Suelo despertarme a media tarde, o incluso a veces cuando ya esta anocheciendo, de todos modos, si lo hago por la mañana, no tardo demasiado en volver a acostarme. No resulta demasiado estimulante empalmar la noche del dia anterior con el ocaso del dia siguiente, pero supongo que siempre he tenido esa clase de tendencia. Siempre me gusto mas la noche que el dia, los atardeceres mas que los amaneceres. Aunque claro esta, el tiempo pasa, y las razones tambien cambian. Me levanto con ni se sabe cuantas horas de retraso con respecto al resto del mundo, y me veo ahi, meditando en penumbra tumbado durante otro buen rato, no tanto por pereza sino por pura desgana, por falta de ganas de casi nada.
Sentado en la cama todavia queda volver a quedarme pensando, por pensar en algo, lo de menos es pararme a pensar en aquello en lo que pueda estar pensando. Hasta que me pongo los calcetines o me los saco atraido por esa especie de olor a hojas secas de bacalao. Si, que ya va, me voy repitiendo a mi mismo en voz alta, y de camino al cuarto de baño me rasco el ojo ciego o el carajo. La taza vuelve a hacerme compañia y me reincorporo lo justo para abrir el armarito y coger un bastoncillo para metermelo en las orejas por puro vicio, mientras meo sentado y ya si eso igual aprovecho y tambien cago. De ser asi, olisqueo el papel despues de pasarmelo por el ohio.
El olor de la propia cosa es lo que definitivamente me despeja. Y de ahi a la cocina, a levantar la persiana de la ventana y contemplar la calle todavia humedecida. Que shishi comere hoy, que narices ire a comprar al puñetero supermercado, ah, y por supuesto que no se me olvide llevar las monedas de centimos para evitar que se me vayan acumulando. Sabado, sabadete, sin apenas nada que me lo recuerde, que hubo un tiempo en que eramos una pequeña familia y ahora estoy yo solo, y esa sensacion de que el tiempo pasa demasiado rapido, y sin embargo, hay momentos del dia que se me hacen especialmente largos.