Lo dolido es que nuestros gobiernos nos vendieron que el turismo era lo más enriquecedor del mundo, que generaba actividad, dinamizaba las ciudades, aportaba cultura y modernidad, nos dejaba pasta a raudales y nos permitía centrarnos en el sector terciario y abandonar el primario y secundario, que son de países atrasados.
40 años invirtiendo miles de millones en aeropuertos, paseos marítimos de diseño, olimpiadas, expos, capitales europeas de la cultura, ciudades de la ciencia, camino de Santiago, Sagrada Familia, playas con bandera azul, promoción de la gastronomía, el paisaje y el patrimonio, desfiles del orgullo lgtb, sanidad pública y servicios para todos todas y todes… y ahora descubrimos que el turismo de masas causa problemas. “Qué escándalo, he descubierto que aquí se juega”
Hemos criado un monstruo y vivido décadas de él, pero ahora ha engordado mucho, se tira pedos y nos molesta su olor, así que nuestros políticos han decidido combatirlo alimentando a otro monstruo que le disputará el hábitat, uno más oscurito y delgado, que viene del sur y lo va a espantar a base de enriquecerlo culturalmente.
Y en el medio de los dos monstruos estamos nosotros: la mortadela del bocata.