O el abismo que separa el hecho de creer en Dios a creer en cualquier cosa, que es lo que sucede cuando el hombre, en su soberbia, deja de creer en Dios. Suele ocurrir que fabrica su propio dios; el Estado, esto sumado -como bien dice el Sr. Volkoff- al paradigma de las democracias liberales y su catecismo: la Declaración de Derechos Humanos.
Sr. Karl Freiherr von Vogelsang; la mayor parte de las naciones modernas, en lugar de seguir el perfeccionamiento de las instituciones transmitidas por los siglos, rompieron con ellas y se transformaron en masas gregarias.
Sr. Henry F Amiel; la democracia descansa sobre esta ficción legal por la cual la mayoría no sólo dispone de la fuerza sino también de la razón; que posee al mismo tiempo sabiduría y derecho.
Sr.Volkoff; la democracia ya no es más un sistema de designación de gobernantes, ahora es un cuerpo de doctrina infalible y obligatoria, y tiene su catecismo: los derechos del hombre, y fuera de los derechos del hombre, no hay salvación.
Resulta entretenido verles defender sus pseudodogmas sin caer en la cuenta de que son dogmas eso que con tantísimo fervor defienden. Resulta enternecedor leer a los crédulos "creyentes" de la religión de moda.
Un saludo, Bernaldo.