Los nuevos signos de estatus socia"Fui a una fiesta de la clase alta: me sentí como un oscuro en una

Vlad_Empalador

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Qué quieres que te diga. Tengo buena pinta, no soy mal parecido, soy medianamente culto y por mi trabajo estoy acostumbrado a las relaciones sociales, sé manejarme bien con las personas. Pero aquel día todo el mundo me sonreía, asentían cuando hablaba y, al segundo, me dejaban solo. Los hombres eran algo más amables, pero ellas me ignoraban totalmente. Me sentí como un oscuro en una reunión de racistas”. La experiencia de Carlos, un varón de cuarenta años, en una fiesta privada en un domicilio de clase media alta madrileño es un clásico en el mundo del estatus.

Carlos poseía las habilidades sociales necesarias para triunfar, salvo la esencial: carecía de aquello que Pierre Bourdieu denominaba el habitus, o los esquemas de obrar, pensar y sentir asociados una clase social: carecía de los códigos, las costumbres, y las actitudes inherentes a una posición social que pretende distanciarse del resto. Y, a pesar de contar con un nivel económico aceptable, tampoco poseía aquellos signos materiales distintivos que le permitirían afirmarse como miembro de ese grupo. Sin habitus y sin bienes, lógicamente, se convirtió en invisible.

Los signos de estatus han estado ligados siempre a bienes escasos, accesibles únicamente para un reducido grupo social que se distinguía por su capital económico y cultural, a partir de los cuales tejían una red de relaciones que permitía perpetuarse en esa escala social. Y hoy sigue siendo prácticamente igual, asegura Vicent Borrás, profesor de sociología del consumo de la Universidad Autónoma de Barcelona, en la medida en que los bienes ligados a la propiedad siguen siendo decisivos para distinguirnos. “La gente de Barcelona sigue valorando tener una segunda residencia en Cadaqués o en Mallorca un piso en el Ensanche de doscientos metros cuadrados, y en general cosas como tener servicio doméstico, disponer de tres coches, e ir a esquiar con frecuencia siguen siendo muy valoradas. Son símbolos de estatus de toda la vida, como el vivir de las rentas, que siguen en auge”.

Los recursos materiales de las clases medias-altas no llegan donde sus deseos querríanSin embargo, no estamos en una época de mera reproducción de los habitus adquiridos. Como señala Juan Carlos Cubeiro, socio director de Ideo, se han convertido en decisivas “aquellas experiencias ligadas al turismo de aventura y a los viajes exóticos, donde se suele coincidir con personas importantes. Son viajes a lugares especiales, como las Islas Galápagos, o que prometen experiencias diferentes, como los safaris fotográficos. El prestigio que da el viaje muy selecto. Tener un puesto en una de las grandes empresas del Ibex también suele ser un signo distintivo, pero ahora se valora mucho trabajar en empresas más innovadoras (de robótica, ligadas al mundo de la creación cultural, o que generan mucho valor añadido).

Este ascenso de lo que Richard Florida llamó clase creativa, está dirigiéndonos hacia nuevos gustos, como son “el paulatino abandono de restaurantes de comida tradicional y su sustitución por la cocina creativa y de fusión”, o la búsqueda de nuevas experiencias de realización personal a través de disciplinas ligadas al bienestar. “También ha cambiado el prestigio en la educación porque ya no cuentan tanto los colegios históricos como aquellos centros privados que no es que sean bilingües, sino que su idioma principal y casi único es el inglés. Allí los niños pueden codearse con hijos de embajadores o de directivos de multinacionales. Del mismo modo, ahora tiene mucho más valor cursar la educación superior en EEUU o Gran Bretaña, así como estudiar en escuelas de negocio anglosajonas”.

Pero todas esas señales distintivas suelen ser mucho más un horizonte aspiracional que una realidad. También para las familias de clase media alta, sus recursos materiales no suelen llegar donde sus deseos querrían. La realidad es más prosaica, y suele estar definida, como asegura Álvaro, uno de los habituales a esas fiestas en las que Carlos se convertía en invisible, por el afán de alcanzar un capital económico y cultural que envidian de otras personas. Se reconoce a esa clase alta que no llega a convertirse en élite por:

Son, o dicen ser, directivos de empresas que van conquistando mercados. No se reúnen, tienen mitins, no hablan entre compañeros para aportar ideas o estrategias, hacen bren estormin, no hay un archivo, sino un datarrum.

Su marca de ropa preferida es Hacket.

Cuando llevan vaqueros los llevan bastante subidos, marcando paquete pero solo ligeramente, de modo que por abajo son algo cortos; los zapatos tienen que ser mocasines tipo Sebago, castellanos.

En verano llevan bermudas marca Ralph Lauren (el caballito) o similar con zapatos tipo mocasines sin calcetines. Te llenas de rozaduras, pero llevar calcetines es no poshy.

Se peinan con gomina, como si hubieran ido a una gasolinera y se hubieran dado con la pistola de agua a presión para atrás.

Beben Gintonics con rodaja de pepino o similar.

Entienden de vino, piden una marca y una cosecha en concreto y antes de beber dan vueltas a la copa, miran el color al trasluz y huelen que parece que quieren esnifarlo.

Conocen al primo o cuñado del príncipe, al hermano de Guindos, otros hasta se reúnen con ellos.

Veranean en barcos.

Juegan al pádel.

Hablan inglés, cuando lo hacen es a volumen considerable (que la gente se entere que lo dominan) y exagerando el acento lo más posible.

En los sitios que frecuentan se escuchan horteradas disco. Eso sí, adoran al Boss (nunca dicen Bruce Springsteen).

Las tías se echan piropos entre ellas pero en cuanto se dan la vuelta se ponen a parir.

Ellas dicen que las cosas son monas, no bonitas. Se utiliza mucho el diminutivo (he desayunado una tostadita), andan con la cabeza erguida, están obsesionadas con la línea, las arrugas, etc.

Nunca abren la boca cuando comen, si hay que hablar ponen una mano delante de la boca muy delicadamente.

Los tíos son monos, no guapos, son encantadores, no simpáticos.


Pueden parecer exageraciones, pero lo cierto es que los signos distintivos, que tienen tanto que ver con actitudes y prácticas como con bienes materiales, son los que terminan por dar forma a los grupos sociales.




"Fui a una fiesta de la clase alta: me sentí como un oscuro en una reunión de racistas" - elConfidencial.com
 
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Trollaco del copón

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Claro claro los demás somos una panda de gañanes hoyga que hasta escribimos en burbuja..

---------- Post added 06-abr-2013 at 14:18 ----------

Perdona, pero quien fuera, no fué a una fiesta de clase alta.
Ciertamente la clase alta de verdad no invita a cualquiera a sus fiestas...
Eran unas fiestas de quieroynopuedos...
En el ensanche dice... lo que no sea Pedralbes es de pobres...
 
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ljprete

Madmaxista
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Los que de verdad tienen riquezas, no las aparentan. A no ser que nos encontremos en España y en los demás países caciquistas de sudamerica, o en el sur de Italia, donde los que se han echo ricos a costa de los demás, te lo restregan vulgarmente en la cara.
Yo, a esas mujeres que cuando comen no abren la boca, le suelo llenar la cara de sperma.
Y a esos "sinsangres" que juegan al padel, le bofeto la cara con mi buen tennis, de derecha y de revés.
 

PumukiCabreado

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A mi me encantaria ir a una fiesta de estas pero en plan garrulo a reirme de todos ellos y explicarles mi política casapapista. Es que tiene que ser super facil el trolearles y un disfrute ver sus reacciones.
 

DarkNight

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yo solo veo en ese articulo propaganda capitalista. Pura basura, nada mas.