No se siente uno menos raro en una cena con agricultores y ganaderos. Y se llegan a vivir experiencias igual de sorprendentes. Y en una con abundancia de canis ni os digo, el horror.
De todas maneras los descritos no pertenecen a la clase alta, propiamente dicha. Parece una fiesta de gafapastas treintañeros o una mezcla de gafapastas, ICADEs y similares. Realmente es difícil encajar ahí porque la clave no está en el dinero, en las propiedades, en los bienes, ni en nada. Es un ejercicio de presunción. Exactamente lo contrario de lo que hacen las clases altas. Quieren ser ellos y no saben muy bien cómo.
Tú no vas a ver a Emilio Botín presumiendo de viaje, de coches, de Ipad. ¿Para qué? A algunos de los nobles más ricos y poderosos del país te los topas tomando un café con leche en un bar de cierto pueblo de Badajoz tras bajarse de un Land Rover viejo, no van en un 4x4 de 100.000 euros de caza. No te hablan de su viaje a Nueva York o a algún sitio de las Seychelles, te hablan de la casa de Zarautz y de la de Azpeitia que han arreglado porque a su abuelo le encanta (no era un rico vasco).
Las clases altas son mucho más discretas de lo que le parece a los que aspiran a serlo. Claro que saben comer en cenas de gala o en restaurantes de comida "fusión" o "deconstruida" y claro que comen en restaurantes de primerísima porque no tienen necesidad de soportar los gritos de la plebe, pero se acaban comiendo unos bemoles fritos en Lucio o un venado de caza en algún sitio de la sierra. ¿Gin tonic con pepino? Un buen whisky con hielo o un roncola.
Entre los que ocupan puestos intermedios en empresas grandes, en el sector cultureta y similares, los gafapastas y advenedizos de la noticia que creen que necesitan demostrar y los ricos de verdad hay una tercera clase, que es la de los herederos, la de algunos herederos, que se dan a la vida muelle y puedes encontrarlos en otros ambientes con menos clase.
Firmado: Un neցro (metafóricamente hablando) que ha asistido, en el pasado, a fiestas de la clase alta y a fiestas de gafapastas sin ser ninguna de las dos cosas. En la primera hay gente más ambale y comprensible. En la segunda solo hay iluso.