¿Importa la cualificación? Lo que más interesa a Alemania no es precisamente la cualificación, sino cubrir los puestos vacantes con personas formadas en esa competencia.
En Alemania, el paro es bajo (en las regiones "ricas"), y existe un déficit de personas con estudios superiores, debido al propio sistema educativo alemán, donde a la temprana edad de 10 años, se decide si el chaval sigue la trayectoria de formación profesional, oficio o universidad. Es decir, si a un chaval le gusta leer, hacer sus deberes, y tiene relativamente buenas notas, le sitúan en la trayectoria de la Universidad. A aquel que le gusta medianamente estudiar, pero que es hábil en algunas materias manuales, a la FP. Los demás, terminarán haciendo un oficio. Como contraposición a España, ninguna de las tres tiene más o menos prestigio. Pero limita mucho la cantidad de egresados en el mercado laboral. Y ahí es donde España entra en juego.
El mercado alemán no se ha abierto ayer. Españoles iban y volvían, con diferentes perfiles. Hinjenieros o electricistas. Lo importante era que cubrían las demandas laborales, además de balancear la pirámide poblacional. Eso fue antes de la "Champions" de Zapatero. Hoy en día, no es oro todo lo que reluce. Españoles y nuevos españoles cogen un vuelo sin tener idea del idioma, sin tener contacto con empresas alemanas que puedan proporcionarles un sueldo, sin tener más formación que la formación para pedir ayudas y hablar con abogados. Y eso no le gusta nada al Gobierno alemán, y mucho menos a los ciudadanos alemanes. Formados o no (ojo, formados, que no titulados), Alemania recibe de buen grado a quien quiere trabajar, y le gustaría rechazar a los que vienen a por las paguitas.