Hemos pagado para venir a Magaluf a divertirnos y nadie nos avisó de que todo iba a estar cerrado. Es un gran engaño
Un grupo de chavales de York se arremolina en un banco sobre dos cajas de pizza. Pronto serán las dos de la madrugada, hora de cierre para los pocos bares abiertos en este corto tramo de calle que da a la espléndida playa de Magaluf. Llegada esa hora, se irán un rato a la arena a seguir bebiendo hasta que se aburran. “España es una cosa”, repite dos veces Sarah, 19 años, vestida de fiesta y sin poder pisar un mísero pub. “Estamos muy cabreados. Hemos pagado para venir a Magaluf a divertirnos y nadie nos avisó de que todo iba a estar cerrado. Es un gran engaño”.
Uno de sus amigos reconoce que sabían que las discotecas estarían cerradas, pero jamás imaginaron que en Magaluf vivirían un toque de queda. “Nos cerraron las discotecas y ahora nos cierran los bares para que ni siquiera podamos pasarlo bien. ¿Por qué no avisaron antes de que aquí no se iba a poder hacer nada? Muchos hemos ahorrado para venir, es el premio a un año de esfuerzos, y esto a la gente le cabrea muchísimo”.
Esto es España.