a ti, campeón, que eres un campeón.
No se, macho, salvo recordar el diccionario, ni un puñetero argumento. Llevas 2 paginas de tonterias y todavia no se sabe que vendes. No pierdo mas el tiempo, tengo cosas que hacer
 
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Oh shit han vuelto a dejar abierta la jaula de elea. Nos espera otra racion de "el dinero es la sabia de la economia" y "solo el consumo crea riqueza".

La culpa es nuestra que esta tan iluminado que solo se entiende el mismo.
 

De Elea

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Veo que vuelves magullado y escocido lamiéndote las heridas, y como las despechadas te inventas injurias y cotilleos para calmar tu rabia…….

Yo nunca he dicho, como es lógico “"solo el consumo crea riqueza" así que deja de hacer el ridículo, cura tus heridas, no tergiverses y vive en paz y alegría contigo mismo.
 

Discordante

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Veo que vuelves magullado y escocido lamiéndote las heridas, y como las despechadas te inventas injurias y cotilleos para calmar tu rabia…….

Yo nunca he dicho, como es lógico “"solo el consumo crea riqueza" así que deja de hacer el ridículo, cura tus heridas, no tergiverses y vive en paz y alegría contigo mismo.
Veo que sigues con tu problema de dislexia. Escribes cosas que luego niegas o a las que cambias de significado hasta el punto de crear una realidad paralela donde el dinero es riqueza y capital, donde el ahorro (que tambien es exclusivamente dinero para ti, bueno en realidad toda la economia no es mas que dinero en tu mente) es sustraccion de riqueza del sistema y el consumo es el unico bien de produccion.

Usas terminos o que desconoces, usar palabras de oidas, o no entiendes. Das significados antonimos a las palabras y explicas problemas economicos inexistentes con argumentos vacios de contenido.

"Eso es el micro, tienes que ver la macro." Todavia no me he recuperado de nuestra ultima interaccion.

Buena suerte iluminando al mundo desde la mas absoluta oscuridad.
 

De Elea

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Veo que sigues con tu problema de dislexia. Escribes cosas que luego niegas o a las que cambias de significado hasta el punto de crear una realidad paralela donde el dinero es riqueza y capital, donde el ahorro (que tambien es exclusivamente dinero para ti, bueno en realidad toda la economia no es mas que dinero en tu mente) es sustraccion de riqueza del sistema y el consumo es el unico bien de produccion.

Usas terminos o que desconoces, usar palabras de oidas, o no entiendes. Das significados antonimos a las palabras y explicas problemas economicos inexistentes con argumentos vacios de contenido.

"Eso es el micro, tienes que ver la macro." Todavia no me he recuperado de nuestra ultima interaccion.

Buena suerte iluminando al mundo desde la mas absoluta oscuridad.
Mira si uno anda escocido se pone pomadita en la zona irritada y a andar, lo que no se puede es mentir y poner en boca de otro lo que no ha dicho.

Si discrepas de lo que dije sobre el consumo, expones tus discrepancias y aportas tus opiniones, pero no te inventes, o mientas directamente como has hecho, pues eso resulta lamentable.

---------- Post added 11-feb-2016 at 20:43 ----------

.....................................
dime que no entiendes sobre el concepto Patrón y comenzamos por ahí.

---------- Post added 11-feb-2016 at 20:50 ----------

Extraigo unos párrafos de un libro.

Muy interesante de leer, simplemente advertir a Liberales y Marxistas que puede producirles urticaria, así que recomiendo su lectura acompañados de un bote de pomadita.



“Podemos, pues, decir: nuestra moneda actual sólo facilita por lo general el intercambio de las mercancías mediante la deducción de un tributo. Si el mercado es la calzada en la que se intercambian las mercancías, el dinero es la barrera que se levanta mediante el pago de un derecho. Y este derecho, ganancia, tributo, interés o como quiera llamársele, es la presuposición fundamental del intercambio de las mercancías. Sin tal tributo es inconcebible el cambio.

Entendámonos bien aquí. No se trata de la ganancia mercantil, del pago al cual tiene el comerciante derecho y lo hace valer por su trabajo. Hablamos de la ganancia especial que el poseedor del dinero está en situación de exigir de los productores de mercancías, porqué puede obstaculizar el intercambio mediante la retención del dinero. Esto no tiene nada que ver con la ganancia comercial. Es un servicio especial que el dinero cobra, un tributo que el mismo recaba, porque se halla libre de la necesidad material de ofrecerse, a la que generalmente están sometidas las mercancías. Necesidad material, inherente a las mercancías, en cuanto a la oferta; libertad, arbitrio y autonomía completa del momento, del estado, en cuanto a la demanda; he aquí la razón determinante del tributo. La mercancía ha de pagar esta libertad al dinero irremisiblemente. Sin tal tributo no se ofrecerá dinero; sin pagar a éste el servicio de cambio ninguna mercancía llegará a su destino. Si por cualquier razón el dinero no percibe su tributo habitual, las mercancías permanecen en los depósitos, se deterioran, se pudren, perecen (crisis).

Si la percepción de un tributo es ya la premisa fundamental de la demanda, con mayor razón queda excluída la eventualidad de aparecer ésta en el mercado si la aguardan ahí pérdidas inmediatas. La oferta se presenta sin considerar en absoluto la ganancia o la pérdida. La demanda se retira a su fortaleza (eso es su invulnerabilidad) ante la perspectiva desfavorable, y aguarda allí con paciencia franciscana el momento más propicio para su aparición.

La demanda, mejor dicho, la oferta mercantíl del dinero contra mercancías es posible cuando las condiciones del mercado ofrecen:
1) seguridad suficiente contra pérdidas, y
2) un tributo al dinero.

El tributo mencionado se percibe sólo mediante la venta de mercancías, y para ello se requiere el cumplimiento de una condición: que durante el período que transcurre entre la compra y la venta de la mercancía el precio de ésta no baje. El precio de venta ha de superar al de compra, dado que de la diferencia en más se abona el tributo. En períodos de prosperidad general (coyuntura ascendente), en que el índice general de los precios tiende a subir, la confianza de los comerciantes está generalmente justificada. La diferencia citada o sea la ganancia, cubre entonces los gastos del comerciante, más el tributo que exige el dinero. En momentos de coyuntura descendente (baja de precios) la percepción del tributo es dudosa, y con frecuencia hasta imposible. Basta la duda para inducir al comerciante a abstenerse de comprar... ¿Qué comerciante, especulador, empresario recurrirá al Banco para descontar un pagaré y obligarse a pagar intereses cuando teme que aquello que se propone adquirir con el dinero prestado baje de precio y corra el riesgo de no recuperar ni los gastos?

Desde el punto de vista de las premisas a las cuales el dinero subordina sus servicios de intermediario es matemáticamente imposible el comercio con precios en descenso. Pero es de notar aquí que sólo el poseedor de dinero habla de tal imposibilidad absoluta. Para el poseedor de mercancías ni las pérdidas mercantiles mas graves forman un obstáculo a la oferta; él no conoce, en este sentido, obstáculos insalvables. La mercancía está lista indefeniblemente para el cambio, haya perspectivas de ganancia o de pérdida. El dinero, empero, se declara en huelga cuando no se le asegura el tributo habitual, y ello sucede tan pronto como, por una causa cualquiera, se perturbe la relación entre la oferta y la demanda, y bajen los precios.

¡Alto ahí! ¿Qué acabamos de decir? Que al declinar los precios retrocedería la demanda, se haría calculadamente imposible la circulación monetaria. ¡Pero si los precios bajan precisamente por la escasez de dinero ofrecido! ¿Y porque la oferta de dinero es insuficiente para impedir un descenso de precios, se la reduce más aún? Seguramente que sí; no hay ningún error de imprenta en la frase. El dinero se retira efectivamente del mercado, la circulación monetaria se hace imposible tan pronto como sea insuficiente la oferta de dinero, y se inicie o se aproxime un descenso de precios.

Cuando después de instituído el patrón oro la emisión de dinero se redujo por el monto total de la extracción de plata y bajaron los precios, también se hizo imposible la circulación monetaria, amontonándose la moneda en los Bancos. El tipo de interés declinaba continuamente. Entonces, los bimetalistas iniciaron su cruzada contra el patrón oro, atribuyendo la imperante crisis económica al insuficiente suministro de dinero; pero los Bamberger y compañeros señalaban los grandes depósitos bancarios, el tipo bajo de interés, como prueba irrefutable de que en realidad había plétora de dinero. Ellos explicaban la baja de los precios por la reducción general de los gastos de producción (¿también del oro?), por una superproducción de mercancías. Los adeptos del bimetalismo, sobre todo Laveleye, desvirtuaron brillantemente tal afirmación, demostrando que sí el dinero no está en condiciones de circular comercialmente, se debe a que no es ofrecido en cantidad suficiente para impedir la baja de los precios. Los grandes encajes bancarios, el bajo tipo de interés serían la prueba concluyente de la escasa oferta de numerario.

Sin embargo, nuestros filósofos en cuestiones monetarias, perdidos en la nebulosa del "valor",jamás llegaron a comprender el alcance de la cuestión; ni la comprenden hoy, no obstante las numerosas pruebas aportadas por el desenvolvimiento de las relaciones monetarias a la veracidad de esta teoría bimetalista. Porque desde que la casualidad intervino en el hallazgo de grandes cantidades de oro y los precios experimentaron, en general, un poderoso repunte,desaparecieron los fuertes depósitos bancarios y el tipo del interés subió más que nunca.

Queda, pues, demostrado que los Bancos le llenan, que el interés baja, porque escasea dinero; y al contrario, hay un drenaje en los Bancos, sube el interés, cuando se ofrece dinero en exceso.

Y bajan precisamente los precios porque es insuficiente la oferta de dinero.

Pero si ni siquiera es indispensable que los precios de las mercancías bajen efectivamente para que el dinero abandone el mercado. Es suficiente que se vislumbre la posibilidad de una baja general (con fundamento o sin él), para que se produzca un desconcierto en la demanda, se trabe la oferta del dinero, y por ende ocurra realmente lo que se sospechaba o se temía.

¿No habrá alguna revelación en esta frase? ¿No nos la pone acaso en evidencia la naturaleza de las crisis económicas, con una claridad que no se encuentra en ninguna de las voluminosas investigaciones sobre la materia? La frase nos señala cómo de súbito puede sobrevenir un "desastre", una crisis, un día fatal, que siembre muerte y miseria.

La demanda desaparece, se oculta, porque es insuficiente para realizar el intercambio de las mercancías a base de los precios hasta entonces vigentes. La oferta superaba a la demanda: de ahí que la demanda tenga que retirarse por completo. El comerciante que está preparando un pedido de cretona lo anula en el acto si se entera que la producción de cretona ha crecido. ¿No es esto divertido?

Pero si la producción lanza continuamente mercancías al mercado ¿no crecen, acaso, las existencias, por quedar estancada, entorpecida la salida? ¿No crecen, acaso, las aguas en el lecho del río si se cierran las compuertas?

La oferta se acrecienta, pues, se hace mas apremiante debido al titubeo de la demanda, y ésta titubea precisamente porque la oferta es demasiado grande en relación a la demanda.

Tampoco aquí hay un error de imprenta. El fenómeno de las crisis económicas, tan ridículo desde el punto de vista de los extraños a ella, ha de tener no más una causa ridícula: la demanda declina porque ya es demasiado reducida; la oferta crece porque ya es demasiado grande.

Pero la comedia se convierte pronto en tragedia. La oferta y la demanda determinan el precio, es decir, la relación en que se intercambian el dinero y las mercancías. Cuanto más mercancías se ofrecen tanto mayor es la demanda por dinero. Las mercancías que por el trueque o la vía de crédito llegan al comprador quedan excluídas de la demanda de dinero. Los precios, por consiguiente, suben cuando crecen las ventas a crédito, puesto que la masa de mercancías ofrecida contra dinero disminuye por el importe de esas ventas, siendo la oferta y la demanda las que determinan los precios, es decir, la relación en que se cambian el dinero y las mercancías.

De ahí que viceversa también tendrán que bajar los precios cuando declinan las ventas a crédito, porque las mercancías que se desplazaban hacia el comprador por vías laterales (crédito) vuelven entonces a unirse a la demanda de dinero en efectivo.

La oferta de mercancías a cambio de dinero en efectivo crece, pues, en relación inversa a las ventas a crédito.

Las ventas a crédito declinan cuando los precios bajan, cuando el precio de venta es inferior al de compra, cuando el comerciante pierde generalmente sobre sus stocks de mercancías, cuando cualquier pieza de sus existencias que ha adquirido por 1.000 puede comprarse hoy, en el día del balance, por 900, teniendo por lo tanto que asentarlo en el inventario respectivo a 900. La seguridad del comerciante sube y baja con los precios de sus mercancías, y de ahí que bajen o suban también las ventas a crédito con el descenso o ascenso de los precios.

Tan vulgar es el fenómeno; nada de extraordinario se encuentra en él. Y, no obstante, reviste un carácter singular.

Si suben los precios, es decir, si la demanda es superior a la oferta, afluye rapidamente el crédito, substrae al dinero una parte de mercancías y fuerza los precios más hacia arriba. Pero si los precios bajan, se retira el crédito y las mercancías se lanzan de nuevo sobre el dinero en efectivo, presionando más aún los precios hacia abajo.

¿Se requiere, acaso, algo más para explicar el problema de las crisis económicas?

Debido al perfeccionamiento de nuestros medios de producción, porque fuimos más activos, hábiles e ingeniosos, porque tuvimos buen tiempo y buena cosecha, por nuestra mayor prolificación, porque hemos cuidado la división del trabajo, madre de todo progreso, por todo eso aumentó la oferta de mercancías y la demanda de dinero; y como no opusimos a ella una mayor oferta de numerario bajaron los precios de las mercancías.

Ante este derrumbe de precios declinó la demanda, se escondió el dinero; y por declinación de la demanda y la falta de salida, las mercancías paralizadas formaron enormes montañas. La oferta rompe los diques, inunda los mercados, y las mercancías se liquidan a cualquier precio.

Pero precisamente por la baja general de precios el comerciante no adquiere mercancias, pues teme que cuánto compre hoy a un precio tentador, se ofrezca mañana más barato a un competidor suyo quedando él en desventaja. Las mercancías se tornan invendibles por demasiado baratas, y porque amenazan bajar aún más de precio. ¡La Crisis! Pero en razón, precisamente, del estallido de la crisis; en razón de la contracción del Haber (activo) de los comerciantes y del incremento del Debe (pasivo) en relación a aquél; debido a que todo el que ha contraído obligaciones de entregar dinero (2) no puede afrontarlas ante la baja de los precios (del activo), ya que se han producido cesaciones de pago y el comercio en general ha poco equilibrado en especulación, por todo ello se restringen las ventas a crédito. Y entonces crece la demanda de dinero en efectivo por la cantidad total de mercancías hasta entonces realizadas por vía de crédito, ocurriendo esto en el preciso momento en que el dinero ya escasea y se esconde.

Así como el fuego origina la corriente de aire que luego aviva el incendio, así también la interrupción en la circulación monetaria refuerza aún más la demanda de dinero. En ninguna parte se ven actuar las fuerzas compensadoras tan mentadas. Por doquiera acentuación, no atenuación; no hay rastros de fuerzas reguladoras.

Esta compensación buscada cuando crece la demanda de dinero (oferta de mercancías) piensan hallarla todavía algunos en la circulación monetaria acelerada, pues suponen que el anhelo de comprar barato (3) ha de atraer al dinero en mayor proporción al mercado, reduciendo así las reservas. Pero sucede todo lo contrario. La elevación de precios, y no la baja, incita al comerciante a comprar: esta última sólo puede causarle perjuicios. El temor de que lo muy barato (3) de hoy pueda ofrecerse mañana más barato aún cierra todos los bolsillos y, en realidad, no vemos dinero en abundancia más que cuando se espera un repunte de precios. Por otra parte: ¿Dónde estarían estas famosas reservas? ¿Acaso en los Bancos? Los Bancos retiran sus fondos de la circulación cuando ésta ya no ofrece más seguridades a causa de la baja general; pero los millones que se substraen al mercado cuando más falta hacen en él no pueden considerarse como reservas. Si en época de sequía el juez embarga la vaca del campesino, no por eso aumentará el ganado. Los Bancos siempre están repletos cuando bajan los precios, es decir, cuando la oferta de dinero es insuficiente; están exhautos cuando los precios suben. Si sucediera lo contrario, entonces podría hablarse de reservas.

Si existieran, pues, reservas, habría que liquidarlas cuanto antes para fomentar el intercambio de mercancías, dado que su subsistencia sería una razon más para fluctuaciones de precios. Las reservas, o sea el atesoramiento, pueden formarse sólo mediante el retiro de dinero de la circulación, del mercado, del intercambio, de su destino; pero formarlas precisamente cuando ya existe penuria monetaria en el mercado obliga a calificarlas de veneno.

He aquí la ley natural de la demanda: que desaparece tan pronto como se nota su insuficiencia.

¿Pero qué ocurre cuando ella es excesiva en relación a la oferta, cuando suben los precios de las mercancías? Pues no está excluída tal eventualidad. Tambíén esto surge palpablemente de nuestro cuadro, y la historia económica de los últimos decenios lo comprueba. Es un hecho evidente que a pesar del sensible incremento de la producción han subido todos los precios, aproximadamente desde el año 1895.

¿Qué hace, entonces, el poseedor de dinero cuándo suben los precios, cuando prevé o sabe por experiencia que lo comprado hoy podrá venderlo más caro mañana, cuando el repunte de precios abarata todo, cuando la inversión de dinero rinde un beneficio creciente?

Respuesta: Adquirirá cuanto pueda, por todo su dinero y los préstamos conseguidos. Pues los comerciantes disfrutan de crédito mientras continua el alza de los precios, en tanto que el precio de venta es superior al de compra. Simultáneamente, el ambiente optimista creado por las elevadas ganancias de los comerciantes trae como consecuencia un ambiente favorable a las compras rápidas, sin detenerse a contemplar el dinero diez veces antes de gastarlo. La moneda circula con mayor velocidad en períodos de alza de precios: la circulación monetaria alcanza durante el auge comercial (coyuntura ascendente) la velocidad máxima que en general permiten las organizaciones comerciales.

La demanda es igual a la cantidad y a la velocidad de la circulación monetaria, y la oferta y la demanda determinan los precios.

Así, pues, el alza de los precios origina una creciente demanda de mercancías por la circulación monetaria acelerada y, simultáneamente, decrece la oferta de mercancías (a cambio de dinero efectivo) a causa del incremento de ventas a crédito. Los precios siguen repuntando, entonces, porque los precios suben. La demanda revive; crece por ser ya demasiado grande. El comerciante adquiere mercancías mucho más allá de sus necesidades inmediatas; trata de asegurarse, porque la oferta es demasiado reducida en relación a la demanda. Cuando la oferta aumentaba hasta resultar excesiva en relación a la demanda, el comerciante limitaba sus pedidos al mínimum, a lo que podía colocar de inmediato. No quería ni podía dejar transcurrir el tiempo entre la compra y la venta, puesto que en ese interín bien podría el precio de venta caer debajo del precio de compra. Pero ahora, que escasean las mercancías, no puede adquirir bastante; todo cuanto compra le parece poco, y quisiera acumular un stock enorme. Las deudas tal vez contraídas por él, se contraen diariamente en relación a su activo, el que porvirtud del repunte de precios crece sin cesar; y el pasivo no le preocupa mayormente mientras siga el alza de aquellos.

¿No es esto también un fenómeno raro, propio de las curiosas manifestaciones de la coyuntura ascendiente?

La demanda de mercancías aumenta, ha de aumentar forzosamente mucho más allá del límite habitual, toda vez y todo el tiempo que escasee la oferta."

Silvio Gesell
 

sociedadponzi

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Mira si uno anda escocido se pone pomadita en la zona irritada y a andar, lo que no se puede es mentir y poner en boca de otro lo que no ha dicho.

Si discrepas de lo que dije sobre el consumo, expones tus discrepancias y aportas tus opiniones, pero no te inventes, o mientas directamente como has hecho, pues eso resulta lamentable.

---------- Post added 11-feb-2016 at 20:43 ----------



dime que no entiendes sobre el concepto Patrón y comenzamos por ahí.

---------- Post added 11-feb-2016 at 20:50 ----------

Extraigo unos párrafos de un libro.

Muy interesante de leer, simplemente advertir a Liberales y Marxistas que puede producirles urticaria, así que recomiendo su lectura acompañados de un bote de pomadita.



“Podemos, pues, decir: nuestra moneda actual sólo facilita por lo general el intercambio de las mercancías mediante la deducción de un tributo. Si el mercado es la calzada en la que se intercambian las mercancías, el dinero es la barrera que se levanta mediante el pago de un derecho. Y este derecho, ganancia, tributo, interés o como quiera llamársele, es la presuposición fundamental del intercambio de las mercancías. Sin tal tributo es inconcebible el cambio.

Entendámonos bien aquí. No se trata de la ganancia mercantil, del pago al cual tiene el comerciante derecho y lo hace valer por su trabajo. Hablamos de la ganancia especial que el poseedor del dinero está en situación de exigir de los productores de mercancías, porqué puede obstaculizar el intercambio mediante la retención del dinero. Esto no tiene nada que ver con la ganancia comercial. Es un servicio especial que el dinero cobra, un tributo que el mismo recaba, porque se halla libre de la necesidad material de ofrecerse, a la que generalmente están sometidas las mercancías. Necesidad material, inherente a las mercancías, en cuanto a la oferta; libertad, arbitrio y autonomía completa del momento, del estado, en cuanto a la demanda; he aquí la razón determinante del tributo. La mercancía ha de pagar esta libertad al dinero irremisiblemente. Sin tal tributo no se ofrecerá dinero; sin pagar a éste el servicio de cambio ninguna mercancía llegará a su destino. Si por cualquier razón el dinero no percibe su tributo habitual, las mercancías permanecen en los depósitos, se deterioran, se pudren, perecen (crisis).

Si la percepción de un tributo es ya la premisa fundamental de la demanda, con mayor razón queda excluída la eventualidad de aparecer ésta en el mercado si la aguardan ahí pérdidas inmediatas. La oferta se presenta sin considerar en absoluto la ganancia o la pérdida. La demanda se retira a su fortaleza (eso es su invulnerabilidad) ante la perspectiva desfavorable, y aguarda allí con paciencia franciscana el momento más propicio para su aparición.

La demanda, mejor dicho, la oferta mercantíl del dinero contra mercancías es posible cuando las condiciones del mercado ofrecen:
1) seguridad suficiente contra pérdidas, y
2) un tributo al dinero.

El tributo mencionado se percibe sólo mediante la venta de mercancías, y para ello se requiere el cumplimiento de una condición: que durante el período que transcurre entre la compra y la venta de la mercancía el precio de ésta no baje. El precio de venta ha de superar al de compra, dado que de la diferencia en más se abona el tributo. En períodos de prosperidad general (coyuntura ascendente), en que el índice general de los precios tiende a subir, la confianza de los comerciantes está generalmente justificada. La diferencia citada o sea la ganancia, cubre entonces los gastos del comerciante, más el tributo que exige el dinero. En momentos de coyuntura descendente (baja de precios) la percepción del tributo es dudosa, y con frecuencia hasta imposible. Basta la duda para inducir al comerciante a abstenerse de comprar... ¿Qué comerciante, especulador, empresario recurrirá al Banco para descontar un pagaré y obligarse a pagar intereses cuando teme que aquello que se propone adquirir con el dinero prestado baje de precio y corra el riesgo de no recuperar ni los gastos?

Desde el punto de vista de las premisas a las cuales el dinero subordina sus servicios de intermediario es matemáticamente imposible el comercio con precios en descenso. Pero es de notar aquí que sólo el poseedor de dinero habla de tal imposibilidad absoluta. Para el poseedor de mercancías ni las pérdidas mercantiles mas graves forman un obstáculo a la oferta; él no conoce, en este sentido, obstáculos insalvables. La mercancía está lista indefeniblemente para el cambio, haya perspectivas de ganancia o de pérdida. El dinero, empero, se declara en huelga cuando no se le asegura el tributo habitual, y ello sucede tan pronto como, por una causa cualquiera, se perturbe la relación entre la oferta y la demanda, y bajen los precios.

¡Alto ahí! ¿Qué acabamos de decir? Que al declinar los precios retrocedería la demanda, se haría calculadamente imposible la circulación monetaria. ¡Pero si los precios bajan precisamente por la escasez de dinero ofrecido! ¿Y porque la oferta de dinero es insuficiente para impedir un descenso de precios, se la reduce más aún? Seguramente que sí; no hay ningún error de imprenta en la frase. El dinero se retira efectivamente del mercado, la circulación monetaria se hace imposible tan pronto como sea insuficiente la oferta de dinero, y se inicie o se aproxime un descenso de precios.

Cuando después de instituído el patrón oro la emisión de dinero se redujo por el monto total de la extracción de plata y bajaron los precios, también se hizo imposible la circulación monetaria, amontonándose la moneda en los Bancos. El tipo de interés declinaba continuamente. Entonces, los bimetalistas iniciaron su cruzada contra el patrón oro, atribuyendo la imperante crisis económica al insuficiente suministro de dinero; pero los Bamberger y compañeros señalaban los grandes depósitos bancarios, el tipo bajo de interés, como prueba irrefutable de que en realidad había plétora de dinero. Ellos explicaban la baja de los precios por la reducción general de los gastos de producción (¿también del oro?), por una superproducción de mercancías. Los adeptos del bimetalismo, sobre todo Laveleye, desvirtuaron brillantemente tal afirmación, demostrando que sí el dinero no está en condiciones de circular comercialmente, se debe a que no es ofrecido en cantidad suficiente para impedir la baja de los precios. Los grandes encajes bancarios, el bajo tipo de interés serían la prueba concluyente de la escasa oferta de numerario.

Sin embargo, nuestros filósofos en cuestiones monetarias, perdidos en la nebulosa del "valor",jamás llegaron a comprender el alcance de la cuestión; ni la comprenden hoy, no obstante las numerosas pruebas aportadas por el desenvolvimiento de las relaciones monetarias a la veracidad de esta teoría bimetalista. Porque desde que la casualidad intervino en el hallazgo de grandes cantidades de oro y los precios experimentaron, en general, un poderoso repunte,desaparecieron los fuertes depósitos bancarios y el tipo del interés subió más que nunca.

Queda, pues, demostrado que los Bancos le llenan, que el interés baja, porque escasea dinero; y al contrario, hay un drenaje en los Bancos, sube el interés, cuando se ofrece dinero en exceso.

Y bajan precisamente los precios porque es insuficiente la oferta de dinero.

Pero si ni siquiera es indispensable que los precios de las mercancías bajen efectivamente para que el dinero abandone el mercado. Es suficiente que se vislumbre la posibilidad de una baja general (con fundamento o sin él), para que se produzca un desconcierto en la demanda, se trabe la oferta del dinero, y por ende ocurra realmente lo que se sospechaba o se temía.

¿No habrá alguna revelación en esta frase? ¿No nos la pone acaso en evidencia la naturaleza de las crisis económicas, con una claridad que no se encuentra en ninguna de las voluminosas investigaciones sobre la materia? La frase nos señala cómo de súbito puede sobrevenir un "desastre", una crisis, un día fatal, que siembre muerte y miseria.

La demanda desaparece, se oculta, porque es insuficiente para realizar el intercambio de las mercancías a base de los precios hasta entonces vigentes. La oferta superaba a la demanda: de ahí que la demanda tenga que retirarse por completo. El comerciante que está preparando un pedido de cretona lo anula en el acto si se entera que la producción de cretona ha crecido. ¿No es esto divertido?

Pero si la producción lanza continuamente mercancías al mercado ¿no crecen, acaso, las existencias, por quedar estancada, entorpecida la salida? ¿No crecen, acaso, las aguas en el lecho del río si se cierran las compuertas?

La oferta se acrecienta, pues, se hace mas apremiante debido al titubeo de la demanda, y ésta titubea precisamente porque la oferta es demasiado grande en relación a la demanda.

Tampoco aquí hay un error de imprenta. El fenómeno de las crisis económicas, tan ridículo desde el punto de vista de los extraños a ella, ha de tener no más una causa ridícula: la demanda declina porque ya es demasiado reducida; la oferta crece porque ya es demasiado grande.

Pero la comedia se convierte pronto en tragedia. La oferta y la demanda determinan el precio, es decir, la relación en que se intercambian el dinero y las mercancías. Cuanto más mercancías se ofrecen tanto mayor es la demanda por dinero. Las mercancías que por el trueque o la vía de crédito llegan al comprador quedan excluídas de la demanda de dinero. Los precios, por consiguiente, suben cuando crecen las ventas a crédito, puesto que la masa de mercancías ofrecida contra dinero disminuye por el importe de esas ventas, siendo la oferta y la demanda las que determinan los precios, es decir, la relación en que se cambian el dinero y las mercancías.

De ahí que viceversa también tendrán que bajar los precios cuando declinan las ventas a crédito, porque las mercancías que se desplazaban hacia el comprador por vías laterales (crédito) vuelven entonces a unirse a la demanda de dinero en efectivo.

La oferta de mercancías a cambio de dinero en efectivo crece, pues, en relación inversa a las ventas a crédito.

Las ventas a crédito declinan cuando los precios bajan, cuando el precio de venta es inferior al de compra, cuando el comerciante pierde generalmente sobre sus stocks de mercancías, cuando cualquier pieza de sus existencias que ha adquirido por 1.000 puede comprarse hoy, en el día del balance, por 900, teniendo por lo tanto que asentarlo en el inventario respectivo a 900. La seguridad del comerciante sube y baja con los precios de sus mercancías, y de ahí que bajen o suban también las ventas a crédito con el descenso o ascenso de los precios.

Tan vulgar es el fenómeno; nada de extraordinario se encuentra en él. Y, no obstante, reviste un carácter singular.

Si suben los precios, es decir, si la demanda es superior a la oferta, afluye rapidamente el crédito, substrae al dinero una parte de mercancías y fuerza los precios más hacia arriba. Pero si los precios bajan, se retira el crédito y las mercancías se lanzan de nuevo sobre el dinero en efectivo, presionando más aún los precios hacia abajo.

¿Se requiere, acaso, algo más para explicar el problema de las crisis económicas?

Debido al perfeccionamiento de nuestros medios de producción, porque fuimos más activos, hábiles e ingeniosos, porque tuvimos buen tiempo y buena cosecha, por nuestra mayor prolificación, porque hemos cuidado la división del trabajo, madre de todo progreso, por todo eso aumentó la oferta de mercancías y la demanda de dinero; y como no opusimos a ella una mayor oferta de numerario bajaron los precios de las mercancías.

Ante este derrumbe de precios declinó la demanda, se escondió el dinero; y por declinación de la demanda y la falta de salida, las mercancías paralizadas formaron enormes montañas. La oferta rompe los diques, inunda los mercados, y las mercancías se liquidan a cualquier precio.

Pero precisamente por la baja general de precios el comerciante no adquiere mercancias, pues teme que cuánto compre hoy a un precio tentador, se ofrezca mañana más barato a un competidor suyo quedando él en desventaja. Las mercancías se tornan invendibles por demasiado baratas, y porque amenazan bajar aún más de precio. ¡La Crisis! Pero en razón, precisamente, del estallido de la crisis; en razón de la contracción del Haber (activo) de los comerciantes y del incremento del Debe (pasivo) en relación a aquél; debido a que todo el que ha contraído obligaciones de entregar dinero (2) no puede afrontarlas ante la baja de los precios (del activo), ya que se han producido cesaciones de pago y el comercio en general ha poco equilibrado en especulación, por todo ello se restringen las ventas a crédito. Y entonces crece la demanda de dinero en efectivo por la cantidad total de mercancías hasta entonces realizadas por vía de crédito, ocurriendo esto en el preciso momento en que el dinero ya escasea y se esconde.

Así como el fuego origina la corriente de aire que luego aviva el incendio, así también la interrupción en la circulación monetaria refuerza aún más la demanda de dinero. En ninguna parte se ven actuar las fuerzas compensadoras tan mentadas. Por doquiera acentuación, no atenuación; no hay rastros de fuerzas reguladoras.

Esta compensación buscada cuando crece la demanda de dinero (oferta de mercancías) piensan hallarla todavía algunos en la circulación monetaria acelerada, pues suponen que el anhelo de comprar barato (3) ha de atraer al dinero en mayor proporción al mercado, reduciendo así las reservas. Pero sucede todo lo contrario. La elevación de precios, y no la baja, incita al comerciante a comprar: esta última sólo puede causarle perjuicios. El temor de que lo muy barato (3) de hoy pueda ofrecerse mañana más barato aún cierra todos los bolsillos y, en realidad, no vemos dinero en abundancia más que cuando se espera un repunte de precios. Por otra parte: ¿Dónde estarían estas famosas reservas? ¿Acaso en los Bancos? Los Bancos retiran sus fondos de la circulación cuando ésta ya no ofrece más seguridades a causa de la baja general; pero los millones que se substraen al mercado cuando más falta hacen en él no pueden considerarse como reservas. Si en época de sequía el juez embarga la vaca del campesino, no por eso aumentará el ganado. Los Bancos siempre están repletos cuando bajan los precios, es decir, cuando la oferta de dinero es insuficiente; están exhautos cuando los precios suben. Si sucediera lo contrario, entonces podría hablarse de reservas.

Si existieran, pues, reservas, habría que liquidarlas cuanto antes para fomentar el intercambio de mercancías, dado que su subsistencia sería una razon más para fluctuaciones de precios. Las reservas, o sea el atesoramiento, pueden formarse sólo mediante el retiro de dinero de la circulación, del mercado, del intercambio, de su destino; pero formarlas precisamente cuando ya existe penuria monetaria en el mercado obliga a calificarlas de veneno.

He aquí la ley natural de la demanda: que desaparece tan pronto como se nota su insuficiencia.

¿Pero qué ocurre cuando ella es excesiva en relación a la oferta, cuando suben los precios de las mercancías? Pues no está excluída tal eventualidad. Tambíén esto surge palpablemente de nuestro cuadro, y la historia económica de los últimos decenios lo comprueba. Es un hecho evidente que a pesar del sensible incremento de la producción han subido todos los precios, aproximadamente desde el año 1895.

¿Qué hace, entonces, el poseedor de dinero cuándo suben los precios, cuando prevé o sabe por experiencia que lo comprado hoy podrá venderlo más caro mañana, cuando el repunte de precios abarata todo, cuando la inversión de dinero rinde un beneficio creciente?

Respuesta: Adquirirá cuanto pueda, por todo su dinero y los préstamos conseguidos. Pues los comerciantes disfrutan de crédito mientras continua el alza de los precios, en tanto que el precio de venta es superior al de compra. Simultáneamente, el ambiente optimista creado por las elevadas ganancias de los comerciantes trae como consecuencia un ambiente favorable a las compras rápidas, sin detenerse a contemplar el dinero diez veces antes de gastarlo. La moneda circula con mayor velocidad en períodos de alza de precios: la circulación monetaria alcanza durante el auge comercial (coyuntura ascendente) la velocidad máxima que en general permiten las organizaciones comerciales.

La demanda es igual a la cantidad y a la velocidad de la circulación monetaria, y la oferta y la demanda determinan los precios.

Así, pues, el alza de los precios origina una creciente demanda de mercancías por la circulación monetaria acelerada y, simultáneamente, decrece la oferta de mercancías (a cambio de dinero efectivo) a causa del incremento de ventas a crédito. Los precios siguen repuntando, entonces, porque los precios suben. La demanda revive; crece por ser ya demasiado grande. El comerciante adquiere mercancías mucho más allá de sus necesidades inmediatas; trata de asegurarse, porque la oferta es demasiado reducida en relación a la demanda. Cuando la oferta aumentaba hasta resultar excesiva en relación a la demanda, el comerciante limitaba sus pedidos al mínimum, a lo que podía colocar de inmediato. No quería ni podía dejar transcurrir el tiempo entre la compra y la venta, puesto que en ese interín bien podría el precio de venta caer debajo del precio de compra. Pero ahora, que escasean las mercancías, no puede adquirir bastante; todo cuanto compra le parece poco, y quisiera acumular un stock enorme. Las deudas tal vez contraídas por él, se contraen diariamente en relación a su activo, el que porvirtud del repunte de precios crece sin cesar; y el pasivo no le preocupa mayormente mientras siga el alza de aquellos.

¿No es esto también un fenómeno raro, propio de las curiosas manifestaciones de la coyuntura ascendiente?

La demanda de mercancías aumenta, ha de aumentar forzosamente mucho más allá del límite habitual, toda vez y todo el tiempo que escasee la oferta."

Silvio Gesell
no nos hagas eso, llevamos a los puntos clave. Yo defiendo el dinero de curso legal de masa monetaria constante mas banca libre. Ponle el patron que te de la gana. Como si quieres definir un numero de fijo de billetes sin respaldo detras
 

De Elea

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¿clave, concretos?

No te das cuenta que lo que has dicho es nada, más que frases y conceptos fuera de contexto, “masa monetaria constante” “banca libre” podrías añadir así todo lo que se te ocurriese, no se, libre mercado, amor libre, libre trabajo, trabajo de curso legal constante etc., etc……. Podrías llenar folios y folios, libros y libros y no decir nada…….
 

De Elea

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Liberales y marxistas (hoy progres) participan (la gran mayoría, casi todos) inconscientemente en la gran trama creada para nuestro engaño, trabajan, como ratones de laboratorio, en fomentar todo lo que dicen combatir y en destruir todo lo que dicen defender, cual ratoncillos, girando en su rueda sin avanzar, hacen girar el eje que mueve los engranajes de la gran farsa, del gran teatro, cuyo verdadero título no es ni Libertad ni Comunidad sino: Esclavitud. esclavitud de una clase y de un grado como no se ha visto en la historia de la humanidad, yo lo llamaría anulitud, pues no solo nos están sometiendo el cuerpo y la mente sino hasta la voluntad y el propio alma.

Debemos aceptar que no tenemos independencia ni soberanía, ni como pueblo ni en consecuencia como nación, y así están la gran mayoría de naciones empezando por Europa. Y como hemos creado un mundo de formas económicas, el poder está en el dinero, y por lo tanto donde menos independencia y soberanía tenemos es precisamente ahí.

Y es tan fácil convertir a millones de hombres, (el termino incluye mujeres lo digo para los ZPencos) desde ese poder económico, en seres aterrorizados e impotentes ante la tesitura de verse privados de la capacidad de subsistencia, no porque sea esto imposible sino porque se les cierra hasta la posibilidad de ganarse la subsistencia, la vida, trabajando.

Si uno no puede trabajar ni para sobrevivir, si hasta de esa libertad, la de poder trabajar para sobrevivir, se ve privado uno si no acepta las "exigencias" del “sistema” (¡que uno no puede al final ni vender melones en la carretera ni cazar jabalís o palomas de plaza pa comérselas cachopo! Que suena a guasa pero es que es cualitativamente peor)

Necesitamos independencia y soberanía y si no la tenemos como nación, como pueblo, al final no la tendremos ni como individuos.
 

kerberos

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Liberales y marxistas (hoy progres) participan (la gran mayoría, casi todos) inconscientemente en la gran trama creada para nuestro engaño, trabajan, como ratones de laboratorio, en fomentar todo lo que dicen combatir y en destruir todo lo que dicen defender, cual ratoncillos, girando en su rueda sin avanzar, hacen girar el eje que mueve los engranajes de la gran farsa, del gran teatro, cuyo verdadero título no es ni Libertad ni Comunidad sino: Esclavitud. esclavitud de una clase y de un grado como no se ha visto en la historia de la humanidad, yo lo llamaría anulitud, pues no solo nos están sometiendo el cuerpo y la mente sino hasta la voluntad y el propio alma.

Debemos aceptar que no tenemos independencia ni soberanía, ni como pueblo ni en consecuencia como nación, y así están la gran mayoría de naciones empezando por Europa. Y como hemos creado un mundo de formas económicas, el poder está en el dinero, y por lo tanto donde menos independencia y soberanía tenemos es precisamente ahí.

Y es tan fácil convertir a millones de hombres, (el termino incluye mujeres lo digo para los ZPencos) desde ese poder económico, en seres aterrorizados e impotentes ante la tesitura de verse privados de la capacidad de subsistencia, no porque sea esto imposible sino porque se les cierra hasta la posibilidad de ganarse la subsistencia, la vida, trabajando.

Si uno no puede trabajar ni para sobrevivir, si hasta de esa libertad, la de poder trabajar para sobrevivir, se ve privado uno si no acepta las "exigencias" del “sistema” (¡que uno no puede al final ni vender melones en la carretera ni cazar jabalís o palomas de plaza pa comérselas cachopo! Que suena a guasa pero es que es cualitativamente peor)

Necesitamos independencia y soberanía y si no la tenemos como nación, como pueblo, al final no la tendremos ni como individuos.
cachopo, 3 páginas de discusión para decir que estamos en una carrera de ratas. Estaba sobre ascuas ya por saber cuál era el asunto que aquí se debatía.

Pero bueno, sí, al sistema le quedan como unos 30 años para petar. Mientras tanto, una lenta devaluación constante y monótona. Pero habrá que disfrutar mientras de los placeres habituales: beber, comer, una buena moza, una partida de mus con los amigos.... Y tambien prepararse para lo que pueda venir: cazar, cultivar, cocinar, usar la escopeta.... Madmaxismo en toda regla