Dos anécdotas, aviso que son tochos largos.
Anéctoda 1
Allá por el 2010 me contratan en una capital europea y para allá que voy. La oficina era en realidad un único despacho bastante pequeño y solo éramos 2 personas, la jefa y yo. Al principio todo bien, porque ya nos conocíamos de haber hecho unos cursos de formación en la empresa matriz.
La tía me estaba siempre proponiendo planes, este fin de semana iremos a la playa, este a visitar el castillo de nosequé, las ruinas de no se cuántos, el mercadillo tal, etc. Incluso me acogió en su casa los primeros días hasta que encontré piso para mí. La tía no era especialmente guapa y tenía una halitosis fortísima, y al ser compañeros de trabajo simplemente entendí todo esto como amabilidad, hospitalidad, etc.
Este buen rollo duró poco, muy poco. Todo se jodió cuando al cabo de 1 semana de empezar yo allí a trabajar los jefazos de la empresa matriz decidieron que debía contratarse a una secretaria, y así se hizo. Fue mi propia jefa la que se encargío del proceso de selección. La secretaria elegida: alta, delgada, joven, pizpireta, en definitiva un la amo.
El caso es que congeniamos bien yo y la secretaria e incluso tonteábamos, y obviamente a la jefa esto no le gustó. El buen rollo inicial entre yo y la jefa se convirtió en pequeñas puyitas que me lanzaba ella de vez en cuando. Yo pasaba bastante de todo esto y me limitaba a trabajar y ganar dinero.
Pero la jefa no se rendía, cada vez que salíamos a algún sitio seguía con sus puyas, sus burlas e intentos de ridiculizarme. Nunca le hice ni puñetero caso, pero era bastante desagradable tener que vivir todo aquello, así que le dije que nunca más volvería a quedar con ella mientras tuviera esa actitud tan insoportable.
Pasaron los meses y lo típico, constante mal rollo entre yo y la jefa, pero como rara vez nuestras tareas laborales coincidían, pues ella iba a su rollo y yo al mío. Un buen día la jefa coge su comida, viene a mi mesa y se pone a comer encima de ella. Le digo que qué shishi hace, que si quiere comer que vaya a la suya (no teníamos comedor, ya he dicho que era un despacho acondroplásico con el espacio justo para 3 mesas). Pues la tía dice que no, que ella es la jefa y come donde le dá la gana. Le digo que me parece una guarrada lo que está haciendo, que se vaya a su mesa a comer. Y ella que no, que me aguante, todo muy infantil y patético.
Ahí pillé yo un buen cabreo, pero al mismo tiempo vi la oportunidad perfecta para escapar de aquel infierno. Lo cierto es que no estaba a gusto en esa ciudad yo solo, no me gustaba donde vivía, no me gustaba ese despacho de cosa y detestaba trabajar con dos mujeres y yo ahí en medio (los que hayáis trabajado con mujeres sabréis lo insoportables que son a poco que se junten un par de ellas).
Como digo aproveché ese incidente de la comida para armar un buen pollo y darle un ultimátum a la jefa: o se soluciona el tema ese de comer en mi mesa o me pongo a trabajar desde mi casa (en relidad trabajaba para la empresa matriz y todas mis tareas las podía hacer en remoto, lo de ir a la oficina fue un empeño del gran jefe). La tía cogió un cabreo brutal, que qué te has creído, que yo no funciono con ultimátums, que si te vas por esa puerta lo lamentarás, que tienes suerte de que no sea vengativa porque tal y cual, que todavía tienes que madurar mucho... También me reprochó que al principio se había portado muy bien conmigo y que yo nunca se lo había agradecido, que nunca quería hacer cosas con ella...
Yo flipando en colores, la tipa estaba mezclando temas personales con temas laborales, le daba rabia haber puesto mucho de su parte los primeros días y ver que pasaba de ella y le hacía más caso a la secretaria. Pues nada, yo cumplí con lo dicho y desde ese día trabajé desde mi casa, así estuve un par de semanas hasta que el gran jefe se enteró de que yo ya no iba a la oficina y me llama peguntando qué había ocurrido. Le explico el quilombo y llegamos a la conclusión de que mi estadía allí ya no tiene sentido, que lo mejor es que me vuelva a mi casa y me dejan trabajar en remoto. De querida progenitora.
Por cierto tenía hackeado el correo de la jefa desde el primer día (es ilegal pero me la rezuma, ya está todo prescrito) así que tenía acceso a toda su correspondencia, y vi como por mail se quejaba al jefe del incidente, dejándome a mí como culpable de la situación, que no me integro, que me puse agresivo, que si patatín que si patatán. Al leer todo eso dije "¿ah, si? te vas a enterar". Escribí un mail al jefe y a ella en CC rebatiendo punto por punto todas las burradas que dijo de mí, pero obviamente sin hacer mención al mail original porque entonces sería muy obvio el hackeo. Pues todos fliparon, ¿cómo es posible que este tío me haya leído la mente, tiene poderes psíquicos o qué?
La cuestión es que la jefa no volvió a dar por el ojo ciego, de hecho me la encontré por casualidad un día en un supermercado y estaba mansita y calladita, porque le había puesto los puntos sobre las íes con mi mail y vio que el jefe me había dado la razón.
Cuando terminó el mes abandoné el piso donde estaba y volví a mi casa, y desde entonces trabajé en remoto, la auténtica saluc, el bienestar.
Anéctoda 2
La empresa anterior entra en quiebra en 2016 y me toca buscar un nuevo trabajo. Al cabo de unos meses de búsqueda se me contrata en algo de lo mío. Durante la entrevista vi cosas que no me gustaron, como que había mayoría de tías en la oficina (señal de mal rollo y ambiente tóxico asegurado), me hicieron demasiadas preguntas personales en la entrevista, la razón social de la empresa era el apellido del gran jefe (delirios de grandeza a tope), tampoco me gustó que me echaran en cara "es que te vemos como muy introvertido", "es que nosotras somos una piña y no sé si vas a encajar", y cosas varias de ese estilo. Vamos a ver, al trabajo se va a trabajar y ganar dinero, ¿qué narices me estáis contando? ¿Tengo que ser una maruja como vosotras para que me contratéis?
Sorprendentemente al final me cogen. Yo no estaba nada entusiasmado con este nuevo trabajo, pero tras meses y meses de paro uno acepta la primera cosa que se le presenta, además el sueldo que ofrecían no estaba nada mal. Total que llego allí y los primeros días la jefa se pone a explicarme cómo tienen montado el tinglado. Ni manual, ni tutorial ni palos, la jefa iba explicando las cosas rápido y de mala gana, y yo tomando nota a toda velocidad en una libretita. En sus explicaciones no había ni orden ni coherencia ni nada, explicaba una cosa y de repente saltaba a otra, mezclando temas que no tienen nada que ver y formando un revoltijo brutal. De vez en cuando decía cosas como "mira antes aquí trabajaba fulanita de tal, pero dejó el trabajo por ataques de ansiedad", o "esta tía antes era jefa en la sede tal pero lo mismo, ataque de ansiedad y de baja", yo flipando y diciendo para mí "dónde shishi me he metido". Todo este periodo de "formación" duró como una semana, luego la jefa decidió que ya estaba bastante formado y que era hora de dejarme trabajar solo.
A parte de todo esto, el software de gestión que tenían allí era pa verlo: una base de datos Access 2003, antiestética, inusable, lenta, mal programada, el horror. Pues ellos la tenían como la joya de la corona, su santo grial. Con decenas de pestañas y botones desperdigados por toda la base de datos sin orden ni jerarquía ni nada coherente. La mayor cosa que he visto en mi vida. Y para loguedarte en él, buf una odisea, que si te conectas primero aquí, luego entras a un escritorio remoto, ahora ejecuta esto pero con permisos de administrador, metiendo user y contraseña cada dos por tres... Por cierto el mail tampoco funcionaba muy bien.
Me había metido en un embolao brutal y yo sabía que allí no iba a durar mucho tiempo, pero bueno decido no tirar la toalla tan pronto y tratar de adaptarme a aquella empresa, me motivaba básicamente el buen sueldo que ofrecían. Empiezan a llegar proyectos y los gestiono como buenamente puedo, tratando de acordarme de todo lo que me había dicho la jefa la semana anterior. Me surgen dudas obviamente, pregunto a una compañera mis dudas y me responde de malos modos y de mala gana. Brutal todo, brutal.
Viendo lo peculiar de la empresa y sabiendo que no voy a pasar ni el periodo de prueba, decido ponerme en modo "ley del mínimo esfuerzo", si intentan cargarme con más trabajo les doy largas, es que ahora estoy ocupado, es que tengo que acabar tal o cual cosa, etc.
Estuve así como un par de semanas, hasta que un buen día recibo un mail de la jefa y me dice que tenemos que hacer una reunión para evaluar mi desempeño. La jefa me dice "antes que nada me gustaría que empezaras diciéndome cómo te ves tú en esta empresa, cómo te evaluarías tú a ti mismo". Y bufff, ahí podría haberle dicho que la empresa es una cosa, el ambiente una cosa, las herramientas una cosa, la formación una cosa y en definitiva todo una grandísima cosa como el sombrero de un picaor. Pero como siempre se ha dicho que uno no ha de hablar mal de los sitios en donde ha trabajado y hay que quedar bien con todo el mundo, pues no dije nada de eso, ni recuerdo qué narices dije para salir del paso.
Para colmo era una empresa a la cual les costaba horrores encontrar proveedores para que los proyectos salieran adelante, y los pocos proveedores que tenían iban dejando de colaborar con ellos porque les pagaban tarde y mal.
Llegados a este punto veo que no tiene ningún sentido seguir trabajando ahí, no llevo ni 3 semanas y está claro que estoy perdiendo el tiempo, así que tengo que buscar una estrategia para escapar. Se me ocurre meterme en el Skype de la compañera borde (tenía un .txt en una carpeta compartida lleno de users y contraseñas de todo el software que usaban). Me pongo a leer las conversaciones de las petardas de la oficina y aquello era brutal, un aquelarre contra mí.
Al día siguiente había una reunión de empresa que solía hacerse una vez por semana y antes de terminar digo "esperad, quiero deciros algo". Delante de toda la empresa hago saber que tengo un log con conversaciones de Skype y que las petardas de las compañeras han estado hablando de mí a mis espaldas, poniéndome a parir, que he leído hasta insultos y que yo ya no quiero seguir ahí. Las tipas no sabían ni donde meterse, muertas de la vergüenza. Me preguntan que cómo shishi he leído eso y les digo, "me lo han pasado por mail, pero no diré quién". Total que nunca supieron cómo había conseguido esas conversaciones, dejé la empresa y ellas pensando que había un topo entre ellos jajaja. A parte de conversaciones hablando de mí también se ponían a parir entre ellas, y por supuesto también ponían a parir a todo cristo que entraba nuevo.
Conclusión: trabajar en remoto es lo mejor y si puedes evitar trabajar en empresas donde haya muchas mujeres evítalo, porque son lo peor, te pintan un "ambiente agradable, somos una piña" pero a poco que rascas ves que aquello es un infierno, a parte de celos, envidias, mezclar lo personal con lo laboral, etc.