Lo curioso del caso es cómo se deforma lo que yo he dicho para poder contraatacar con más comodidad... a un enemigo ficticio, o en este caso recreado. También es verdad que agarrar el rábano por las hojas (e.g., goa y mi figura del niño con ruedas) es un vicio muy extendido.
Sería delirante afirmar que tenemos que conformarnos todos con pisos de 65m, terceros sin ascensor, para toda la vida. Es absurdo afirmar que eso es una aspiración.
Lo que es una aspiración primaria es la independencia. Yo entiendo que eso va antes que el "mínimo irrenunciable" de los 100 metros. De la misma manera, entiendo también que, si no has ganado una opo categoría A (y de las golosas, tal y como están las cosas), eres heredero de un buen pico o mejor ambas cosas, meterte en 100 metros para empezar, como primera vivienda, no es realista.
No es realista ahora, sin VPP, pero tampoco era muy probable en los tiempos en los que se levantaban gran número de VPO para mantener contenta a la población.
Para empeorar la cosa, el porcentaje de divorcios actual es MUY superior al de... cuando no había divorcio, cuando nuestros padres se casaron. La demanda actual de vivienda es muy superior a la anterior, y no sólo porque los boomers nos hemos casado, sino porque también nos descasamos.
La guinda del pastel la pone la llegada de la inmi gración. Las AAPP, los gobiernos, no han hecho nada respecto a su alojamiento, confiando o en el sacrosanto libremercado o en la divina providencia. REsultado: Incrementos muy significativos de población en muy pocos años. Como no hay provisión por adelantado de habitación, los pagapensiones tienen que campeárselas como puedan, y en ello entran estrategias de optimizar el gasto. Pensemos que los pagapensiones curran por menos y, además, tienen que enviar dinero a sus países. La más lógica es compartir gastos en una misma vivienda. Para ello, tienen que buscar viviendas grandes que puedan repartirse entre muchos.
El cuadro me parece que está claro. Lo que no lo está es el pasado. Señoras y señores, no generalicen desde la experiencia de sus padres. Puede que sea como la de los míos, 150m2 en la puerta del sol, pero ésa no es la experiencia más común. Aunque alguno no se lo crea, las corralas no son una atracción turística de tramoya y cartón piedra, sino sitios donde sigue viviendo gente. Y multitud de viviendas en zonas de Ensanche (Madrid: Vallecas-barrio y villa, San Blas, Usera), albergan grandes cantidades de "zulitos de 65m2". Y esas "infraviviendas" han albergado a familias durante más de una generación ya.
Nuestra generación (1970-77, la mía) ha vivido unos inicios mucho más fáciles que la de postguerra. Las cosas no nos han costado como les han costado a ellos. Casi todo el que ha querido ha ido a la universidad. Nosotros, como decía antes, hemos protagonizado el salto hacia el desarrollo, y lo hemos digerido mal.
¿Por qué? Por lo que he venido a definir como señoritismo (y, aunque lo he definido blanco sobre neցro, ha dado igual y alguno ha seguido confundiéndolo con q se le llame señorito). Una analogía: de la misma forma que, hasta hace bien poco, no ir a la universidad era ser un fracasado, le ocurre otro tanto al que no empieza con un piso de alto standing. Nuestros padres, a quienes cualquier cosa les costó sudor y lágrimas, tenían muy claro que casi nadie llega y besa el santo. Que, por si vienen curvas, es mejor no superar ciertas barreras lógicas de endeudamiento y, en su lugar, desarrollar la paciencia para saltar poco a poco hasta donde quieres llegar... si puedes.
Pero nuestra generación no, demasiados pepitos en acto o en potencia (dentro de estos últimos, algunos burbujistas) no heredan la lección mencionada y saltan a viviendas por encima de sus posibilidades económicas racionales (superar el 30% de endeudamiento). Ojo: no estoy hablando de la única causa de la burbuja. Compiten por pisos para los que tienen que pagar 35%, 45%... 55%! 65%! de todas sus rentas. Es bastante evidente que este tipo de mentalidad (junto con la del indocumentado "inversoh", el deseo de latrocinio de los políticos locales y otros muchos factores), haya distorsionado la demanda de vivienda, especialmente de cierto perfil de vivienda deseable para las familias.
En cualquier caso, estoy convencido de este señoritismo generacional que permea a sectores de los dos bandos (perfiles y burbujistas) es un factor extremadamente negativo de cara a la España post-burbuja. Si la burbuja no se va en una debacle económica que nos devuelva el sentido común, podemos encontrarnos con uno o más falsos finales: "pincha" la burbuja y los aquejados de señoritismo se lanzan a la yugular de las "oportunidades", volviendo a inflar los precios o, al menos, frenando su caída.
En último lugar, lo más triste de todo es el vacío materialismo que refleja el señoritismo inmobiliario. El hogar es donde está tu corazón, el espacio en el que creces con tu pareja y tus hijos despiertan al mundo. Ni más metros, ni una pantalla de plasma, ni tres plazas de garaje van a influir en que se tenga una vida plena. De hecho, la obsesión enfermiza por subir de categoría y acumular bienes inmuebles y muebles se me antoja cada vez más como una compensación ante la carencia de elementos más esenciales para la vida: tiempo compartido, complicidad, tranquilidad.